martes, 1 de abril de 2008

VUESTRAS FEROMONAS

Seguro que en ocasiones habéis observado a otros animales olfatearse mutuamente para reconocerse tan pronto como establecen un primer contacto.
Cualquier animal humano que comparta su vida con un perro habrá reparado como su mascota se para y huele cada una de las marcas de orina que va encontrando mientras pasea, a fin de identificar al perro que depositó la señal química sobre la pared, árbol o farola.
Al olfatear la orina se informa de quien es el propietario de la señal, cuanto tiempo hace que pasó por la zona e incluso averigua el estado fisiológico de su colega.
También habréis comprobado que si vuestra perra está en celo es muy probable que sea seguida y abordada por varios perros que acuden atraídos por las feromonas que ella emite para anunciar a los machos de su especie su estado de receptividad.

La acción y función de las feromonas se hace patente a lo largo de la escala animal, y ciertamente los primates no somos una excepción.
Si los animales más próximos, evolutivamente hablando, a vosotros se comunican y reconocen mediante olores, no dudéis, ni por un momento, que vosotros tampoco escapáis de la dictadura de las feromonas. De hecho no sois más que otra especie de monos, domesticados, pero monos al fin y al cabo.

Como era de esperar, vuestra soberbia humana os hace sentir incómodos cuando se os recuerda vuestra naturaleza animal. Debido a la cultura judeocristiana imperante en vuestro país, incluso los profesores universitarios de vuestras facultades de Biología o Veterinaria son reacios a admitir lo que es evidente.
Argumentan en su antropocentrismo que en el ser humano la perfección del sentido de la vista ha dejado en segundo término al sentido del olfato y que, por ello, las feromonas humanas no existen o son poco significativas. Temen “animalizar” al hombre si admiten que los humanos, al igual que las ratas, los perros o los gatos, también se comunican y reconocen por el olfato. Sin embargo, la evidencia biológica esta ahí para desmentirles y para certificar su ignorancia académica interesada.

Las feromonas sexuales humanas son secretadas naturalmente por el organismo de las personas en edad fértil e influencian las relaciones entre las mujeres y los hombres
Aunque aparentemente no tienen olor, provocan reacciones en el otro a través del olfato, y las reacciones son completamente inconscientes.

Algunos profesores explican en clase a sus alumnos que las feromonas son indetectables por los humanos ya que estos carecen de órgano vomeronasal. Si hubiesen manejado más bibliografía se hubiesen enterado de que los anatomistas han venido señalando la existencia de una estructura vomeronasal ya en los fetos como un vestigio evolutivo.
El Dr. David Berliner, investigador de la Universidad de Utah, identifica a ese órgano, desde 1980, con unos pequeños y ubicuos hoyos presentes en el septo nasal, opinando que poseen una unión funcional con el eje hipotálamo-hipofisario del cerebro, que es una pequeña región reguladora de la producción, por otras glándulas, de numerosas y variadas hormonas. Dice haber aislado diversas feromonas humanas, algunas emitidas a través de la piel.

Por otra parte, vuestros libros de Psicología dedican pocas páginas al sentido del ol­fato porque argumentan que dejó de ser digno de tener en cuenta tan pronto como el hombre se hizo bípedo y concentró su atención y con­fianza en el sentido de la vista.
Lo cierto es que cuando os disponéis a comer, os dais cuenta de cuan equivocados están los que argumentan que el olfato pierde importancia en el primate humano. Para saborear vuestros alimentos necesitáis del sentido del olfato. Quien esto dude, se convencerá definitivamente si mastica una rodaja de manzana mientras se tapa la nariz,...le pa­recerá que mastica trozo de patata cruda.

El sentido del olfato desata vuestras emociones, influencia vues­tro comportamiento, y puede marcar en nuestra vida momentos agrada­bles y otros desagradables. Los olores estimulan la mente evocando recuerdos, provocan miedo y os excitan, como a cualquier otro animal.

Os gastáis una fortuna en colonias y perfumes que anuncias en televisión a través de clips de altísimo contenido erótico. De hecho los utilizáis descaradamente como autenticas feromonas artificiales para la atracción sexual… en las “distancias cortas”.
Sin embargo, la sociedad domesticada del pri­mate humano tiende a evitar las conversaciones que versan sobre olo­res. Históricamente, se ha relacionado el olfato con la lujuria, impulsividad sexual y “animalidad”.


La hembra del animal humano identifica mejor los olores que el macho de la especie.
Cuando acuna al bebé en sus brazos, frecuente­mente frota su nariz contra la cabeza del bebé mientras inhala su aroma. Identifica (como hace la hembra de cualquier otro mamífero) a su retoño por el olor y por el lloro. Pero, ¿Reconocen también los niños a sus madres por el olfato? Ciertamente, y para demostrarlo se montó el siguiente experimento: A las madres de algunos niños se les dio un jersey blanco del tipo "T-Shirt " y se les pidió que lo llevaran durante tres días seguidos, y que no cambiasen de perfume, colonia, jabón, etc. A los tres días se les daba a los niños a escoger entre dos jerseys usados, uno de los cuales había sido llevado por su madre. Los niños escogieron unánimemente los jerseys que habían llevado sus madres.

Hace ahora veinte años escribía en un libro, que olores y hormonas se estimulan a sí mismos. Cuando un grupo de mujeres jóvenes empiezan a compartir el dormitorio de un internado, frecuentemente descubren que sus ciclos menstruales se sincronizan.
La psicóloga Martha McClintock de la Universidad de Chicago demostró pues, para sonrojo de profesores ignorantes, que mujeres viviendo juntas bajo determinadas condiciones podían desarrollar sincronía menstrual, esto llevo a pensar en la posible existencia de feromonas humanas.
La señal que dispara la sincronía es su sudor. Esto lo sabéis muy bien las chicas que me leéis, puesto que sin duda habéis tenido ocasión de experimentarlo a lo largo de vuestra vida… incluso en vuestra propia casa.
Para evitar disputas entre los machos de alto ranking la sabia naturaleza ha dispuesto que las hembras de los chimpancés también sincronicen sus ciclos, de esta manera al haber suficientes hembras "en estado interesante" para todos, se evitan las disputas y en el grupo reina la armonía. Vosotras, hembras humanas, como monas que sois, utilizáis las mismas estrategias que el chimpancé.

Un proceso similar de sincronía ocurre en ratas y es mediado por dos feromonas diferentes; una que se produce antes de la ovulación, que acorta el ciclo y otra producida durante la ovulación que lo alarga.
Estas se predijeron mediante el modelo de oscilador acoplado y se demostró por simulación en computadora que eran capaces de producir no solo sincronía sino también asincronía y estabilización del ciclo.
Se aplicó a humanos, con resultados similares a los observados en ratas.

Por la misma razón, una mujer con períodos irregulares tiende a regularizar sus períodos menstruales tanto más, cuanto más se relacione con un hombre.
Como publicó la Dra. Winnifred Cutler de Philadelphia, los productos químicos en los cuerpos de los hombres pueden causar a sus socios del sexo femenino ser más fértiles, tener ciclos menstruales más regulares y una menopausia más suave. También trabajó en este tema Kim Painter.

La evidencia de la acción feromonal es innegable. En muchas ocasiones os he oído comentar que hay “buena química” entre vosotros y vuestra pareja. En realidad, y sin saberlo, os estáis refiriendo a la atracción química propia de las feromonas.

Hay días en los que vosotras, hembras humanas, os esforzáis en arreglaros con esmero porque tenéis una cita “muy especial”, sin embargo quizás no tengáis mucho éxito. En cambio, otro día, sin ninguna razón aparente “triunfáis” entre el elemento masculino. Si ese día al llegar a casa miráis al calendario probablemente descubriréis que estáis ovulando.

El efecto de vuestras feromonas no sólo se detecta en los machos de vuestra especie, también afecta a los de otros primates, ya que no es extraño ver a chimpancés masturbarse ante la presencia de una hembra humana ovulando.
Todo esto nos habla de la efectividad de las feromonas humanas y, de paso, de la afinidad entre especies (nuevo tema para la reflexión).

También es interesante mencionar que el sentido del olfato en la hembra humana se agudiza durante la ovulación, mientras llega a su nivel más bajo durante la menstrua­ción.

El descubrimiento de las feromonas humanas del sexo y los efectos que provocan apareció internacionalmente en artículos de primera página, en diarios científicos en 1986 (Time, Newsweek, Washington Post, US News).
Mucho antes ya se había observado que las hembras de mamífero que periódicamente olfatean la orina del macho, llegan antes a la pubertad que las hembras que no lo hacen. Si una hembra de ratón preñada huele la orina de un macho de otra colonia, inmediatamente cesa su preñez.
Los olores corporales del animal humano pertenecen a los ácidos producidos por bacterias que metabolizan las secreciones de la piel. Los olores provienen de las glándulas apócrinas, que se encuentran en el sobaco y zona del pubis. Estas glándulas se activan cuando el individuo siente miedo o está sexualmente excitado.
Los machos de la especie humana tienen glándulas apócrinas más gran­des y más numerosas que las hembras, los negros más que los Caucasia­nos, y estos más que los Orientales. Además, como las glándulas de la piel secretan productos resultantes de la digestión de los alimen­tos, la dieta afecta en cierta manera el olor de vuestro cuerpo.

Los Doctores George Preti y Wysocki de Filadelfia (EE.UU.), establecieron que ciertas sustancias químicas sin identificar obtenidas de la axila del varón afectan la secreción de hormonas reproductivas en la mujer (hormona de imprimación) y su estado de ánimo (hormona moduladora).
Extrajeron moléculas voltalespirales del sobaco del hombre para analizar un extracto de sudor humano.

Estudiando la cromatografía del sudor se descubren más de cien componentes distintos, uno de ellos es el androstenol (sustancia afín al almizcle). Esta misma sustancia producida por el hombre, la segrega también el cerdo en celo, en su saliva… (¡¡¡Cosa que encanta a las feministas ¡¡¡).
El androstenol se usa comercialmente en for­ma de spray para excitar a las cerdas y de esta manera facilitar su inseminación artificial. Si funciona con los cerdos, pudiera también funcio­nar con el animal humano.
Por esta razón se sometió tal posibilidad a investigación. Tres días por semana se roció una misma silla de la sala de espera de un dentista; la recepcionista (que no conocía el experimento) anotó la silla en la que se sentaban los pa­cientes, así como su sexo. El experimento se llevó a cabo durante seis semanas, durante las cuales la mitad del tiempo se había rociado la misma silla. En los días en que así se había hecho, las hembras humanas se sentaron con muchísima más frecuencia en la silla rociada o en las de los lados.

Un segundo experimento se llevó a cabo rociando con la misma sus­tancia una mascarilla de quirófano que se colocaba a mujeres que co­laboraban en el experimento sin conocer el propósito del mismo. A otras se les colocaba una mascarilla sin tratar. A ambos grupos se les enseñaron fotografías de hombres que debían puntuar según su atractivo. Las mujeres que llevaron la mascarilla rociada con la sustancia puntuaron mucho más alto las fotografías, que las que utili­zaron las mascarillas sin tratar.

A otro grupo de mujeres, el Dr. John Amoore les efectuó un electrocardiograma mientras les hacía oler a cada una, un algodón em­papa­do en la sus­tan­cia y otro mojado con cualquier otro producto. El algodón que contenía la feromona suscitaba un claro aumento de la frecuencia cardiaca mien­tras que el otro producto no provocaba respuesta alguna.

De manera similar a como los otros animales se olfatean y se de­tectan por el olor, el animal humano puede reconocer a sus congéneres.

Los japoneses describen a los europeos como "se­res que apestan a mantequilla". Durante la primera y segunda Guer­ras Mundiales, los soldados alemanes manifestaron que podían oler las pistas dejadas por los soldados ingleses, mientras que estos asegura­ban poder detectar a los alemanes por su penetrante olor. También los soldados de Vietnam del Norte aseguran que podían oler a los americanos antes de divisarlos, lo propio manifiestan los norteamericanos.

Los buenos médicos con años de experiencia, pueden detectar algu­nas enfermedades por el característico olor que emiten los pacien­tes. Sabido es que las "moscas del vinagre" (Drosophila melanogaster) suelen vo­lar alrededor de los enfermos de cirrosis hepática.

Por otra parte, seguro que habréis comprobado que cada casa particular tiene un olor característico (como lo tiene cada colmena o cada hormiguero).

Vuestro cuerpo ha perdido el hirsutismo propio de los demás primates, aunque por supuesto vuestros fetos son tan peludos como los del chimpancé y cada verano tenéis varias oportunidades de contemplar machos humanos con la pelambrera corporal propia del gorila.
Sin embargo todos vosotros mantenéis pelo en las axilas y en la zona genital y púbica.

Conociéndoos como os conozco estoy convencido que nunca os habéis preguntado porque se mantiene el pelo en estas zonas. Digo esto porque por lo que veo al estudiaros, a penas os preguntáis algo de cuando en cuando. Os encanta vivir aborregados, haciendo las cosas “porque sí” sin pararos a pensar. Es como si el pensar os causara dolor.

Parece evidente que la profusión pilosa de pubis y axilas ayuda a retener a las feromonas al estilo de una esponja, la impregnación del pelo axilar y púbico aumenta la efectividad de las feromonas.

El vello púbico es una potente señal sexual que nos habla de un cuerpo listo para la reproducción. Aparece en la pubertad como un anuncio de la madurez genital.
La señal es tan potente que vuestra sociedad humana, tan proclive a la represión sexual, la ha censurado en multitud de ocasiones a lo largo de la historia.
En las sociedades islámicas, quitarse el vello púbico es una práctica religiosa, mientras que en el mundo occidental se ha convertido en algo cada vez más rutinario desde la década de los 60; sin embargo, esta costumbre no se estableció de manera contundente hasta los 90.
La excitación ante la visión de genitales depilados se considera una desviación sexual que se denomina “Acomoclitismo”.

Entre los bonobos, cada vez más sorprendidos por vuestra estupidez, nos parece increíble que seáis tan soberbios como para pensar que la naturaleza se equivoca y que vosotros podéis corregirla y superarla. La naturaleza os pone pelo en ciertas zonas por una razón lógica y biológica y vosotros lo elimináis por razones… ¿estéticas? Y estúpidas.

Dicen las hembras humanas que eliminan el vello por higiene.
¿y qué tiene que ver el pelo con la higiene?
¿No os dejáis el pelo de la cabeza? ¿Por qué no hacéis lo mismo con el pelo púbico?
Por otra parte, si os elimináis el pelo púbico para estar más limpias… ¿Por qué no os rapáis la cabeza?
Lo que es sucio no es el pelo, sino el ¡¡PELO SUCIO ¡¡
Como sois humanos y la higiene no es precisamente una de vuestras virtudes, me temo que, en realidad, os lo sacáis para no tener que lavaros.
Lo cierto es como especie oléis muy mal… para nosotros apestáis (parece como si la mayoría de vosotros estuvieseis reñidos con el agua). Incluso vosotros mismos admitís que oléis mal. Cuando un grupo de humanos lleva mucho tiempo encerrado en una habitáculo pequeño y alguien entra desde el exterior, dibuja una mueca de asco en su cara a la vez que exclama ¡¡ UF, QUE OLOR A HUMANIDAD ¡¡. Todos lo habéis oído o expresado alguna vez. Ese es vuestro olor de especie. No me extraña que os gastéis tanto en perfumes.

De momento, y teniendo en cuenta que constantemente insistís en que estáis hechos a “imagen y semejanza” de Dios… ya tengo claro un par de cosas sobre vuestro Dios. La primera es que posee feromonas de atracción sexual (aunque no se me ocurre con quien pueda utilizarlas) y la segunda .. cual es el “divino perfume” que gasta.

Otro detalle curioso propio de mentes poco brillantes como las vuestras es que puestos a eliminar el vello púbico, en lugar de quitároslo del todo, os empeñáis en dejaros una barrita vertical de 1 cm. de anchura, ridícula caricatura del felpudo original. ¿Qué pretendéis con ello?.
Os quitáis el triangulo púbico y os colocáis una “ceja vertical” en su sitio.
Vosotras os sentís más “limpias”, modernas y elegantes, y nosotros los bonobos… nos seguimos partiendo de risa con vosotros.

Lo que queda fuera de toda duda es que al eliminar la fuerte señal erótica perjudicáis vuestra vida sexual. Elimináis motivación visual y os cargáis el receptáculo biológico de atracción feromonal. Y por si eso no fuera poco y haciendo honor a vuestro borreguismo habitual, elimináis vuestros olores de atracción natural y los sustituís por desodorantes químicos fabricados en laboratorios que la publicidad se ha encargado de introducir en vuestras mentes.

¿Cuándo os daréis cuenta que la razón esta en la Naturaleza y no en vosotros?.



Que la sensatez del bonobo os acompañe…

2 comentarios:

Keve dijo...

Hola Ringo, x casualidad encontré tu blog, lo he leido a cachos, y casi todo el articulo anterior, lo curioso es que x empirismo tenga ideas similares a ti, y es que el cuerpo humano es sabio como un bonobo, y la mente... bueno, el cuerpo lleva millones de años de evolución de ventaja, ke son 20 30 50 80 años? Yo a lo de las feromonas lo llamo genetica, y a los otros articulos los llamo sociedad, y bien, ke somos sociedad y génetica? y nuestro destino es causalidad de decisiones que de pequeños tomamos? creo, ke el hombre en si, "la esencia" (no hablo de religión) es algo asi komo 10%-5%. Hace un año, me someti a un par de operaciones, y la via mas directa era la nariz, con lo kual iba a perder el olfato. Antes, siempre lo tube fino, olia todo, y el olor del sexo era mi favorito. Perdí el olfato, y perdi parte de mi sexualidad, aunke a base de oler kosas ke aparentemente no huelen, pero estan, lo he ido recuperando, y con el lujuria perdida. Me voy a tomar el lujo de llamarte compañero, tu blog es muy bueno, me apena ver ke no tienes ni 100 visitas al perfil. Nunca vas o voy a ganar una batalla raciónal, es agua y aceite, pero si vas/voy a ayudar a despertar, y te doy las gracias x seguir, te leere mas a menudo.

PD: Existe una comunidad bonobo?

RINGO MAKUMBA dijo...

Siento lo de tu pérdida parcial de olfato. Nosotros los bonobos podemos calibrar mejor tu tragedia que tus propios congéneres humanos. Para nosotros el sentido del olfato es incluso más importante que el sentido de la vista. Celebro de veras que lo vayas recuperando poco a poco, con ello recuperaras la alegría de vivir.

Por otra parte me encanta que me llames “compañero” aunque estemos situados en ramas diferentes del mismo árbol.

No te preocupes por el centenar de visitas, mi blog es un bebé de sólo tres meses y medio y no le he querido dar publicidad, lo mantengo a cubierto de los buscadores hasta que llegue a su mayoría de edad, es decir, hasta que cumpla los seis meses de vida preceptivos.

Por supuesto que existe la comunidad de bonobos. Una comunidad más armónica y enrollada que la vuestra.

Gracias por leerme y escribirme.