lunes, 24 de marzo de 2008

ESOS CORAZONES VUESTROS

Siempre he mantenido que vuestra inteligencia deja mucho que desear. En los últimos posts me he encargado de demostrároslo en temas sociales y de religión, en los que espero insistir con muchísimas más aportaciones de todo tipo.

Hoy escribiré sobre vuestra incapacidad intelectual en otro terreno, el de la fisiología, y para ello centraremos nuestro comentario semanal a hablar del corazón.

Todos los monos sabemos que el corazón es un órgano que tiene como única función el repartir sangre con fuerza por todo el sistema circulatorio. Es pues una autentica bomba de propulsión sanguínea.

Como digo, esto lo saben todos los monos,…todos los monos… menos vosotros ¡¡.

En vuestra supina ignorancia os imagináis que el corazón es el “órgano del amor”, el receptáculo donde se refugian los sentimientos. El mono domestico es tan ignorante que identifica a un órgano del aparato circulatorio con el “santuario del amor”.

Llega San Valentín y vuestros e-mails se llenan de corazones.

Paseo por el campo y veo, grabados en la corteza de los árboles, corazones atravesados por flechas.

Veo postales con imágenes de antaño en las que vuestros machos enamorados declaran, arrodillados y con la mano sobre el corazón, amor eterno a la hembra que cortejan.

Enciendo el televisor y veo una ceremonia de entrega de medallas. En lo más alto del podio se encuentra una atleta norteamericana escuchando su himno nacional con lágrimas en los ojos y mano sobre el corazón.

Salgo a la calle, camino entre vosotros y oigo expresiones tales como: “he tenido una corazonada”, “Pedro tiene muy buen corazón” “veo esto y se me parte el corazón” “José tiene un gran corazón”.

Entro en un bar…suena una canción ya añeja pero con un título sugerente “Corazón partío”. En la mesa de al lado una chica le comenta a otra “...es que se me encoge el corazón” la otra le contesta... “..Yo no me preocuparía, todo el mundo sabe que este tío NO TIENE CORAZÓN ¡¡ en cambio su hermano tiene un corazón de oro, …en fin, ya sabes … ojos que no ven, corazón que no siente”.

En otra mesa una mujer esta leyendo una “revista del corazón” mientras su compañera de mesa escucha Radio Corazón (96.7 FM), conectada a su mp3.

En la mesa de enfrente un fanático de la secta del Opus Dei lee en su libro de oraciones unas frases divinas: El pecado endurece el corazón y permite al espíritu maligno apartarnos del amor. Por eso Dios prometió: "Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne". (Ez 36,26).

A su lado descansa otro librito, “Camino” (la Biblia del Opus), le pido que me lo deje consultar, lo abro por la página 52 y leo el versículo 188- “Mira que el corazón es un traidor.- Tenlo cerrado con siete cerrojos”.

La palabra "corazón" aparece 873 veces en la Biblia y "corazones", otras 88 veces.
En ocasiones la palabra se usa para escribir frases tan disparatadas como esta:
"Circuncidad el prepucio de vuestro corazón y no endurezcáis más vuestra cerviz" (Deuteronomio 10:16)

Francamente, todo muy descorazonador.

Lo dicho, cada día que paso entre vosotros me convenzo más de vuestra estupidez.

Permitidme que un chimpancé pigmeo (así nos llamáis a los bonobos) os explique porque late con fuerza vuestro corazón cuando os embarga la emoción.

Se trata pura y simplemente de una sencillísima operación de acción-reacción fisicoquímica.
Ante una situación de estrés, las glándulas suprarrenales lanzan un chorro de adrenalina al torrente sanguíneo, lo que provoca diversos cambios fisiológicos, tales como: dilatación pupilar, sudoración, producción de glucógeno por medio del hígado, aumento de la tensión muscular, aumento de la tensión arterial, mayor ventilación pulmonar, aumento del ritmo cardíaco, etc.
El incremento de los latidos cardiacos provoca un mejor riego sanguíneo con sangre bien oxigenada gracias al aumento de la ventilación pulmonar, ello permite “alimentar y asistir” a tejidos y órganos del cuerpo.

Todo este súbito cambio fisiológico se anuncia con una taquicardia bien perceptible.
Ello equivoca al primate humano. Sus pocas luces le hacen pensar que los sentimientos, el amor y la emoción, están en el corazón.
Su razonamiento es así de simple: “Si cuando me enfado o me enamoro, el corazón me va más rápido, queda probado que los sentimientos y las emociones están en el corazón...”

Pensáis esto… y os quedáis “tan panchos”.

Lo impactante del caso es que, a pesar de estar tan marcados por vuestro corazón al relacionarlo con vuestros nobles y bajos sentimientos, y a pesar de dedicarle páginas y páginas de prosa y poesía... no sabéis ni la forma que tiene.

Un día se me ocurrió, como parte de mi trabajo de investigación, pedir a cuantos monos de vuestra especie encontré por la calle, que me dibujaran un corazón. Pues bien, todos (sin excepción) me dibujaron la figura simbólica que plasmáis en vuestros naipes, dos arcos por arriba y puntiagudo por abajo.
Sí, exactamente el mismo dibujo que os enviáis por S. Valentín y el mismo que grabáis en el mobiliario urbano.

He aquí una nueva prueba de vuestra ignorancia.

Y como la ignorancia y la religión van de la mano, habéis hecho del corazón un fetiche religioso.
Con recogimiento y devoción procedéis a rezar y adorar al músculo cardíaco al que incluso dedicáis altares y levantáis templos.

Adoráis al Sagrado Corazón de Jesús (no al Jesús del Sagrado Corazón) sino al SAGRADO CORAZÓN de Jesús.
En vuestro delirio presentáis a Jesucristo con el corazón fuera del pecho y sostenido en la mano y, para colmo de los colmos, el órgano aparece envuelto en llamas.


A la Virgen de los Dolores también le sacáis el corazón fuera del pecho y, en este caso, la representáis con el corazón atravesado por siete puñales. Vuestra calenturienta imaginación no tiene límites.


El hecho de que seáis el único animal capaz de adorar a un órgano del cuerpo y de rezarle, ya nos dice bien a las claras que tipo de mono sois.

Lo dicho, los bonobos estamos sorprendidos y atónitos ante vuestras delirantes ocurrencias, a cual más disparatada.

Teniendo en cuenta que acabáis de ampliar la lista de pecados capitales a castigar, y viendo de lo que sois capaces, no sería de extrañar que en un futuro no muy lejano decidierais ampliar también la lista de órganos a adorar, con lo que no nos extrañaría que acabarais rezando al hígado o al riñón de Jesús. Tendríamos, con el Sagrado Corazón de Jesús, el Sagrado Hígado y el Sagrado Riñón.

Os faltaría sólo elegir un órgano más para adorar (y no quiero imaginarme cual) para poder completar, con la cuarta estampita, vuestro póquer santo.



Que la sabiduría del bonobo os acompañe y os ilumine, para quitaros tanta tontería.






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