Hoy me he dado un paseo por el barro gótico de Barcelona. Una zona cargada de historia medieval y de edificios de estilo gótico (por cierto muy bien conservados). Dejando volar la imaginación uno puede imaginarse al mono domestico deambulando por esas antiguas callejuelas siglos atrás.
Atravieso la Plaça del Rei, con su Palau Reial del siglo XIV, y me dirijo al centro religioso y social de la zona, la catedral del siglo XIII (construida en 1298). Su fachada data del siglo XIX, su claustro es de estilo gótico y sus capillas del barroco.
Los turistas disparan el percutor de sus cámaras digitales tratando de inmortalizar la “sagrada estructura” desde cualquier ángulo posible, pero a mí me interesa más enfocar mi cámara en otra dirección.
Siento un especial interés y una gran curiosidad por estudiar vuestro comportamiento fuera y dentro del edificio catedralicio. Estoy seguro de que ello me ayudará a seguir aumentando la lista que voy confeccionando con vuestras miserias. Con el paso de los minutos voy comprobando que no me equivoco. Lo que veo no hace otra cosa que confirmar el concepto que me voy formando de vosotros como especie.
Mientras voy subiendo las escaleras que me llevarán a la puerta principal me llaman poderosamente la atención una serie de mujeres vestidas de negro riguroso con pañuelos cubriendo sus cabezas. Se colocan de tal manera que forman una doble hilera a cada lado de la escalinata y de rodillas imploran una limosna con voz lastimera a cada persona que se acerca a la entrada. No me cabe la menor duda de que saben como impactaros:
En primer lugar, se colocan cerca de la puerta de la catedral porque adivinan que allí sois más vulnerables ya que cerca de la “casa del Señor” la conciencia aprieta.
En segundo lugar, se colocan de rodillas, es decir, en postura de sumisión para despertar vuestra compasión.
Y en tercer lugar, refuerzan el mensaje de desamparo al expresarse con voz afligida al pedir limosna.
Tan pronto como ha pasado el grupo de visitantes recobran, como por arte de magia, el buen humor y parlotean animadamente entre ellas mientras ríen de cuando en cuando… para volver a mostrar una imagen de gran pena cuando ven llegar a un nuevo grupo de turistas.
Por la manera de expresarse sé que son pedigüeñas rumanas y por su estrategia, táctica y técnica, adivino que no son tontas.
Llego a la puerta principal de la catedral y me encuentro a los cancerberos y seguratas a los que ya dedique un post titulado “Seguratas de catedral” en este mismo blog. Ellos son los encargados de decidir si podéis entrar o no, según les parezca al terminar de repasaros (ocularmente) de arriba abajo. Valoran vuestra indumentaria y la cantidad de epidermis que exponéis al público. Según como os vean vestidos no os dejarán entrar, al igual que hacen los seguratas de discoteca. Si enseñáis los hombros o demasiada pierna, os impiden la entrada, pues argumentan que “ofendéis al Señor y al niño Jesús”, que, por cierto, os esperan dentro….. el niño Jesús desnudo y el Señor en taparrabos.
Os debo confesar que cada vez que pienso que la exposición de un hombro, de un brazo o una pierna, puede ofender a vuestro Dios, me convenzo cada vez más de que, o bien vosotros, o vuestro Dios, o ambos, estáis enfermos. Y más aún, cuando considero que estáis convencidos de que esos hombros, esos brazos y esas piernas las ha creado el mismo Dios que, según vosotros, se ofende al ver vuestras extremidades. Verdaderamente estáis “pirados”.
También descubro que para entrar en la “Casa de Dios” os obligan a pagar una entrada al igual que ocurre si queréis entrar en el circo, cine o teatro. El precio de la entrada que se expende en taquilla es de 5 euros (825 Pts), y si se os ocurre ir a la Sagrada Familia os harán pagar el doble para entrar: 10 euros (1650 pesetas), si sois jóvenes os pedirán el “Carnet Joven” y os harán pagar a continuación 8 euros para poder entrar. Tampoco para los ancianos y jubilados tienen ninguna consideración y a pesar de sus raquíticas pensiones les obligan a pagar los 8 euros preceptivos (1320 pesetas).
En fin, una autentica vergüenza que viene a demostrar el desmesurado amor al dinero que tienen esas tribus de brujos que, por cierto, ha hecho voto de pobreza.
Debo confesar que siempre me fascinó ver al mono domestico rezar a sus dioses. Para hacerlo, se dirigen a una iglesia y una vez allí se colocan de rodillas y a continuación sueltan una retahíla de frases que se han tenido que aprender de memoria y que a veces repiten en forma de letanías interminables. Una de esas formulas se llama Avemaría. Cuando sois monitos pequeños os las enseñan y obligan a aprender de memoria los brujos o brujas de la tribu. Luego, de mayores, las soltáis mecánicamente, cual cotorras, 5 veces seguidas en grupos de a 10, mientras utilizáis una serie de granos atados en serie para no descontaros. A ese extraño artilugio le llamáis rosario.
Otro grupo de frases, que también os han hecho aprender de pequeños, son las que llamáis: Padrenuestro, Salve o Credo.
Lo más curioso, es que ese torrente de frases memorizadas, las soltáis siempre delante de determinados muñecos de cartón, madera o yeso que se guardan en esos edificios y que representan múltiples divinidades.
Sois unos pobres monos tan domesticados, que no sólo os han enseñado las palabras que deberéis repetir como autómatas sino que también os han indicado como tenéis que humillaros, hasta el punto de tener que permanecer de rodillas ante esos muñecos de yeso.
A través de adoctrinamientos previos os convocan determinados días a determinadas horas en determinados edificios para dedicaros a exhibiciones colectivas de sumisión… y de paso, los curas, os intentan sacar algunas perras apelando a vuestra conciencia como a continuación os intentaré demostrar.
Volvamos a la catedral, porque lo más vergonzante esta por venir.
Una vez os han despojado de los 5 o 10 eurazos en taquilla, y nada más cruzar la puerta de entrada, os encontrareis a vuestra derecha un tenderete donde os intentaran vender multitud de objetos para poder ejercitar variados ejercicios de fetichismo y, por supuesto, a precios desorbitados.
Lo segundo que me llama la atención es que entre el ambiente oscuro, lúgubre y plagado de tumbas que me envuelve destacan varias pantallas de plasma anunciando servicios, y múltiples focos de atención en los que se pide dinero.
En las numerosas capillas dedicadas a vuestros dioses mayores y menores han colocado puntos de recaudación. Si la capilla la comparten dos santos, se colocan dos puntos de euro captación, uno para cada santo. Me imagino que no hará falta que os recuerde que los santos no se gastarán ni un euro de lo recolectado…todo irá a parar al tesoro catedralicio para que los brujos puedan hacer uso de lo recolectado.
¿Y que sistemas utilizan para sacaros el dinero a costa de vuestras creencias?
Cada imagen representada tiene un cajón con una ranura para que podáis echar vuestras monedas, estos cajones se llaman “cepillos” y cada uno lleva el nombre del santo.
Estudio con atención el cajón traga dineros y adivino una forma subliminal de manipularos. Resulta que el cajón está en el suelo al otro lado de las rejas, mientras la ranura para depositar las monedas se halla varios palmos por encima. Ranura y cajón se conectan mediante un largo tubo cilíndrico. Al ser todo el conjunto de metal, el largo viaje de las monedas en su trayecto a la caja es ruidoso, y mucho más lo es, el fuerte impacto final al aterrizar en el cajón de metal. El eco del impacto es notado por todo aquel que se encuentre en las proximidades. A eso los estudiosos del comportamiento lo llaman “inducción comportamental”. El impacto llama la atención e induce a la imitación. Ingeniosa manera de manipularos.
En realidad la culpa es vuestra por creer todo lo que os predican, ello les lleva a tomar sus conclusiones sobre su rebaño…. conclusiones que a la vista están (por como se dirigen a vosotros).
Para que os deis cuenta de la magnitud del negocio que se han montado esos señores, os diré que me he dedicado a contar la cantidad de cepillos y paneles de luces captadores de euros que han montado en las 40 capillas. Las cifras son demoledoras: 121 puntos de recaudación, repartidos entre 69 cepillos y 52 baterías de luces.
Llama la atención las 12 capillas que dedican a 12 vírgenes diferentes ¡¡ Ver para creer ¡¡ ¿Pero no os dais cuenta que “se quedan” con vosotros ?
Otras 2 capillas las dedican a sendos órganos del aparato circulatorio, a saber: “Sagrado Corazón de Jesús” y “Purísimo Corazón de la Virgen” ¡¡¡
También es interesante haceros notar que una de las vírgenes, la Virgen de Lourdes, tiene un panel de luces y un cepillo para ella y otro panel y cepillo para los enfermos. No puedo ver lo que hay dentro de los cepillos, pero por la cantidad de luces encendidas veo que dedicáis más devoción a los enfermos que a la propia virgen.
A destacar también la capilla dedicada a los curas simpatizantes del ejercito rebelde sublevado contra la legalidad democrática, muertos en la Guerra Civil (a los que califican de mártires). El “detalle” se comenta por si solo.
Pero por si esos 121 puntos de recaudación no fueran pocos, os colocan una serie de cepillos extra para pedir dinero para los “Santos lugares de Tierra Santa”. Otro más para pedir dinero para los “pobres”.
Con otros cepillos piden dinero para las obras. Otros más recolectan para “el culto”. Otros cinco cepillos piden dinero para el órgano. Cerca de la entrada un nuevo cepillo recolecta dinero para la “Hoja Dominical” (o sea que les pagáis su propia propaganda).
En su interior os venderán todo tipo de artilugios y fetiches propios del rito católico (rosarios, estampas, escapularios, cruces, imágenes de santos, etc.)
No les importa extender su objeto de comercio sobre las tumbas que tapizan el suelo de lo que antes probablemente era una capilla y que fue vaciada para admitir el mencionado comercio. ¿Cómo pueden tener tan poca vergüenza ?
En la mismo lugar donde os obligan a vestir con recato, por ser considerada zona sagrada, se lanzan sin complejos al más delirante comercio turístico. A mi entender, parece claro que a vuestros curas les parece más importante el dinero que la propia Biblia y los Evangelios. ¿Por qué digo eso? Lo entenderéis perfectamente cuando leáis el siguiente pasaje bíblico extraído de vuestros evangelios.
“…Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados. Hizo un azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo a los vendedores de palomas: “Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”.
Sn. Jn. II, 13-22
…. Luego os dirán que los cristianos debéis leer el Evangelio y practicar sus enseñanzas en vuestra vida diaria…
¡¡¡ HIPÓCRITAS ¡¡¡
Atravieso la Plaça del Rei, con su Palau Reial del siglo XIV, y me dirijo al centro religioso y social de la zona, la catedral del siglo XIII (construida en 1298). Su fachada data del siglo XIX, su claustro es de estilo gótico y sus capillas del barroco.
Los turistas disparan el percutor de sus cámaras digitales tratando de inmortalizar la “sagrada estructura” desde cualquier ángulo posible, pero a mí me interesa más enfocar mi cámara en otra dirección.
Siento un especial interés y una gran curiosidad por estudiar vuestro comportamiento fuera y dentro del edificio catedralicio. Estoy seguro de que ello me ayudará a seguir aumentando la lista que voy confeccionando con vuestras miserias. Con el paso de los minutos voy comprobando que no me equivoco. Lo que veo no hace otra cosa que confirmar el concepto que me voy formando de vosotros como especie.
Mientras voy subiendo las escaleras que me llevarán a la puerta principal me llaman poderosamente la atención una serie de mujeres vestidas de negro riguroso con pañuelos cubriendo sus cabezas. Se colocan de tal manera que forman una doble hilera a cada lado de la escalinata y de rodillas imploran una limosna con voz lastimera a cada persona que se acerca a la entrada. No me cabe la menor duda de que saben como impactaros:
En primer lugar, se colocan cerca de la puerta de la catedral porque adivinan que allí sois más vulnerables ya que cerca de la “casa del Señor” la conciencia aprieta.
En segundo lugar, se colocan de rodillas, es decir, en postura de sumisión para despertar vuestra compasión.
Y en tercer lugar, refuerzan el mensaje de desamparo al expresarse con voz afligida al pedir limosna.
Tan pronto como ha pasado el grupo de visitantes recobran, como por arte de magia, el buen humor y parlotean animadamente entre ellas mientras ríen de cuando en cuando… para volver a mostrar una imagen de gran pena cuando ven llegar a un nuevo grupo de turistas.
Por la manera de expresarse sé que son pedigüeñas rumanas y por su estrategia, táctica y técnica, adivino que no son tontas.
Llego a la puerta principal de la catedral y me encuentro a los cancerberos y seguratas a los que ya dedique un post titulado “Seguratas de catedral” en este mismo blog. Ellos son los encargados de decidir si podéis entrar o no, según les parezca al terminar de repasaros (ocularmente) de arriba abajo. Valoran vuestra indumentaria y la cantidad de epidermis que exponéis al público. Según como os vean vestidos no os dejarán entrar, al igual que hacen los seguratas de discoteca. Si enseñáis los hombros o demasiada pierna, os impiden la entrada, pues argumentan que “ofendéis al Señor y al niño Jesús”, que, por cierto, os esperan dentro….. el niño Jesús desnudo y el Señor en taparrabos.
Os debo confesar que cada vez que pienso que la exposición de un hombro, de un brazo o una pierna, puede ofender a vuestro Dios, me convenzo cada vez más de que, o bien vosotros, o vuestro Dios, o ambos, estáis enfermos. Y más aún, cuando considero que estáis convencidos de que esos hombros, esos brazos y esas piernas las ha creado el mismo Dios que, según vosotros, se ofende al ver vuestras extremidades. Verdaderamente estáis “pirados”.
También descubro que para entrar en la “Casa de Dios” os obligan a pagar una entrada al igual que ocurre si queréis entrar en el circo, cine o teatro. El precio de la entrada que se expende en taquilla es de 5 euros (825 Pts), y si se os ocurre ir a la Sagrada Familia os harán pagar el doble para entrar: 10 euros (1650 pesetas), si sois jóvenes os pedirán el “Carnet Joven” y os harán pagar a continuación 8 euros para poder entrar. Tampoco para los ancianos y jubilados tienen ninguna consideración y a pesar de sus raquíticas pensiones les obligan a pagar los 8 euros preceptivos (1320 pesetas).
En fin, una autentica vergüenza que viene a demostrar el desmesurado amor al dinero que tienen esas tribus de brujos que, por cierto, ha hecho voto de pobreza.
Debo confesar que siempre me fascinó ver al mono domestico rezar a sus dioses. Para hacerlo, se dirigen a una iglesia y una vez allí se colocan de rodillas y a continuación sueltan una retahíla de frases que se han tenido que aprender de memoria y que a veces repiten en forma de letanías interminables. Una de esas formulas se llama Avemaría. Cuando sois monitos pequeños os las enseñan y obligan a aprender de memoria los brujos o brujas de la tribu. Luego, de mayores, las soltáis mecánicamente, cual cotorras, 5 veces seguidas en grupos de a 10, mientras utilizáis una serie de granos atados en serie para no descontaros. A ese extraño artilugio le llamáis rosario.
Otro grupo de frases, que también os han hecho aprender de pequeños, son las que llamáis: Padrenuestro, Salve o Credo.
Lo más curioso, es que ese torrente de frases memorizadas, las soltáis siempre delante de determinados muñecos de cartón, madera o yeso que se guardan en esos edificios y que representan múltiples divinidades.
Sois unos pobres monos tan domesticados, que no sólo os han enseñado las palabras que deberéis repetir como autómatas sino que también os han indicado como tenéis que humillaros, hasta el punto de tener que permanecer de rodillas ante esos muñecos de yeso.
A través de adoctrinamientos previos os convocan determinados días a determinadas horas en determinados edificios para dedicaros a exhibiciones colectivas de sumisión… y de paso, los curas, os intentan sacar algunas perras apelando a vuestra conciencia como a continuación os intentaré demostrar.
Volvamos a la catedral, porque lo más vergonzante esta por venir.
Una vez os han despojado de los 5 o 10 eurazos en taquilla, y nada más cruzar la puerta de entrada, os encontrareis a vuestra derecha un tenderete donde os intentaran vender multitud de objetos para poder ejercitar variados ejercicios de fetichismo y, por supuesto, a precios desorbitados.
Lo segundo que me llama la atención es que entre el ambiente oscuro, lúgubre y plagado de tumbas que me envuelve destacan varias pantallas de plasma anunciando servicios, y múltiples focos de atención en los que se pide dinero.
En las numerosas capillas dedicadas a vuestros dioses mayores y menores han colocado puntos de recaudación. Si la capilla la comparten dos santos, se colocan dos puntos de euro captación, uno para cada santo. Me imagino que no hará falta que os recuerde que los santos no se gastarán ni un euro de lo recolectado…todo irá a parar al tesoro catedralicio para que los brujos puedan hacer uso de lo recolectado.
¿Y que sistemas utilizan para sacaros el dinero a costa de vuestras creencias?
Cada imagen representada tiene un cajón con una ranura para que podáis echar vuestras monedas, estos cajones se llaman “cepillos” y cada uno lleva el nombre del santo.
Estudio con atención el cajón traga dineros y adivino una forma subliminal de manipularos. Resulta que el cajón está en el suelo al otro lado de las rejas, mientras la ranura para depositar las monedas se halla varios palmos por encima. Ranura y cajón se conectan mediante un largo tubo cilíndrico. Al ser todo el conjunto de metal, el largo viaje de las monedas en su trayecto a la caja es ruidoso, y mucho más lo es, el fuerte impacto final al aterrizar en el cajón de metal. El eco del impacto es notado por todo aquel que se encuentre en las proximidades. A eso los estudiosos del comportamiento lo llaman “inducción comportamental”. El impacto llama la atención e induce a la imitación. Ingeniosa manera de manipularos.
Además del cepillo, también os colocan una serie de lucecitas dispuestas en batería sobre un panel. Esas lucecitas las podréis encender a base de depositar monedas. Cuantas más monedas depositéis en la ranura más luces encenderéis.
Se supone que esas bombillitas pretenden sustituir a las clásicas velas, pero es que los curas, en el colmo de su cara dura, han pensado que otra buena manera de aprovecharse de vosotros, para sacaros más dinero, es sugerir y afirmar que encender luces a base de monedas os sirve PARA SUSTITUIR LAS ORACIONES que queréis rezar por vuestra cuenta o que os sean impuestas en penitencia por vuestros pecados al confesaros. Así lo indica el letrero que preside la batería de luces y que reza en mayúsculas: "QUE MI LUZ SEA UNA PLEGARIA", (ver foto).
Supongo que los curas piensan lo siguiente: “Con las oraciones no les sacamos dinero, pero teniendo en cuenta que se creen todo lo que les decimos, podríamos hacerles creer que las lucecitas pueden sustituir a las oraciones, de esta manera nos podremos hacer con un buen capital. Para ello bastará colocar gran cantidad de paneles de luces por todas partes. A ellos les será más cómodo, ya que se evitan el tostón de la oración… y a nosotros nos será más productivo”. Y dicho y hecho. ¡¡ El morro de esa gente no lo supera ni el del oso hormiguero ¡¡
Visto lo visto, tampoco me sorprende el vergonzoso e indignante cepillo reforzado que los curas han colgado en la mismísima puerta de entrada y que tiene una leyenda que reza "LIMOSNAS PENITENCIALES". Me imagino que allí pretenden que vayan a parar las “multas” impuestas en penitencia por los confesores o por la autoinculpación de los propios fieles.
Si vuestros brujos no tienen escrúpulos en equiparar dinero a oraciones no os debe extrañar que también sean capaces de equiparar dinero a penitencia, de esta manera podrán obtener aun mejores beneficios crematísticos.
Puestos a sacar dinero, pretenden sacar dinero incluso de las piedras ¡¡¡
Convencidos como están de que sus fieles se tragan todo lo que les dicen, han llegado a la conclusión de que les pueden vender incluso piedras. Y van aun más lejos, os venden cada piedra a 10 euros (1650 Pts.) y, para más INRI, se quedan ellos con las piedras. Os levantan la camisa a base de bien; ellos se quedan con las mismas piedras que tenían pero vosotros os quedáis con unos cuantos euros menos.
La propuesta que os hacen me convence de que ponen en duda vuestro nivel intelectual, y mi convencimiento se incrementa cuando veo como os anuncian la venta de piedras.
Si yo me tuviese que dirigir a un ser con un coeficiente intelectual normal, me limitaría a decirle que cada piedra vale 10 euros. En cambio si tuviera que dirigirme a alguien con un preocupante déficit intelectual me vería obligado a especificar de manera detallada que: “…una piedra = 10 euros, 2 piedras = 20 euros, 3 piedras = 30 euros…etc.”. Pues bien, los curas, para dirigirse a vosotros utilizan esta última estrategia. ¡¡ Imaginad lo que deben pensar de
Visto lo visto, tampoco me sorprende el vergonzoso e indignante cepillo reforzado que los curas han colgado en la mismísima puerta de entrada y que tiene una leyenda que reza "LIMOSNAS PENITENCIALES". Me imagino que allí pretenden que vayan a parar las “multas” impuestas en penitencia por los confesores o por la autoinculpación de los propios fieles.
Si vuestros brujos no tienen escrúpulos en equiparar dinero a oraciones no os debe extrañar que también sean capaces de equiparar dinero a penitencia, de esta manera podrán obtener aun mejores beneficios crematísticos.
Puestos a sacar dinero, pretenden sacar dinero incluso de las piedras ¡¡¡
Convencidos como están de que sus fieles se tragan todo lo que les dicen, han llegado a la conclusión de que les pueden vender incluso piedras. Y van aun más lejos, os venden cada piedra a 10 euros (1650 Pts.) y, para más INRI, se quedan ellos con las piedras. Os levantan la camisa a base de bien; ellos se quedan con las mismas piedras que tenían pero vosotros os quedáis con unos cuantos euros menos.
La propuesta que os hacen me convence de que ponen en duda vuestro nivel intelectual, y mi convencimiento se incrementa cuando veo como os anuncian la venta de piedras.
Si yo me tuviese que dirigir a un ser con un coeficiente intelectual normal, me limitaría a decirle que cada piedra vale 10 euros. En cambio si tuviera que dirigirme a alguien con un preocupante déficit intelectual me vería obligado a especificar de manera detallada que: “…una piedra = 10 euros, 2 piedras = 20 euros, 3 piedras = 30 euros…etc.”. Pues bien, los curas, para dirigirse a vosotros utilizan esta última estrategia. ¡¡ Imaginad lo que deben pensar de
vosotros ¡¡¡
En realidad la culpa es vuestra por creer todo lo que os predican, ello les lleva a tomar sus conclusiones sobre su rebaño…. conclusiones que a la vista están (por como se dirigen a vosotros).
Para que os deis cuenta de la magnitud del negocio que se han montado esos señores, os diré que me he dedicado a contar la cantidad de cepillos y paneles de luces captadores de euros que han montado en las 40 capillas. Las cifras son demoledoras: 121 puntos de recaudación, repartidos entre 69 cepillos y 52 baterías de luces.
Llama la atención las 12 capillas que dedican a 12 vírgenes diferentes ¡¡ Ver para creer ¡¡ ¿Pero no os dais cuenta que “se quedan” con vosotros ?
Otras 2 capillas las dedican a sendos órganos del aparato circulatorio, a saber: “Sagrado Corazón de Jesús” y “Purísimo Corazón de la Virgen” ¡¡¡
También es interesante haceros notar que una de las vírgenes, la Virgen de Lourdes, tiene un panel de luces y un cepillo para ella y otro panel y cepillo para los enfermos. No puedo ver lo que hay dentro de los cepillos, pero por la cantidad de luces encendidas veo que dedicáis más devoción a los enfermos que a la propia virgen.
A destacar también la capilla dedicada a los curas simpatizantes del ejercito rebelde sublevado contra la legalidad democrática, muertos en la Guerra Civil (a los que califican de mártires). El “detalle” se comenta por si solo.
Pero por si esos 121 puntos de recaudación no fueran pocos, os colocan una serie de cepillos extra para pedir dinero para los “Santos lugares de Tierra Santa”. Otro más para pedir dinero para los “pobres”.
Con otros cepillos piden dinero para las obras. Otros más recolectan para “el culto”. Otros cinco cepillos piden dinero para el órgano. Cerca de la entrada un nuevo cepillo recolecta dinero para la “Hoja Dominical” (o sea que les pagáis su propia propaganda).
También se han montado un negocio con los 6 audios que distribuyen entre las columnas de la catedral.
Me acerco a la zona del coro que ya había visitado en otras ocasiones y descubro (ya sin sorprenderme) que incluso allí han colocado a una señora frente a una mesilla que os pedirá 2.20 euros para entrar.
En el claustro, en un cuartucho, han recogido una serie de objetos viejos y ropa usada y han aprovechado para pediros 2 euros más con la excusa de que aquello es un museo.
En el mismo claustro encontrareis un despacho para contratar misas… pagando.
Al igual que ocurre con la puerta principal, en la puerta de entrada al claustro desde la calle se encuentra otro segurata que repasará vuestra indumentaria, os mirará el escote, los hombros y las piernas. Si vais fresquitas no os dejará entrar (no sirve de excusa el calor del mes de agosto) pero como alternativa os “sugerirá” que compréis una capita que venden allí mismo en la entrada para que podáis cubrir vuestros pecaminosos hombros. En ese chiringuito aprovechan para vender velas de diferentes tamaños junto con una cierta variedad de fetiches.
Si visitáis el claustro por Navidad veréis que en el jardín del centro han colocado cuatro figuras a modo de Belén. Un nuevo cepillo os sugerirá apoyo monetario.
Por cierto, en aquella zona han colocado un inmundo gallinero del estilo más cutre que uno se pueda imaginar, donde viven en prisión unos pobres faisanes.
En el estanque de las ocas relucen centenares de monedas. No me extrañaría que los curas se hubiesen apuntado a cursos de submarinismo para hacerse también con esas monedas de manera periódica.
Si visitáis la catedral veréis que en la entrada, junto a las taquillas figuran unos horarios de libre acceso (durante las misas), pues bien, esos horarios no se cumplen. Media hora antes de lo estipulado ya echan a la gente a la calle. Los vigilantes van barriendo hacia fuera a los fieles, mientras se impide la entrada a otros desde el exterior. Ello causa frecuentes protestas y airadas discusiones en la entrada. Yo, y mis acompañantes, hemos sido testigos presenciales de cómo incluso se han atrevido a echar a la calle a una pobre anciana que esperaba turno para poderse confesar. ¡¡ Sin comentarios ¡¡.
Y dejo lo peor para el final. Quizás lo que más me ha impresionado de vuestra catedral y de la supuesta avaricia de vuestros brujos, es el descarado comercio que han montado dentro del propio claustro.
Le llaman “La Botiga” y destaca entre la oscura austeridad del entorno iluminado con discretas velas, anunciándose ostentosamente con toda pompa de iluminación.
En el claustro, en un cuartucho, han recogido una serie de objetos viejos y ropa usada y han aprovechado para pediros 2 euros más con la excusa de que aquello es un museo.
En el mismo claustro encontrareis un despacho para contratar misas… pagando.
Al igual que ocurre con la puerta principal, en la puerta de entrada al claustro desde la calle se encuentra otro segurata que repasará vuestra indumentaria, os mirará el escote, los hombros y las piernas. Si vais fresquitas no os dejará entrar (no sirve de excusa el calor del mes de agosto) pero como alternativa os “sugerirá” que compréis una capita que venden allí mismo en la entrada para que podáis cubrir vuestros pecaminosos hombros. En ese chiringuito aprovechan para vender velas de diferentes tamaños junto con una cierta variedad de fetiches.
Si visitáis el claustro por Navidad veréis que en el jardín del centro han colocado cuatro figuras a modo de Belén. Un nuevo cepillo os sugerirá apoyo monetario.
Por cierto, en aquella zona han colocado un inmundo gallinero del estilo más cutre que uno se pueda imaginar, donde viven en prisión unos pobres faisanes.
En el estanque de las ocas relucen centenares de monedas. No me extrañaría que los curas se hubiesen apuntado a cursos de submarinismo para hacerse también con esas monedas de manera periódica.
Si visitáis la catedral veréis que en la entrada, junto a las taquillas figuran unos horarios de libre acceso (durante las misas), pues bien, esos horarios no se cumplen. Media hora antes de lo estipulado ya echan a la gente a la calle. Los vigilantes van barriendo hacia fuera a los fieles, mientras se impide la entrada a otros desde el exterior. Ello causa frecuentes protestas y airadas discusiones en la entrada. Yo, y mis acompañantes, hemos sido testigos presenciales de cómo incluso se han atrevido a echar a la calle a una pobre anciana que esperaba turno para poderse confesar. ¡¡ Sin comentarios ¡¡.
Y dejo lo peor para el final. Quizás lo que más me ha impresionado de vuestra catedral y de la supuesta avaricia de vuestros brujos, es el descarado comercio que han montado dentro del propio claustro.
Le llaman “La Botiga” y destaca entre la oscura austeridad del entorno iluminado con discretas velas, anunciándose ostentosamente con toda pompa de iluminación.
A ambos lados de la entrada han colocado sendos expositores de postales al estilo de los que se encuentran en los kioscos de las Ramblas, donde venden todo tipo de postales turísticas de Barcelona, con una buena representación de edificios, monumentos, estadios de futbol, gorila albino, etc.
En su interior os venderán todo tipo de artilugios y fetiches propios del rito católico (rosarios, estampas, escapularios, cruces, imágenes de santos, etc.)
También os venderán souvenirs, discos y libros de temas diversos… entre los que destacan las guías turísticas. Pero es que en el colmo de la caradura incluso os intentaran vender ¡¡ libros de cocina ¡¡.
No les importa extender su objeto de comercio sobre las tumbas que tapizan el suelo de lo que antes probablemente era una capilla y que fue vaciada para admitir el mencionado comercio. ¿Cómo pueden tener tan poca vergüenza ?
En la mismo lugar donde os obligan a vestir con recato, por ser considerada zona sagrada, se lanzan sin complejos al más delirante comercio turístico. A mi entender, parece claro que a vuestros curas les parece más importante el dinero que la propia Biblia y los Evangelios. ¿Por qué digo eso? Lo entenderéis perfectamente cuando leáis el siguiente pasaje bíblico extraído de vuestros evangelios.
“…Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados. Hizo un azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo a los vendedores de palomas: “Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”.
Sn. Jn. II, 13-22
…. Luego os dirán que los cristianos debéis leer el Evangelio y practicar sus enseñanzas en vuestra vida diaria…
¡¡¡ HIPÓCRITAS ¡¡¡
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