domingo, 6 de enero de 2008

"SEGURATA" DE CATEDRAL.

Os comentaba en mi anterior post, que al llegar a Europa para iniciar el estudio sobre los monos domésticos, una de las primeras cosas que me impuse fue la de visitar sus lugares de encuentro. Empecé por las iglesias. Allí tuve ocasión de sacar muchas conclusiones que iremos desgranando con el tiempo
Como era de esperar, el mono domestico también en esos lugares es esclavo de sus propias reglas.
Hoy me referiré a la “auto imposición” en la forma de vestir.
Resulta que vuestros “brujos de la tribu” son tan dictatoriales que incluso os regulan vuestra forma de vestir. Si vuestra opción es la de ser cristianos tendréis que pasar un filtro.
Por lo que veo habéis colocado una especie de “segurata” de discoteca frente a la puerta de vuestras catedrales. Antes de entrar os mira pecho, espalda, brazos y piernas. Supongo que no hará falta que os diga que tratándose de creencias cristianas o islámicas los “palos” se los llevan las hembras de vuestra especie por el simple hecho de ser hembras.

El humano de la puerta decide quien entra o no… como en las discotecas. Primero os mira el pecho, y si a él le parece que os pasáis con el escote, no entráis. Ahora bien ¿Qué baremo utiliza para juzgar el grado de exposición pectoral que puede excitar a vuestros dioses? Me imagino que será el sensor que tiene situado por debajo de su ombligo, entre las piernas.

En cuanto al asunto de los brazos la cosa es aun más hilarante. Resulta que vuestro mono cancerbero se concentra en la exposición de los hombros. Y yo me pregunto ¿Qué demonio les pasa a los hombros? ¿Cómo se puede ser tan retorcido? He visto con mis propios ojos como en la catedral de Barcelona y en plena canícula de agosto, el iluminado portero allí ubicado impedía la entrada de un niño de unos seis años por llevar un “T-shirt” sin mangas. La indignación de sus padres (turistas norteamericanos) fue de órdago. Uno luego se explica porque hay tantos casos de pederastia en la Iglesia católica. ¿Cómo puede ofender a alguien, en su sano juicio, el brazo desnudo de un niño de 6 añitos? ¿Hasta que punto puede llegar la perversión de estos sujetos? ¡Pero si tenéis al niño Jesús desnudo dentro de la catedral! Allí lo exponeis repetidamente en brazos de las innumerables imágenes de vírgenes que en aquel lugar se exhiben... incluso a vuestro Jesucristo lo teneis allí dentro, en taparrabos ¡¡¡

La familia americana terminó por marcharse despotricando, y yo terminé convencido de que ya había tres católicos menos.

He notado, y anotado en mi libreta de campo, que a las autoridades eclesiásticas se les ha ocurrido que de esta situación pueden sacar dinero. Por ello, en la entrada de algunas catedrales han instalado una especie de segundo chiringuito (en el primero ya se os cobra por entrar) donde venden un chal para que las hembras del primate humano puedan taparse los provocativos hombros que tanto ofenden a sus dioses.
Algunas de ellas hacen gala de su inventiva y les hunden el negocio colocandose un “clinex” sobre cada hombro para así poder pasar la frontera eclesiástica sin pagar.

Pero la cosa no termina aquí. Resulta que a los feligreses también les miran las piernas. La “zona roja” empieza por encima de la rodilla. Sin embargo, lo curioso en este caso es que aquí se invierten los papeles. Mientras las hembras de la especie humana pueden enseñar sus piernas, los machos no podrán hacerlo. Y así, si ellas llevan faldas a la altura de la rodilla entrarán, y si ellos llevan pantalones cortos al mismo nivel de la rodilla, no pasarán. Lo curioso es que tanto ellas como ellos muestran la misma superficie de pierna, pero se ve que para vuestros dioses las piernas masculinas son más provocativas que las femeninas.
Antes de abandonar la zona le pregunté al portero lo siguiente: “Teniendo en cuenta que tanto ellos como ellas enseñan la misma cantidad de pierna ¿Por qué pueden entrar ellas y ellos no?” Se me quedó mirando con la boca entreabierta, para luego balbucear con una sonrisa bobalicona, “Por que siempre ha sido así”. Y yo, dando un respingo, me marché convencido de que acababa de conocer a otro posible candidato al premio Nóbel.

En el Vaticano, ¡como no¡ dan un paso más en el despropósito, ya que allí los machos de vuestra especie no pueden enseñar ni media pierna. Los pantalones “pirata” están prohibidos en la basílica incluso en el mes de agosto. Quien los lleve no podrá pasar ni el primero de los tres filtros que en aquella zona colocan. En este caso he podido comprobar que algunos avispados conocedores de las reglas vaticanas resuelven su situación con pantalones largos de repuesto.
Ni que decir tiene que los islámicos son aún más exigentes en la domesticación de libertades corporales. Con ellos no valen ni escotes, ni brazos ni piernas, ya que, aparte de sus libertades, también deben dejar fuera de sus templos de oración… sus zapatos.

Me permitiréis que después de los datos expuestos, os pregunte de nuevo ¿En verdad os consideráis una especie inteligente?

Un consejo para terminar. En lugar de llevar a vuestros hijos el fin de semana al zoo para que puedan ver a otras especies animales encarceladas, llevadles a las puertas de las catedrales los domingos de verano. Os divertiréis más viendo hasta que punto se complica la vida el animal humano con decisiones estúpidas… y además ¡os saldrá gratis!


Os dejo hasta la próxima semana en la que reflexionaremos sobre la ANIMALIDAD HUMANA.

Que la paz del bonobo sea con vosotros.

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