martes, 23 de diciembre de 2008

LA MENTIRA DE LA NAVIDAD

Desde que estoy entre vosotros (se cumple un año ya) no he dejado de sorprenderme por vuestra actitud hacia la vida y hacia todo lo que os rodea.
Me impactan profundamente, y a menudo muy desagradablemente, la mayoría de vuestras filosofías. Reflexionando sobre ellas, uno no debe extrañarse de que os matéis los unos a los otros y de que sigáis destruyendo sin cesar el entorno natural que os rodea.
Observo con pena que en vuestro país habéis sido domesticados (vosotros diríais “educados”) en el nacional catolicismo y eso se deja notar en lo que atañe a vuestra relación con los demás animales o en lo que opináis sobre el sexo, la tolerancia, los avances científicos, las costumbres, las supersticiones, etc.

Como sabéis, la religión es un factor geográfico. Si hubieseis nacido en Marruecos tendríais una religión, si habitaseis en la India tendríais otras creencias completamente distintas, y lo mismo os ocurriría si vivieseis en otro rincón del mundo.
En la zona geográfica en la que me hallo en estos momentos, y en la que os ha tocado vivir, predomina la religión católica.
Una religión que os ha marcado profundamente, y a mí también al considerar la gran cantidad de mentiras en las que basa su doctrina.

Lo más triste, sin embargo, no es ya que intenten engañaros con falsedades, promesas y amenazas los brujos de la tribu, lo verdaderamente patético es… que lo consigan, porque eso ridiculiza vuestra supuesta inteligencia.

En estas fechas estáis inmersos en la preparación y disfrute de las fiestas navideñas. En vuestra ignorancia, estáis convencidos de celebrar una fiesta religiosa, cuando en realidad, lo que celebráis es una fiesta pagana.

Una de las habituales mentiras que os ha metido en la cabeza la Iglesia desde que os adoctrinó de pequeños, es la de que Jesucristo nació el 25 de diciembre de hace 2008 años.
Dada vuestra poca afición a pensar sobre lo que os dicen los curas, no es de extrañar que deis por bueno cualquier cosa que os dicte la autoridad eclesiástica, por disparatada que sea. “Lo que diga el brujo de la tribu desde lo alto del pulpito…va a misa” (y nunca mejor dicho).

Uno sospecha de la “verdad” cuando contrasta lo que dicen sobre sus dogmas las diversas religiones con las que os habéis empeñado en complicar y amargar vuestro breve paso por este mundo.

Vosotros, por católicos, estáis convencidos de que Eva mordió una manzana ¿De dónde habéis sacado tal cosa? El Antiguo Testamento no habla de manzana sino de “fruto prohibido del Edén”. Pues bien, curiosamente la Iglesia católica “ya sabe” de que fruto se trataba, “era una manzana”. Lo malo (y a la vez divertido) es que para los judíos se trataba de un higo; para los ortodoxos era una naranja y para los islámicos, fue un vaso de vino.
¡¡¡ A ver si os aclaráis ¡¡¡ porque con vuestras contradicciones no lográis otra cosa que sembrar dudas y hacer el ridículo.

Son muchos los estudiosos que niegan que Jesucristo existiera realmente, tantos, como los que afirman que sí existió. Las dudas se suscitan, entre otras razones, por la falta de pruebas y por la gran cantidad de contradicciones en las que incurren unos y otros.

Sin embargo, imaginemos por un momento que sí existió un personaje que se hizo llamar Jesús. Si utilizamos una de las computadoras de última generación que la ciencia ha puesto en vuestras manos y le introducimos los datos antropométricos de un palestino del siglo I, nos da la imagen de un individuo de altura media, de frente baja, de piel y pelo oscuros, muy parecido a la idea que tenemos de un hombre primitivo.
Estaréis de acuerdo conmigo que este look “vendería” poco por ser poco atractivo, pues bien, la Iglesia (que sabe mucho de marketing, por la cuenta que le trae) le cambia la imagen al protagonista para que os impacte favorablemente y os lo presenta alto, guapo y rubio para que, de esta manera, se acerque más al concepto que tenéis de un líder y os sea más fácil adorarle. Así es como se os manipula.

Aunque muchos de vosotros me recalcáis que la Navidad es un invento del Corte Inglés yo os debo insistir en que, en realidad, la Navidad no deja de ser un invento del Cristianismo basado en la mentira.

No encontramos nada escrito en relación con la Navidad como celebración, en la Biblia; ni Pedro, ni Pablo, ni Juan, ni ninguno de los apóstoles hace mención de dicha fiesta, por lo cual se entiende que no se celebraba en la antigüedad.
Por esta razón, la Iglesia primitiva tampoco se atrevió a celebrar esta fiesta.

El primer lugar donde se menciona una fecha de nacimiento de Jesucristo es en Egipto.


San Clemente de Alejandría se asombró de que algunos teólogos egipcios hablaran no solamente del año, sino también del día en que ocurrió el nacimiento de Jesús, que suponían era el 20 de mayo. Más tarde se creyó que Cristo había venido al mundo el 19 o 20 de abril o incluso el 6 de enero.
El que estableció definitivamente la fecha del 25 de diciembre fue el Papa Julio I, para eliminar la enorme discrepancia que había en cuanto a la fecha del nacimiento del Hijo de Dios, al creer unos que había nacido en mayo, otros en abril, otros en enero, etc.

Julio I dictaminó que Jesús había nacido el 25 de diciembre, y punto (sólo le faltó especificar a que hora saltó la feliz noticia).

Ante tanta incógnita es justo que nos preguntemos ¿De dónde proviene la Navidad?
La historia nos dice que al aceptar el emperador Constantino la doctrina de Jesús, se decidió a cristianizar muchas festividades paganas.
Un ejemplo lo tenéis en las celebraciones de la Pascua de Resurrección de Jesucristo. Las celebraciones cristianas de la Pascua son posteriores y coincidentes en fechas con los festivales en honor a la diosa pagana llamada Astarte. (Ver el libro titulado “Las dos Babilonias”, página 103 (J. Hislop)).



Por otra parte, con anterioridad a la navidad ya existían unas fiestas conocidas como "SATURNALES", celebradas por los romanos paganos. Estas fiestas se extendían del 17 al 24 de diciembre y, precisamente, el día 25 de diciembre, tenía lugar la celebración más importante, la que conmemoraba el nacimiento del Dios Sol. Se trataba de la festividad de Brumalia que celebraba el solsticio de invierno (el día más corto del año y el nuevo sol).
Durante esas fiestas se celebraban grandes banquetes con intercambio de regalos ¿Os suena el “detalle”?


La fiesta del “Natalis Solis Invicti", data de la tradición babilónica que recordaba a Mitra, Baco, Adonis, Horus, Osiris, Júpiter, Hércules y Tammuz, hijo de Nimrod, que habían nacido en la misma época invernal, conocida hoy como Navidad.
De ahí surgió la idea de unir el nacimiento de esos dioses con el nacimiento de Jesús… total, ya no venía de un nombre más ¡¡¡

Las fiestas del solsticio de invierno eran fiestas paganas de los mayas, aztecas, romanos, griegos, egipcios, etc.,
Tienen lugar cuando el sol triunfa sobre la oscuridad, precisamente cuando los días se empiezan a hacer más largos.
Es interesante hacer notar que la cristiandad menciona muchas veces la frase “la luz divina” en sus escritos, lo cual no deja de ser una “traición” del subconsciente al rendir culto al sol.

El avispado, y tramposo Papa Julio I, no escogió la fecha del 25 de diciembre al azar. El muy cuco buscó una fecha con festividades y celebraciones ya constituidas para obtener de esta manera el favor de la población y así a la vez poder cumplir sus anhelos de sustituir una fiesta pagana por una fiesta religiosa.
La fecha escogida coincidía con las festividades que se realizaban en muchos de los desplazamientos de peregrinos durante el solsticio de invierno: las ceremonias vikingas en honor de Odín, las Saturnalias romanas, el nacimiento del dios indoiraní Mitra, etc.
Debo llamar vuestra atención sobre el “sugerente dato” de que un viejo mito oriental dice que Mitra (dios protector del orden cósmico y de la justicia humana, que garantizaba los tratados de paz) salió de su roca un 25 de diciembre para arrancar a los hombres de las garras del mal, y unos pastores asistieron a su nacimiento. ¡¡¡ QUE INMENSA CASUALIDAD ¡¡¡ ¿NO OS PARECE?
Gracias a esta trampa, la Navidad, como fiesta del Nacimiento de Jesús, ha sido fácilmente asimilada al retorno del Sol y al regreso de la luz.

Veamos ahora una nueva prueba para poner al descubierto la gran mentira de la fecha del nacimiento de Jesús.
La figura clave es la de un monje conocido como Dionisio el Exiguo que en el año 523 dC., encontrándose en un convento de Roma, recibe del Papa Hormisdas (Pontificado 514/523) el encargo de establecer el año primero de la Cristiandad a partir de la fecha del Nacimiento de Jesucristo.

Dionisio el Exiguo era un famoso matemático y teólogo nacido en Escitia Menor (actual Moldavia) denominado así por su baja estatura; el monje estudió la Cronología Romana y la correspondiente a los distintos Pueblos Antiguos mencionados en los Libros del Antiguo Testamento.


Dionisio instituye el denominado Anno Domini Nostri Iesu Christi, a partir del cual comienza la Era Cristiana; para ello establece que Jesucristo nació el 25 de diciembre del año 753 a.u.c. (ab urbe condita, desde la fundación de la Cuidad de Roma).
El problema es que ese buen hombre comete 3 graves errores, a saber:

Primer error. - Se equivoca en el cálculo, puesto que estudios posteriores determinan como cierta una fecha que difiere de la original estimada por Dionisio en 4, 5 o 6 años (según las versiones) debido a un error en la datación del Reinado de Herodes I el Grande (Reinado 37/4 AC.); por lo tanto el año 1 corresponde al 749 a.u.c. (adoptó 5 años de diferencia).
No obstante, y a pesar del error reconocido, la Iglesia sostiene la datación inicial de Dionisio. Lo cual nos habla, una vez más, de su tendencia a la chapuza.

Segundo error. - Aquí el error es conceptual, pero no atribuible al mismo Dionisio, sino a la falta de conocimiento que se tenía en Europa del concepto del “0″ (cero). Sobre el origen conceptual del “0″ también hay ciertas discrepancias; algunos sitúan su origen en África (actual República Democrática del Congo), otros lo atribuyen a Babilonios, Indios o Mayas.
En todo caso, Dionisio denomina Año 1 del Señor y empieza a contar a partir del año, esto es a partir de los 365 días.
Para tratar de clarificar, hagamos abstracción del error de años; para el análisis dais por cierto que Jesús nació el año 1 (753 a.u.c.) cuando, en realidad, debió ser el 752 a.u.c. ya que como es lógico cabe suponer que no nació con 1 año de vida sino con “0″ años de vida, el día 1 del año “0″ y no el día 1 del año 1. Vuestra Iglesia, aun hoy, sigue ciega para este error (chapuza sobre chapuza).

Tercer error. - Dionisio pasó por alto las Sagradas Escrituras de Lucas y Mateo al determinar el día y mes del Nacimiento.

Veamos otra aproximación para desenmascarar la mentira:
..." Jesucristo a la edad de 30 años fue bautizado (Lucas 3:22), y realizó su ministerio durante tres años y medio, cumpliéndose así lo que Daniel profetiza; la semana tiene siete días y la mitad de la semana son tres días y medio, días proféticos (Números 14:34).
Cristo, después de sus tres años y medio de predicación muere a la edad de treinta y tres años y seis meses.
Muere el día 14 de Nisán o Abib (primer mes del calendario religiosos judío), que corresponde a aproximadamente a abril.
Si contamos los seis meses faltantes para que Cristo cumpliera sus treinta y cuatro años, nos lleva al mes de octubre, pero jamás al mes de diciembre.

Los únicos Evangelios que mencionan el Nacimiento de Cristo son los de Lucas y Mateo, pero no especifican una fecha cierta.

Por otro lado donde se ve de manera diáfana que la fecha del 25 de diciembre para el nacimiento de Jesús es más falsa que un “duro sevillano”, es cuando prestamos atención a los escritos en el libro de Lucas (2:8). Dice textualmente: "Y había pastores en la misma tierra que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado".
Según el pasaje que se acaba de citar, en esa época había pastores que estaban al cuidado de su ganado en la noche, por lo tanto NUNCA PODIA SER CIERTA LA FECHA DEL 25 DE DICIEMBRE.

Estos días tenéis ocasión de ver decenas de “Belenes” o “Pesebres”, como les soléis llamar. En TODOS aparecen los pastores, los reyes, la virgen María y San José muy abrigados con profusión de túnicas, mientras que el niño Jesús yace prácticamente desnudo en el pesebre. Este “detalle” llevaría, hoy en día, a la Virgen y a S. José a la cárcel, bajo la acusación de malos tratos a un menor. Probablemente el hijo les sería arrebatado y dado en custodia a otros “padres” que estuvieran en sus cabales y fueran más responsables.

Los eruditos al analizar éste párrafo, deducen, además de la lectura de otros libros del Antiguo Testamento, que en el Invierno (diciembre) del Hemisferio Norte, era imposible que durante la época de lluvias los pastores acamparan junto a sus rebaños al aire libre ( y mucho menos de noche). Comentaristas y hombres conocedores del clima en Israel, afirman que a finales de noviembre, los pastores ya recogían su ganado.
Era pues evidente que en diciembre y enero se daban -y se dan- las temperaturas más bajas y precipitaciones pluviales más altas con las que resultaba imposible que los pastores durmieran a cielo descubierto mientras cuidaban su ganado.
El mismo Jesús atestigua la rigidez del invierno de la tierra de Israel, al decir: "Orad pues, que no acontezca vuestra huida en invierno" (Marcos 13:18)
También dice Lucas en su libro que al niño Jesús, lo acostaron en un pesebre en pañales (Lucas 2:12). Ni en sueños se podría dar tal situación en 25 de diciembre.
Como veis se coge antes a un mentiroso que a un cojo.
Por lógica, lo más probable es que Jesucristo hubiese podido nacer entre abril y septiembre, precisamente la época del pastoreo estival.

Pues bien, a pesar de todas esas evidencias, la Era Cristiana establecida a partir de los estudios de Dionisio el Exiguo se adoptó por la Jerarquía de la Iglesia Católica basándose en el mencionado triple error. El Anno Domini nacía de la mentira aceptada.
Los obedientes “corderos” cristianos sometidos por el “pastor” vaticano adoptaron la nueva datación y la difundieron por toda Europa.

Descartando la mentira y atendiendo a la verdad, la conclusión final es que, caso de haber existido, JESUCRISTO HABRIA NACIDO EN PLENA PRIMAVERA, UN 25 DE ABRIL DEL AÑO 5 AC. (ANTES DE CRISTO)
Con lo cual, seguro que entenderéis que los bonobos nos sigamos partiendo de risa con vosotros. Especialmente cuando nos habláis de vuestra inteligencia.

El actual Papa, Benedicto XVI, dijo hace dos años, que el Nacimiento de Jesús el 25 de diciembre no es un relato de ficción, “No es un cuento, es una historia que realmente sucedió en Belén hace 2000 años”.
Como veis la mentira continúa, al recibir un nuevo espaldarazo de la mano de vuestro superbrujo vaticano, el Papa Benedicto XVI.


Mezclando esta mentira con otra, añade: “La fe hace reconocer a este Niño, nacido de la Virgen María, el verdadero hijo de Dios".
Incluso el menos inteligente de los creyentes si se decide a pensar (aunque sea un solo segundo) sobre esta frase reparará en que es imposible que una madre sea virgen y que encima continúe siendo virgen después de haber parido ¡¡¡.

No me extraña que vuestro líder religioso termine su discurso hablando del “Misterio de la Navidad”, ciertamente es un misterio para todos, como lo es para mí, y para el resto de bonobos, vuestra incapacidad para razonar y vuestra facilidad para dejaros “levantar la camisa”.

Me llama la atención (y me divierte como bonobo) el constatar que el mono doméstico a pesar de haber bajado del árbol hace ya muchos milenios, aún sigue necesitando “el árbol” para celebrar su Navidad.

Algunos os preguntáis ¿Cuándo y por qué aparece el Árbol de Navidad? Pues bien, como os he citado más arriba, antiguamente había un hombre llamado Nimrod. Este nació precisamente el 25 de diciembre, y se dice que este hombre es el mismo que aparece en el libro de Génesis 10:8-10.
Dicho hombre se unió con su madre que se llamaba Semiramis, de esta unión nació un hijo que se llamó Tammuz (Ezequiel 8:14).
Cuando Nimrod murió, su "madre-esposa" lo sepultó. Pero al paso del tiempo creció un árbol en donde este había sido sepultado.
Semiramis comenzó a enseñar que su "hijo-esposo" se había encarnado en ese árbol y cada día de su natalicio visitaba su tumba y llevaba regalos, colgándolos en ese árbol.
Esta doctrina se propagó por todos los pueblos, siendo uno de ellos Babel y la tierra de Sinar, que posteriormente se llamó Babilonia.
De esta forma vino a existir el "árbol" del natalicio de Nimrod.
Lo que hoy se hace en el mes de diciembre es recordar indirectamente el nacimiento de este hombre que fue un malvado y pecador (Génesis 10:8-10).

La decoración del árbol se puede rastrear en los romanos, que ponían máscaras de Baco en las ramas de los árboles, creían que las máscaras los protegían. También colgaban chucherías en los árboles para celebrar el Saturnal, el festival del dios de la cosecha.
Las campanas, las frutas y otras decoraciones que se emplean en la actualidad han evolucionado a lo largo de los siglos demostrando con esto que esta fiesta está fundada en tradiciones de hombres y no en lo Divino.

Entre vosotros también circulan otras historias sobre el origen de los adornos en los árboles navideños, como la dulce y enternecedora leyenda de que cerca del pesebre había tres árboles: el olivo, la palmera datilera y el pino.
Para honrar al recién nacido, el olivo dio su fruto, la palmera ofreció sus dátiles, pero el pino no tenía nada que dar.
Unas estrellas, que lo observaban desde arriba, bajaron de los cielos y se posaron sobre sus ramas para servir de ofrenda, este es supuestamente el origen del árbol decorado en esa fantasía.

En las primeras fiestas de Navidad, los romanos usaban árboles de pino por doquier, para representar el calor del nuevo nacimiento del dios sol en forma de fuego. Esto se basaba en una vieja leyenda babilónica…
Durante una noche, un árbol verde se desarrolló de un tronco muerto. Esto significaba que el dios sol Nimrod (tronco seco) reencarnó en Tammuz (árbol verde) cuando su madre Semiramis le dio a luz en esa noche.
Los romanos colgaban del árbol cerezas rojas que después fueron esferas, como símbolo del dios sol, y que hoy habéis convertido en las típicas bolas rojas de plástico que colgáis de las ramas de vuestros árboles de navidad.
A estas costumbres se agregaron las de los germanos y celtas, que aportaron a las fiestas sus abetos y luminarias, que tradicionalmente habían servido para ahuyentar a los espíritus malignos en las llamadas "noches rigurosas" (25 de diciembre al 6 de enero).
De los países sajones se adoptó la costumbre de colgar toda suerte de regalos y golosinas. Esta costumbre proviene de Alemania, donde el misionero Ingles Bonifacio, sustituyó en el siglo VIII los sacrificios que se hacían en la encina sagrada de Odin, por un pino adornado en homenaje al niño Jesús.
Como veis, una vez más, todos los posibles orígenes de la tradición de usar árboles en estas fechas nos llevan a orígenes paganos y nunca cristianos.

Es más, la Biblia es taxativa en la prohibición de colocar árboles cerca de un lugar sagrado: El libro de Deuteronomio 16:21 dice: "No plantarás bosques, ni árbol ninguno cerca del altar del Señor Dios tuyo".


Parece quedar claro pues, que árbol de navidad y Nacimiento se mezclan tan bien como el aceite y el agua ¡¡

Como en tantas otras cosas, los cristianos hacéis caso omiso a lo que dice la Biblia por ello no es de extrañar que aparezca por Navidad el “fetiche del árbol” en el más puro estilo pagano. En vuestro caso habéis optado por el abeto.
¿Y por qué un abeto? Pues porque, en vuestro delirio, creéis ver en la forma triangular de su enramada una representación de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) convicción que viene reforzada por el detalle de que su copa apunte al cielo. ¡¡ Sois así de “iluminados” ¡¡

Este “tres mágico” caló muy bien en todas partes al ser un número venerado por muchos pueblos miles de años antes de la supuesta venida de Jesús. De esta manera se impuso el abeto que con el correr de los siglos fue reemplazado por el pino en algunos lugares.

Durante estas fechas festivas se adornaba a los caducifolios con piedras pintadas y telas de colores, con el propósito de "vestir" a los árboles que se habían quedado "desnudos" tras el otoño al perder sus hojas, y lograr que el "espíritu" que se les había escapado con el frío regresara a dar sus frutos en primavera. Más tarde la tradición del adorno se extendió al pino y al abeto.

El papa Benedicto XVI os insta a conservar la tradición de poner el árbol y el nacimiento o belén en las casas en el periodo navideño.

Benedicto XVI, para dar “ejemplo” a la cristiandad, ha colocado en el medio de la Plaza de San Pedro, como cada año, un enorme abeto de los Alpes Dolomitas que llega a medir 33 metros.
El árbol ha sido talado (con lo que no existe posibilidad de replantarlo) quiere ello decir que el que llamáis “representante de Dios en la Tierra” ha cometido un delito ecológico que adquiere especial gravedad por el hecho de que haya sido precisamente el Papa el que muestra al Mundo el poco respeto que siente por la Naturaleza y los seres vivos.
Se trata de un árbol de 120 años, abatido para decorar con su cadáver la Plaza de San Pedro durante unos pocos días…
Ni tan siquiera se trata de un abeto de cultivo sino que se trataba de un hermoso ejemplar centenario “arrancado” al bosque.
Supongo que ese delincuente de sotana blanca se inspira en la estúpida orden que “su” perverso Dios dio a la humanidad en el Génesis: “Dominarás la Tierra y la someterás a tu voluntad”.
En el colmo del cinismo ha tenido la “cara dura” de elogiar al esbelto cadáver, recalcando que “había sido talado sin dañar el bosque” ¡¡¡

Según el Pontífice, el abeto es "un significativo símbolo del nacimiento de Jesús" porque "con sus hojas siempre verdes representa la vida que no muere".


Se le olvidó decir que el hacha pontificia había terminado para siempre con el perenne verdor de sus hojas, al convertir lo vivo en materia muerta.
Dos mil bombillas enredadas sobre el cadáver del abeto iluminan la desvergüenza papal de Benedicto XVI.





Así mismo invitó (en el colmo de su irresponsabilidad) a todos los cristianos a que hicieran lo mismo: "El árbol y el pesebre son elementos de ese clima típico de la Navidad, que forma parte del patrimonio espiritual de nuestra comunidad y que tenemos que conservar”.
Imaginad por un momento que su rebaño de feligreses le hace caso y cada uno de ellos se lleva un abeto al comedor de su casa. ¿Qué será de los bosques?
¿Cómo se puede ser tan majadero i tan irresponsable?.
¿Justifican 20 días de fetichismo la destrucción masiva de bosques? ¿Cómo se atreve ese sujeto a empujar a sus fieles hacia el delito ecológico?
Mientras nosotros os mentalizamos para que plantéis árboles y repobléis los bosques, este miserable os pide que arranquéis árboles y arraséis los bosques siguiendo su ejemplo.
En verdad os digo que a los bonobos no nos extraña que lleve un cucurucho sobre la cabeza. Para nosotros, su mirada siniestra delata lo que trama su cerebro.



La costumbre de entregar regalos en estas fiestas tampoco es de origen cristiano ya que se trata de una antigua costumbre pagana.
Roma dedicaba en diciembre fiestas a Saturno, al final de las cuales los niños recibían regalos. Los pequeños han seguido recibiendo regalos por Navidad hasta ahora, si bien de diferentes personajes según cada época y lugar.
Los más populares en vuestra zona geográfica son, como sabéis: Papá Noel, los Reyes Magos y en Italia, la bruja Befana.



El Belén o Nacimiento es otra de las costumbres ligadas a vuestras Navidades. La idea original de montar un nacimiento fue de San Francisco de Asís, cuando en 1223 en el bosque de Greccio, juntó a hombres y otros animales para escenificar la natividad de Jesús en vivo.
Los belenes se popularizaron en España a principios del siglo XVIII. Poco a poco, los belenes, que hasta entonces se habían centrado en las figuras del portal y los Reyes Magos, incluyeron a los pastores y a los representantes de todo tipo de oficios. Era otro truco de la Iglesia para intentar popularizar esta representación religiosa entre el pueblo llano.
Su costumbre se extendió por todo el mundo incorporando luego imágenes de animales como alpacas, cóndores, tapires y caimanes, amén de indios pastores, ángeles negros, ídolos precolombinos, así como chamanes amazónicos o emperadores incas en sustitución de algún Rey Mago.

Observo divertido, que en Cataluña incorporáis figuras de individuos defecando en pleno pesebre. Muchos de ellos representan a famosos futbolistas, políticos, etc. No dudo que para algunos de vosotros esos cagones (caganers) se constituyen en los auténticos protagonistas del belén, muy por encima de los que están en el portal.

El ínclito Benedicto XVI, en su afán de protagonismo, se ha descolgado ese año con unas declaraciones en las que os ORDENA que suprimáis toda figura de animal en el Belén. Se acabaron pues: la mula, el buey, los rebaños de corderos, etc.
Todo el que lo conoce sabe que ese hombre es un fanático ortodoxo, amante de lo retrógrado, de las misas en latín y del Evangelio de San Mateo, y en él se inspira en lo que respecta al Belén.

Yo por mi parte, esas Navidades, me he decidido a montar un Belén para vivir un poco vuestras costumbres en fechas tan señaladas…
Eso sí, haciendo caso a las instrucciones dadas por el Papa, he sacado del portal a los animales.
Primero he sacado a la mula, luego al buey y por último, he sacado a los tres primates (Maria, José y el niño Jesús).
El problema es que una vez sacados a los monos, a la mula y al buey….el portal se me ha quedado VACÍO ¡¡¡

Ah, se me olvidaba…. ¡¡¡ Feliz Navidad ¡¡¡…. En el día del SOL INVICTO ¡¡¡







2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos desde Caracas, primo Ringo.

Me siento muy feliz de haber encontrado tu blog. Me identifico tanto con lo que dices que decidí recomendarlo desde el mío (http://elmonosapiens.wordpress.com/2008/12/28/el-mono-domestico).

Con respecto a las navidades humanas, te felicito por la manera tan clara como desmontas esas mentiras milenarias que siguen alienando a inmensas manadas de mi especie, cuyos individuos se niegan a usar la materia gris (de la cual hacen tanto alarde) para analizar las farsas que siguen manteniendo esos astutos brujos de sotana. En verdad que se me cae la cara de vergüenza cuando contemplo el grado de estupidez que ostenta la especie humana… Tenemos mucho que aprender de las otras especies animales, porque este camino que llevamos es muy peligroso… Sí, resulta mortalmente peligroso que la humanidad detente tanto desarrollo tecnológico por una parte, y que, por la otra, siga creyendo en tan absurdas y antinaturales supersticiones religiosas.

Gracias por publicar tus verdades, que tanta falta nos hace recordar en medio del delirio humano de cada día.

Tadeo

RINGO MAKUMBA dijo...

Muchas gracias por tus gentiles palabras y por tu consideración. He visitado tu blog y me congratula haber encontrado en él a un blog amigo al otro lado del “charco”. Ambos estamos unidos por un mismo interés: hacer todo lo posible para denunciar al mundo las vergonzosas verdades de ese mono tan peculiar, como ridículo; tan soberbio, como patético en su criminal comportamiento. Recibe un abrazo tierno y peludo de tu amigo bonobo Ringo Makumba.