martes, 30 de septiembre de 2008

MALTRATANDO A VUESTROS HIJOS (II)



El animal humano no se detiene ante la posibilidad de mandar a sus crías a la guerra, para que maten o les maten, ese es otro de los muchos “detalles” que os hacen especialmente odiosos para los bonobos y demás primates.
La convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, otorgó en enero de 1990, la total plenitud de derechos ci­vi­les y po­líticos a los niños. Entre los 54 puntos se aprobó uno que prohíbe re­clutar para la guerra a niños menores de 15 años. Es­tados Unidos fue el único país occidental defensor de esta medida.
Ello quie­re decir que se permitía reclutar a niños de 15 años para que matasen a otros hu­manos, y para que a su vez encontrasen la muerte.

En el vera­no de 1989 el Tribunal Supremo de los EE.UU. autorizó a los Estados de la Unión a ejecutar a delincuentes menores de edad, o a disminui­dos psí­quicos. En 1990, 30 jóvenes que cometieron delitos de sangre antes de la mayo­ría de edad se hallaban en el "corredor de la muerte" espe­rando ser eje­cuta­dos; la presión popular logró finalmente derogar esta ley el 2 de marzo del 2005, mientras que la ley que permitía ejecutar a los disminuidos quedó finalmente retirada el 21 de junio del 2002, por el Tribunal Supremo.

Entre 2001 y 2007, niños y niñas menores de 18 años se han visto implicados en conflictos armados en Afganistán, Angola, Birmania, Burundi, Colombia, República Democrática del Congo (RDC), Costa de Marfil, Guinea, India, Irak, Israel y territorios ocupados, Indonesia, Liberia, Nepal, Filipinas, Rusia, Ruanda, Sri Lanka, Somalia, Sudán y Uganda.



En ese mismo periodo se comprobó que los Ejércitos nacionales de al menos diez países habían utilizado a menores de edad en sus frentes de combate. Ocho de estos países eran africanos (República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Burundi, Guinea, Liberia, Ruanda, Sudán y Uganda), y los otros dos eran Birmania y Estados Unidos.

Estados Unidos, a pesar de que ratificó en diciembre de 2002 el Protocolo Facultativo de la Convención sobre “Derechos del Niño” de la ONU (que permite el reclutamiento voluntario de menores de 18 pero prohíbe su envío al frente), utilizó entre 2003 y 2007 al menos a 62 soldados menores de edad en las operaciones militares estadounidenses en Irak y Afganistán.

Según la responsable del Equipo de Menores de Amnistía Internacional-España, se puede hablar de 500.000 menores reclutados en el mundo, de los cuales 300.000 están en primera línea. La mayoría de los menores reclutados tienen edades que oscilan entre los 15 y los 18 años, pero se ha constatado la presencia de niños de 10 a 12 años, e incluso de siete años, en países como Birmania o la RDC. Esta realidad se plasma a la perfección en la película “Diamante de sangre” estrenada en el 2007.



Las niñas participan en los conflictos también para combatir, no sólo para labores logísticas o de cocina. No obstante, también son víctimas de explotaciones sexuales u obligadas a casarse a la fuerza con los combatientes.

En la guerra Irán-Irak fallecieron en el frente, más de 95.000 niños. Algunos de ellos resultaron muertos por las llamadas "bombas mariposa", un tipo de bombas de aspecto atracti­vo, dirigidas expresamente a los niños del ene­migo. El artefacto es­talla al ser manipulado por el niño que lo toma por un juguete, de esta manera se intenta desmoralizar al enemigo, ata­cándole en su pun­to más vulnerable. …y es que en el mono domestico abundan este tipo de “planificaciones maquiavélicas”.



En Brasil se venden niños a 42 euros. La pobreza im­pulsa a los padres a vender, incluso se llevan a las jóvenes madres a otras na­ciones vecinas para facilitar el proceso de venta que puede dar a los padres entre los 3.000 y los 15.000 euros por niño, para ser ven­dido en el lugar de destino (EE.UU., Canadá, Alemania Federal, Fran­cia o Israel) por más de 55.000 euros.
En Sierra Leona, aún se siguen vendiendo, anualmente, centenares de niños como esclavos. Los niños son comprados a un precio irrisorio (entre 12 y 109 euros) a sus propios padres para luego ser vendidos como esclavos a familias ri­cas de varios países, entre ellos, Líbano y Reino Unido. Los pe­queños viajan convencidos de que obtendrán educación a cambio de tra­bajo, cuan­do en realidad se les somete a trabajos duros durante unas 16 ho­ras dia­rias, siete días a la semana. A las niñas se las fu­erza a prostituirse.
En otros lugares os vendéis a vuestros hijos por 16.50 euros. Si formáis una familia con tres hijos, os los podéis vender todos por 50 euros, eso es lo que ocurre en Benin, los compran los traficantes de niños para venderlos más tarde a capataces de las plantaciones como esclavos.

Otras veces alquiláis vuestros hijos a pederastas para su disfrute y para vuestro beneficio económico… poco os importa lo que pueda sentir las pobres víctimas que no dejan de ser, carne de vuestra carne.

En otras ocasiones vendéis los niños a trozos. Niños de América Central y de América del Sur, así como los de otras zonas pobres de la tierra, son ingresados en clínicas clan­des­ti­nas de los EE.UU. donde se les extraen las vísceras, para luego tras­plantárselas a los niños enfermos con padres pudientes.

Otras re­des clandestinas de este tipo se hallan esparcidas por otros rin­cones del mundo, a fin de poder dotar de órganos a los hospi­tales de los paí­ses ricos (según denuncias reiteradas de la Asociación In­ter­nacional de Juristas Democráticos). Las denuncias concretas argu­men­tan que a los pequeños se les utiliza, preferentemente, para tras­plantes de médula espinal, o de diversos órganos, e incluso, para obte­ner cremas de reju­ve­necimiento para vuestras hembras presumidas.

Determinadas religiones y ritos satánicos, utilizaron y utilizan a los niños como víctimas de sacrificios. La Biblia de los cristianos esta plagada de citas al respecto.
Fenicios, hebreos y púnicos celebraban el rito Molk mediante el cual se sacrificaban niños recién nacidos en Fenicia, Israel y Cartago.

Pero el asesinato de niños no es cosa del pasado, dece­nas de niños son dego­llados a­nualmente en Sudáfrica, en rituales satá­nicos. Tales prácti­cas se con­tinúan llevando a cabo en el siglo XXI.
Los "gamines" son una verdadera tropa de niños que se pa­san los días vagando por las calles de Bogotá en la pobreza más abso­lu­ta. Son niños abandonados por sus padres o que han huido de su ho­gar, debido a los malos tratos que sufren a manos de sus padres. Viven de lo que encuentran y de lo que se procuran a base de hur­tos. Para poder soportar tales condiciones de vida, in­halan cola o in­cluso se tienden en medio del asfalto para aspirar con todas sus fuerzas el humo del tubo de escape de los autobuses urba­nos.

A fina­les de los ochenta y principios de los noventa, grupos paramilita­res, integrados en su mayoría por policías, se pro­pusie­ron limpiar de po­bres las ca­lles de Bogotá para "lavar la cara" de la ciudad. Sus métodos fueron de lo más coercitivo; se de­dicaron a asesi­nar a bala­zos a los "gami­nes" que encontraban a su pa­so... los viernes por la noche. Para ello las fuerzas paramilita­res llegaron a cons­tituir una divi­sión es­pe­ciali­zada, los M.A.G. (Muerte a los Gamines) que se encargó de llevar a tér­mino tan sucia tarea.


En Brasil, los "gamines" son eliminados por los Escua­dro­nes de la Muerte, organización parapolicial que durante los años 70 se dedicó a asesinar a militantes de izquierda; en los 80, persi­guió a homo­sexua­les y enfermos del Sida, mientras que en los años 90, y en la actualidad, se de­dica pre­fe­rentemente a asesinar a niños vagabundos.
Los Escuadrones de la Muerte (for­mados por policías en sus horas libres), son financia­dos por vecinos y comerciantes, que de esta manera se sienten prote­gidos con­tra las ra­pi­ñas de los "gamines".
Durante 1990, 445 niños y adolescentes murieron en Río de Janeiro asesinados por los "escuadrones de la muerte" (cifra muy supe­rior a los muer­tos en la guerra de Líbano, donde, según cál­culos de la Cruz Roja, en todo el año murieron 52 niños).
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) reveló que el 63 % de los niños de 9 a 12 años que murieron en el país fueron asesinados, y que 43,6 millones de niños brasileños aun viven en la más absoluta miseria. De estos, según datos oficiales, ocho millones habitan en las calles, muchos de ellos sin la menor referencia familiar.



La cifra de 445 ni­ños ase­sina­dos en una ciudad en el término de doce meses (por terri­ble que sea) no se acerca a la realidad, puesto que muchos más cadáve­res son ente­rrados de manera clandestina y otros asesinatos no son de­nunciados por las familias por temor a las represalias del propio Es­cua­drón de la Muerte. A otros se les cap­tura y posteriormente se les tor­tura en las dependencias policiales. Muchos de estos niños son ob­jeto de las perversiones sexuales de los propios policías.
La psi­có­loga Ana Vas­concelos, denunció el hecho de que en algunas comisa­rías, los po­li­cías patean los vientres de las niñas embarazadas. Estas niñas son deteni­das por ejercer la prostitución.

En Brasil, me­dio millón de niñas en edades comprendi­das entre los 10 y los 17 años se dedican a la prostitución. Recientemente, la organización bri­tánica Ox­fam calculó que, sólo en el nordeste brasi­leño, 50.000 niñas fueron reclutadas para tal menester. La prostitu­ción infan­til se anuncia en los propios diarios de Sao Paulo, donde se publi­can pá­gi­nas ofreciendo "meninas nimfetas" en casas de masa­jes.

La connivencia del ciudadano con la represión de la poli­cía a los "gamines" es tal que, en anteriores elecciones un can­didato de Río de Janeiro, eli­gió como "slogan" para su campaña electo­ral, la si­guien­te frase: "El único bandido bueno, es el bandido muer­to". Dicho can­didato fue elegido por los ciudadanos, con gran mayo­ría de votos.

Amnistía Internacional denuncia reiteradamente la prác­tica de tor­turar niños en Irak, como instrumento de represiones que son culmi­nadas con la ejecución de miles de presos políticos. Según Am­nis­tía, los niños son secuestrados, torturados y muertos con la fina­lidad de obtener confesiones de sus padres.

Para "ablandar" a un preso se le obliga a presenciar como se aplican descargas eléctricas a sus hijos de corta edad (en algunos casos a bebés) y a sus ancianas madres. En mu­chas cárceles hay criaturas recluidas con sus padres, a las que no se alimenta para forzar las declaraciones de éstos. Si no confiesan se les apalea, flagela, viola, se les aplican descargas e­léctricas, se les cor­tan los pezones y se les arrancan las uñas, se les amputan los penes que posteriormente son introducidos en la boca de sus pro­pios padres. Lo mismo se hace con sus narices y orejas. Por último se les sacan los ojos...todo ello delante de sus progeni­tores, que son obligados a pre­senciar los hechos. En caso de que se fusile a sus hijos, se obliga a los padres a pagar las ba­las y a ca­var sus tumbas.
Ya se que al leer esto a muchos se les escapará la expresión ¡¡Qué bestias ¡¡ en cambio a NINGUNO se le ocurrirá la expresión correcta … que no es otra que ¡¡ Qué HUMANOS ¡¡ …. Ya que ni yo, ni vosotros, ni nadie, conoce a ninguna bestia que pueda comportarse así … APARTE DE VOSOTROS ¡¡, naturalmente.

A muchos lectores les podrá parecer una exageración la sugeren­cia de que cualquiera de vosotros lleva dentro de sí, de forma laten­te, ciertas tendencias paranoicas proclives a la brutalidad. Sin em­bargo a las evidencias nos remitimos. De siempre, el espectá­culo al aire libre de mayor éxito en la historia de la humanidad, han sido las ejecuciones públicas, capaces de llenar enormes explanadas, y de mo­ti­var a los curiosos hasta el punto de obligarles a hacer va­rias jor­na­das de viaje para poder presenciar tal espectáculo. Era impres­cindi­ble llegar unas horas antes para no per­derse la castración pú­blica de los condenados a muerte, hecho que aún se practi­caba en In­glaterra durante el siglo pasado.

La brutalidad, ha sido, es y será una de las características de vuestra especie. En los dos últimos posts he querido recordaros hasta que punto sois brutales con los seres más indefensos… vuestros niños. El hecho de que seáis capaces de maltratarlos, violarlos, prostituirlos, venderlos, explotarlos y exterminarlos, os hace en verdad diferentes a todos los demás animales, de hecho os convierte en el peor de los animales. Por eso los bonobos nos avergonzamos de teneros tan cercanos en nuestro árbol evolutivo y de compartir tanto de vuestro maldito ADN.


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