domingo, 10 de febrero de 2008

ANIMALIDAD HUMANA (3)




En el apartado de la fisiología, vuestro parentesco con los demás animales es aún más evidente. Los procesos fisiológicos de integración o de relación obedecen a los mismos modelos y actúan de la misma manera.

Los músculos faciales del chim­pancé, por ejemplo, se dif­eren­cian de los del mono huma­no sólo en un aspecto importante: al chimpan­cé le falta el músc­ulo riso­rio que inerva la comisura de la boca (Huber 1931).

Entre los chimpancés, bonobos, gorilas, vosotros, orangutanes y gibones no hay ninguna diferencia cuali­tativa ni en el terreno de la fisiología, ni en el de la morfología, ni tan siquiera a nivel molecular, como se deduce del estudio de los grupos sanguíneos, de los factores de histocompatibilidad de las hemoglobi­nas, de las proteínas, y de las inmunoglobulinas de las enzimas. No existen más diferencias biológicas entre el mono domestico (al que llamáis hombre) y el chimpancé o nosotros ( los bonobos ), que entre el gorila y el gibón.

A nivel de biología molecular, las semejanzas son cada vez más convincentes, especialmente cuando pasamos al estudio de los sistemas eritrocitarios.

Los grupos sanguíneos A, B y O se hallan presentes en los Ceboidea. Los grupos A, B, O y AB en los Cercopithecoidea y Hominoidea.

El mono humano tiene los grupos sanguíneos O, A, B, y AB.
El chimpancé los grupos O, y A, mientras que el orangután tiene los A, B, y AB.

Como el hombre comparte con el chimpancé los grupos sanguíneos O y A, llegamos a la conclusión de que la inmensa mayoría de los europeos poseen el mismo grupo sanguíneo que el chimpancé.

Más evidencias en que sustentar la gran proximidad existente entre hombres y chimpancés las obtenemos al comparar los antígenos encontrados en sus hematíes.
El animal humano posee los antígenos H, A, y B. El chimpancé los H, y A, mientras el orangután tiene el antígeno A y B.

A parecidas conclusiones llegamos después de comparar la relación de los factores M en los primates. Comprobamos que el número de reactivos anti-M "eficaces" aumenta a medida que se sube en la escala de los primates.

El factor N es de aparición más reciente; lo demuestra el hecho de que no se ha­llan trazas de él en los monos del antiguo ni del nuevo mundo, sólo algunos antropomorfos lo llevan en sus hematíes.

El fenotipo Rhesus encontrado en los póngidos (simbolizado por Rho Ch.:cD-/cD-) se ha descrito en algunos seres humanos de razas negroides, por lo que podemos aventurarnos a interpretarlo como una mutación reversiva.

El análisis de las hemoglobinas aporta nuevas pruebas que demuestran la afinidad existente entre los primates a nivel molecular.

Impresionante es la evidencia que se da en la composición en aminoácidos de las cadenas polipeptídicas de las hemoglobinas.

Analicemos las cadenas de tipo alfa concentrándonos en la comparación de sus aminoácidos:

Aspártico: 13 en chimpancé y gorila y 13 en el hombre;
Treonina : 7 y 7
Serina: 5 y 5
Glutámico: 11 y 11
Prolina: 7 y 7
Glicina: 13 y 13
Alanina: 15 y 15
Valina: 18 y 18
Metionina: 1 y 1
Isoleucina: 0 y 0
Leucina: 18 y 18
Tirosina: 3 y 3
Fenilalanina: 8 y 8
Lisina: 11 y 11
Histidina: 9 y 9
Arginina: 2 y 3
Triptófano: 2 y 2
Cisteina: 2 y 2

Con un total de 145 para gorilas y chimpancés y 146 para el mono domestico humano
(Composiciones expresadas en residuos aminoácidos por mol, según los datos de Bradshaw).

Otro tanto cabe decir de las cadenas de tipo beta.

Como puede verse la coincidencia por orden y número es verdaderamente impactante. Las secuen­cias de los ácidos componentes de las pro­teínas concuerdan en un 99 %. Todos los cálculos demuestran que hombres, chimpancés y gori­las tienen un antepasado común, y este an­tepasado vivió entre cuatro y seis mi­llones de años atrás.

Analizando el citocromo C en el hombre, nos aparece una cadena de 104 aminoácidos, precisamente los mismos 104 del chimpancé, siendo todos ellos iguales en secuencia.
Por otra parte el ADN del hombre y del chimpancé es parecido en casi el 99 % de su estructura (ello suele significar en otros mamíferos la posibilidad de engendrar descendencia).
El ADN de diferentes especies puede ser comparado al fundir fila­mentos simples de cada especie para formar un ADN híbrido. La esta­bi­lidad del ADN híbrido da una medida de la semejanza entre los dos fi­lamentos. Estos experimentos sugieren claramente que la semejanza entre el ADN del mono domestico y del chimpancé es mayor que la exis­tente en­tre el ADN de la rata y del ratón (Kohne 1975).

Si pasamos ahora a analizar la estructura de los fibrinopéptidos, veremos que obtenemos aún nuevas pruebas de vuestras afinidades con los demás primates.
El fibrinopéptido A es el mismo en el hombre, chimpan­cé, gorila y orangután, mientras el fibrinopéptido B es idéntico en el hombre, el chimpancé y el gorila.
Esta identidad de estructuras demuestra el enorme grado de parentesco entre gorila, hombre y chimpancé, todos los cuales han conservado las cadenas de su antepasado común. Por su parte el orangután sólo tiene el fibrinopéptido A, con igual estructura al del gorila, hombre y chimpancé, lo cual nos indica que, con toda seguridad, debió separarse antes del tronco original.

Las semejanzas a nivel molecular entre el animal humano y los demás animales no se reducen a las expuestas para los primates.
Si concentramos nuestra atención sobre la enzima triosafosfatoisomerasa del animal humano, y la comparamos con la misma de una bacteria (Escherichia coli), una gallina, y un conejo; veremos que, mientras en el hombre la longitud de la secuencia de aminoácidos es de 249, para la bacteria es 255 (115 de los cuales son idénticos); para la gallina, los mismos 249 (siendo idénticos 223), y para el conejo 248, con 244 completamente iguales (sólo se diferencian cuatro de los 248). Considerando ahora el porcentaje de estructura idéntica a la de la enzima humana, vemos que es del 46 % para el caso de la bacteria, del 89 % para la gallina, y del 98 % en el ejemplo del conejo.


Si investigamos vuestros cromosomas vemos que los cariotipos de gorilas, hombres, chimpancés, gibones y orangutanes, parecen construidos sobre un esquema de base que ofrece muy pocas variaciones.
Esta base comprende:

- Un grupo A, compuesto de tres pares de cromosomas, de gran tamaño, metacéntricos o submetacéntricos;
- Un grupo B, compuesto de dos pares de grandes cromosomas, telocéntricos;
- Un grupo C, compuesto de siete pares de cromosomas de mediano tamaño, telocéntricos o subtelocéntricos;
- Un grupo D, compuesto de tres a seis pares de cromosomas metacén­tricos o submetacéntricos de mediano tamaño;
- Un grupo E, compuesto de dos pares de cromosomas pequeños, meta­céntricos y;
- Un grupo G, compuesto por dos pares de pequeños cro­mosomas telocéntricos.
A estos se les añaden los cromosomas sexuales X e Y, ubicados en los grupos C, y G, respectivamente.
El cariotipo del chimpancé es el que más se acerca a vuestro cariotipo de mono domestico.

Lo más triste es que, a pesar de todas estas incontrovertibles evidencias científicas, aun osáis afirmar, en el colmo de vuestra estupidez,… que vosotros no sois animales ¡¡ .


No hay comentarios: