domingo, 28 de febrero de 2010

CARTA DE UN BONOBO AL INEXISTENTE DIOS DE LOS CRISTIANOS



Ante todo debo confesaros que soy creyente, ya que CREO firmemente QUE DIOS NO EXISTE.
Son muchísimas las razones y evidencias que me reafirman en mis creencias.
Y si existe, lo hace sólo en las delirantes mentes de algunos monos domésticos (afortunadamente cada vez menos) que en sus fantasías inventan dioses, fantasmas, milagros y espíritus.

De pequeños les contaron una serie de historias que se creyeron sin más: ..Que si Los Reyes Magos, que si un Dios invisible, que si Papá Noel, que si una Virgen y una Paloma, que si el Ratoncito Pérez, que si un niño desnudo en un portal adorado por pastores (abrigados con pieles de borrego), que si Peter Pan, que si Campanilla, etc.
Al ir creciendo, la mayoría descarta todos esos cuentos…. otros, se quedan con una selección de ellos. Y conociendo vuestra especie, no dudo que algunos de vosotros se los cree TODOS.

Por un momento, yo también quiero entrar en el mundo de vuestras fantasías para enviarle una carta a uno de los protagonistas de vuestros cuentos.

Dice así:

Utópico Dios de los Cristianos:

Llevo una larga temporada viviendo entre los monos domésticos (que, presuntamente, tú creaste un buen día) y debo decirte que, cuanto más los conozco, más pena me dan.
Son animales que viven prisioneros de sus propias leyes. Observo que cuantas más leyes crean, menos libertades tienen.
También veo que muchos de ellos (aunque afortunadamente cada vez menos) viven en continua zozobra atenazados por tus leyes religiosas y por las amenazas de castigos eternos que viertes contra los que no las acaten.

Viví mis primeros meses entre ellos en estado de shock permanente. Me costó muchísimo acostumbrarme a sus figuras malcaradas marchando como autómatas por las calles, conectados a sus teléfonos celulares o a sus mp3.
En mis pesadillas aun se me aparecen machos barrigudos y hembras culonas de todas las edades (aunque, afortunadamente, los primates humanos tienen la costumbre de esconder sus esperpénticas figuras bajo sus ropajes por imperativo legal).

Venía de vivir entre pájaros de inusitada belleza y bello canto y me encontré de pronto moviéndome entre primates bípedos desgarbados de parloteo desagradable.

Vivía entre hermosas flores perfumadas y, de pronto, me encontré envuelto en el pestilente y desagradable olor a “humanidad” que se acentuaba en lugares cerrados con los gases que emitían sus orificios anales a cada pedo y sus aperturas bucales a cada bostezo.
Descubrí bien pronto, a mi pesar, que a esas horribles bestias, además, les huelen los pies y los sobacos… a mil demonios. Todo ello sin contar que muchos de sus machos en España, se perfuman…. con ajo.

A la mezcla de tal cantidad de nauseabundos olores, esos primates añaden además, el olor de la hoja de tabaco quemada que algunos de ellos se empeñan en aspirar con el fin de envenenar sus pulmones (y los de los insensatos que se les acercan).
En su inconsciencia, estos “yonkis legales”, acortan sus vidas al quemar su salud, preparándose así para poder “disfrutar” de dolorosas enfermedades con las que tú les obsequias y que les llevan a muertes prematuras (a ellos, y a sus seres más queridos).
Como son tan amantes de los humos, no dudan también en “regar” sus calles con los gases grises del tubo de escape de sus coches y autobuses.

El contraste entre los armónicos cantos de las aves de mis bosques y el de los chirriantes ruidos de motores y frenos de las maquinas humanas llegó a ser tan acusado que me llevó a maldecir el momento en el que cambié mis bosques por sus ciudades.

Pronto descubrí que su comportamiento apestaba aún más que sus cuerpos: son especistas, racistas, homófobos y misóginos. Torturan, violan (incluso a niños), pegan y matan a sus parejas y a los que no piensan como ellos y se involucran en interminables guerras, destrozándose entre ellos por “razones“ políticas, sociales y religiosas.
Se proclaman inteligentes y resulta que son los únicos animales que no han conseguido vivir en paz.

Y no contentos con machacarse entre si, se lanzan a destruir especies enteras de animales y plantas destrozando sus habitats y la capa de ozono, polucionando ríos y mares, y quemando los bosques.

Según me cuentan, estos pobres infelices están convencidos de que su cuerpo es maravilloso, de que son “Los Reyes de la Creación” y de que están hechos a imagen y semejanza tuya.

Me enseñan un libro en el que se dice que Dios les hizo en último lugar como culminación de su Creación. Me insisten en que ellos son “la Obra Maestra de Dios”. También me cuentan que después de crearles, Dios “descansó, complacido, al admirar su obra”. ¡¡ Menuda “obra” … y menudo diseñador de pacotilla” ¡¡

Por todo ello… y por mucho más, me dirijo a ti, su creador y su Dios (que no el mío), en mi nombre y en el del resto de los otros animales que supuestamente creaste.

Debo maldecirte en primer lugar por haber creado a la bestia humana.
Tu obra suprema” ha resultado ser un autentico cáncer, corrosivo para todo lo vivo. Deberías avergonzarte de ti mismo y de tu deficiente obra en lugar de vanagloriarte de ella.
A decir verdad, siempre pensé que fuiste un pésimo arquitecto al considerar la gran cantidad de especies que te han fallado al extinguirse por completo.

¿Qué opinarías del arquitecto al que se le derrumban la practica totalidad de los edificios que en su día diseñó?
Pues lo mismo pienso de ti. Todo lo que creas, desarrolla tantos fallos que acaba por extinguirse. ¡¡ Chapucero ¡¡

También te maldigo por ORDENAR a la bestia humana que se MULTIPLICARA, que DOMINARA la Tierra y que la SOMETIERA A SU VOLUNTAD. Con ello ponías “al pie de los caballos” al resto de los seres vivos. Nos convertías a todos en objetos de su propiedad.
Tales consejos (los peores que se puedan dar) son propios de un descerebrado.
Después de semejante barbaridad ¿Cómo puedes seguir llamándote SABIO?. El “sabio” da consejos “sabios” y no ordenes estúpidas y destructoras.
El hombre obedeció tus órdenes, se multiplicó, sometió la Tierra a su voluntad… y se lo cargó todo.

No me gusta tu soberbia. Me cuentan que dijiste: “YO SOY EL SEÑOR TU DIOS Y NO TENDRÁS OTRO DIOS MÁS QUE A MI” (así figura en tu libro). Tú chulería y soberbia en lugar de hacerte atractivo, provoca repulsión en toda la fauna.
Me disgusta profundamente que seas tan totalitario y dictador, al más puro estilo fascista ¡¡¡

Al proclamar: “QUIEN CREA EN MI SE SALVARÁ Y EL QUE NO, SE CONDENARÁ A LAS PENAS ETERNAS DEL INFIERNO” nos demuestras hasta que punto llega tu intolerancia y tu ego.
Con estas palabras nos queda claro que tu resentimiento y tu deseo de venganza no tiene límites.
Algunos infelices monos domésticos tienen el “coco tan comido” que no atinan a pensar que pueden estar adorando a un espíritu maligno.
Ya que sólo un ente perverso como tú, puede enviar varias plagas a sus criaturas, mandarles un Diluvio Universal para aniquilar a toda la población humana
(menos a una familia) y a todas las inocentes especies animales y vegetales (excepto una pareja de cada una de ellas).
¿Puede imaginarse sadismo mayor que el perverso "detalle" de dar la vida a los seres vivos... para poder luego arrebatársela?

De cuando en cuando te “entretienes” machacando los barrios pobres (¡¡cómo no ¡¡) Esta vez has elegido, una vez más, a Haití, a la que has flagelado con terremotos y huracanes (repetidos, una y otra vez) hasta borrarla del mapa. Tu diversión ha costado la vida a casi un cuarto de millón de seres humanos. ¿Satisfecho? ...pues no.
Un mes más tarde, buscas un nuevo “entretenimiento” de los tuyos, y aniquilas a tus peones humanos con nuevos terremotos,
esta vez en Chile, con más de dos millones de afectados y centenares de muertos. Luego, no satisfecho del todo con tu hazaña, decides mandarles (en el colmo de tu mala leche) un maremoto devastador con olas que arrasaron pueblos enteros a lo largo de 500 kilómetros de costa.

Para putear a fondo, sabes escoger bien. Te cebas (como hemos podido ver en Haití y en Chile) en los más pobres, en los más modestos y desgraciados. Sus casas son menos resistentes y, por lo tanto, son las primeras en caer.

Las deficientes leyes humanas penalizan severamente como delito, la no asistencia a un herido o accidentado. Tú, en cambio, permites (sin mover un dedo) que cada día mueran de hambre unos 25.000 niños.
¿Dónde está tu bondad? ¿Dónde está tu omnipotencia? Y ¿Dónde tu decencia?

Tus hazañas superan las del más salvaje de los terroristas. Basta con leer la Biblia, donde se plasma toda la violencia destructiva que puedes llegar a generar. Destruyes ejércitos, pueblos, civilizaciones enteras, etc. Tantas veces como quieres… y sin pestañear.

En la naturaleza todos los padres velan por la seguridad de sus crías y algunos mueren por defender sus vidas. Todos los padres… menos tú. TÚ matas a TODAS las criaturas que creas, a TODAS las has condenado a muerte… y ¡¡ que muertes tan crueles reservas para la mayoría ¡¡. ¿Tanto necesitas que las muertes sean tan dolorosas?
En tu maldad, te atreviste a pedirle a un padre, Abraham, que matase a su único hijo para que te lo ofreciera en sacrificio. Incluso mandaste a tu propio hijo a la Tierra para que muriera crucificado entre torturas. ¡¡ Vergüenza debería darte tanto sadismo ¡¡

Les cuentas a los humanos (a través de tu libro sagrado) que en represalia por desobedecer Adán y Eva unas ordenes tuyas, toda la especie humana tendrá que morir, sin posibilidad de perdón. ¿Cómo puedes ser tan injusto y vengativo? Y no contento con tu decisión criminal, condenaste a los humanos a vivir con enfermedades, a parir con dolor, a pasar privaciones, etc. …durante toda su vida, en su camino hacia la muerte.

Me parece intolerable y exageradamente desproporcionada tu avasalladora venganza. Pero lo que no tiene explicación es que también condenes a muerte a las demás especies animales y vegetales… Porque sí.
¿En que te hemos faltado los demás animales? ¿Qué hemos hecho de malo para merecer también tu desprecio y tu condena? ¿Qué coño te has creído?

A los bonobos nos asquea tu obsesión por el sexo. La prohibición del sexo se refleja en uno de tus mandamientos, el sexto: “No cometerás actos impuros..”
Tu repudio del sexo llega hasta el extremo paranoico de evitar que tu hijo naciera como resultado del sexo entre esposos y le obligaste a nacer de una virgen. Al parecer inseminada por una paloma en un delirante acto de zoofilia.

Puestos a hablar de tus desviaciones sexuales quiero hacer notar que, en tu libro sagrado, promocionas el incesto al propiciar el sexo entre hermanos, entre padres e hijas y entre hijos y madre. ¿Cómo sino puede explicarse la descendencia humana a partir de una sola pareja, Adán y Eva?

A propósito... ¿Por qué blancos los dos? Ahí se te vio el "plumero" racista.

Te hago responsable subsidiario, por ser su padre celestial, del comportamiento misógino de tu hijo Jesucristo que, en lugar de luchar contra la discriminación de la mujer en aquella época, fomentó y reforzó dicha discriminación al escoger a 12 apóstoles machos, despreciando para este cargo a la mujer.
El vergonzoso ejemplo de tu hijo ha hecho posible que, 2000 años después, desde tu iglesia se siga discriminando a la mujer.


Tu desprecio para con la mujer ya lo haces patente en el preciso momento de la Creación. Creas al hombre y, al notar que falta algo, creas a la mujer a partir de una parte irrelevante del cuerpo del hombre… una costilla ¡¡. La humillación está servida.
¿Tanto te costaba crearla de la misma manera que creaste al macho y en el mismo momento? En los “detalles” de tus actos se demuestra tu falta de respeto hacia la mujer y tu evidente espíritu misógino.


Me cuentan que en tu libro les transmites a los monos domésticos que para vengarte de los que no te han obedecido y para premiar a los que han seguido tus disparatados consejos, vas a organizar un gran Juicio Final para juzgar a los animales de la especie humana (sólo a ellos, ya que los demás no cuentan para ti ni para tu Paraíso). Eso sí, les juzgarás según tus criterios, es decir, al estilo fascista. O lo que es lo mismo: sin tribunal y sin abogado defensor. Tú acusas, Tú juzgas y Tú condenas.

No creas que te será todo tan fácil. Te auguro que cuando llegue la hora del Juicio Final y ante el clamor de todos los seres que creaste y que luego mandaste a la muerte, serás juzgado el primero, para que respondas de todas tus fechorías.
Serás condenado por unanimidad y tendrás el honor de inaugurar las penas eternas del infierno.
Serás el primer “cliente” de ese infierno que creaste para torturar más allá de la muerte, a las criaturas que se revelaron ante tus enormes injusticias.
Allí, durante toda la eternidad, te verás obligado a soportar tu propia medicina.

Nosotros los bonobos, en esa ocasión, tampoco seremos protagonistas. Nos limitaremos a ser testigos del espectáculo y, no dudes, que aplaudiremos con todas nuestras fuerzas…el esperado veredicto final.


Ringo Makumba ..(en mi nombre y en el del resto de las especies).

No hay comentarios: