sábado, 17 de octubre de 2009

LA PROSTITUCIÓN (2)



Según la definición de vuestros diccionarios, la prostitución, es “la actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a cambio de dinero” aunque suele considerarse del mismo modo cualquier otro tipo de retribución.


Estáis tan ligados al sexo, que incluso empleáis profesionales del sexo para atraer a incautos a determinadas religiones; utilizáis prostitutas para espiar y obtener información secreta (tanto en tiempo de guerra como en tiempo de paz); también se han utilizado estas profesionales para extorsionar, chantajear o para obtener “historias” que resulten rentables para ciertos debates en determinadas cadenas de vuestra Televisión, y que os mantienen embobados frente a la pantalla. Incluso utilizáis la prostitución infantil para atraer un turismo de pederastas a determinados países.


La prostitución se ha dado y se da con y sin proxenetas. Como lo prueba el hecho de que tengamos constancia de ella desde que existen registros históricos de vuestras vidas en cualquiera de las sociedades humanas.


Antes de la Revolución Industrial, la economía mundial era básicamente agraria y la mayor parte de bienes se conseguían por intercambio y, como el sexo era una forma habitual de intercambio, no se persiguió la prostitución. Se la consideró una forma más de transacción comercial.


Si supierais algo sobre comportamiento de los demás animales, como sabemos los bonobos al convivir en íntimo contacto con ellos, veríais que la prostitución es una cosa tan natural, que se da en muchas especies de animales.


En el animal que tenéis más cercano en sentido evolutivo (el chimpancé) cuando escasea la comida, la hembra suele ofrecer su vulva a los machos dominantes que custodian los últimos trozos de comida. En plena copula la hembra alarga el brazo para coger alguna pieza de fruta, ante la pasividad y la tolerancia del macho que la monta. Se trata del más viejo de los intercambios, sexo por comida, el mismo intercambio que aplicabais vosotros siglos atrás.


Los bonobos actuamos de la misma manera y además utilizamos el sexo para evitar cualquier inicio de conflicto agonístico o pelea, de esa manera, y gracias al sexo, reina siempre la paz entre nosotros.

Con ello os demostramos, una vez más, que somos mucho más inteligentes que vosotros, ya que VOSOTROS AUN NO HABEIS APRENDIDO A VIVIR EN PAZ.


Otros muchos animales también utilizan el sexo de manera inteligente. Algunas especies de pingüinos intercambian sexo por determinadas piedras escogidas que son las más adecuadas para confeccionar sus nidos…etc. La lista de ejemplos es interminable…


Si hurgo en vuestra historia descubro que la prostitución era protegida ya en la antigua Mesopotamia (siglo XVIII a C) se reconocía la necesidad de salvaguardar los derechos de propiedad de las prostitutas. En el Código de Hammurabi había apartados que regulaban los derechos de herencia de las mujeres que ejercían dicha profesión.

Los antiguos historiadores documentan la existencia en Babilonia de la obligación para todas las mujeres, al menos una vez en su vida, de acudir al santuario de Militta (la Afrodita griega) para practicar sexo con un extranjero como muestra de hospitalidad, a cambio de un pago simbólico.

La prostitución en varias culturas fenicias se practicaba como rito religioso en honor de Astarté. Es uno más de los muchos ejemplos de prostitución ligada a la religión a lo largo de vuestra historia. En el reino de Canaán los encargados de ejercer la prostitución en los templos eran hombres. Y tanto en Chipre como en Corinto, se practicaba un determinado tipo de prostitución religiosa en un templo que contaba con más de un millar de prostitutas.

En la antigua Grecia, la prostitución era practicada tanto por mujeres como por hombres. Las prostitutas podían llegar a ser mujeres independientes e incluso influyentes. Las hetairas griegas eran muy cultas, excelentes bailarinas y dominaban varios instrumentos. Se las puede comparar a las geishas japonesas por su condición entre prostitutas y cultas cortesanas.

En la Roma antigua, la prostitución era habitual. Muchas de las prostitutas tenían también un cierto estatus y una gran especialización.


Se han ido sucediendo las generaciones de monos domésticos a lo largo de la Historia y, hoy en día, la prostitución sigue estando presente en vuestra sociedad, incrementándose hasta limites insospechados tanto el número de prostitutas como el número de sus clientes.

Sin embargo, la prostituta, antes tan respetada, ahora es maltratada, insultada, multada y perseguida. Y es que con el paso de los años os habéis ido corrompiendo poco a poco hasta alcanzar el estado de descomposición en el que os encontráis actualmente.

Naturalmente, por mucho que pasen los siglos, hay cosas en vosotros que nunca cambiarán… y una de ellas es vuestra IRRACIONALIDAD.

Por eso, ….y”Aunque la jodienda no tenga enmienda”, tampoco tiene solución vuestra falta de criterio biológico y social. Todo ello debido a que vuestra hipocresía y memez no tiene límites.


La mayoría de vosotros, para dároslas de cultos, afirmáis a quien os quiera oír, que miráis habitualmente, los documentales de vida animal que se emiten en “la 2”. Resulta que allí veis (acompañados de vuestros hijos) las copulas que se dan en el resto del mundo animal, incluyendo las de otros monos de vuestra propia familia (Hominidae). Las veis sin inmutaros.. pero.. ¡¡ Cómo os ponéis cuando aparece una foto de vuestras cópulas ¡¡.


Nos filmáis a los bonobos mientras copulamos, pero ponéis el grito en el cielo cuando se os muestra una foto de los de vuestra especie follando ¡¡ ¿Cómo podéis ser tan sinvergüenzas y especistas ?

Podéis ver fotos de primates humanos bailando, durmiendo, cantando, jugando, comiendo… pero no follando. ¡¡ Con el sexo hemos topado ¡¡. Sois hipócritas y mojigatos hasta la médula. Sois la excepción estúpida en el mundo animal.

Para muestra un botón: Los que trabajáis con el más popular de los editores de texto y utilizáis su corrector, os sorprenderá el enorme potencial del vocabulario que podéis manejar, sin embargo, entre este riquísimo vocabulario descubriréis que no existe la palabra “prostitución”. Hasta este punto llega el desprecio por esta profesión y la censura enfermiza que instauran algunos imbéciles.

Haced la prueba… escribid la palabra “prostitucion” sin acento y veréis que no se os da opción de corrección.

¡¡ Incluso la palabra “pene” está censurada ¡¡ Si a propósito escribís la palabra “pene” con una “e” de más (penee), veréis que el corrector sólo os da las opciones: pené, menee, pelee, pende y penen… la palabra pene ¡¡ no existe ¡¡

Y es que los monos domésticos sois así. Sois por definición COMPLICADOS ANIMALES IRRACIONALES contaminados por vuestras religiones y cargados de tabúes.

Sois tan cortos de miras, que sois incapaces de distinguir la prostitución forzada de la prostitución voluntaria…TODAS LAS METEIS EN EL MISMO SACO.

Vuestra incapacidad mental se demuestra con lo difícil que es el haceros entender que hay prostitución con proxenetas y prostitución sin proxenetas…

Para muchos de vosotros (incluyo a ciertos grupos feministas y a muchos políticos) toda prostitución va ligada a proxenetas y por tanto “hay que prohibirla”.

Que os quede bien claro que, en contra de lo que opinan muchos de vuestros congéneres, NO TODAS las prostitutas tienen chulo, ni son todas victimas del tráfico de esclavas.

Muchas son las prostitutas que se declaran libres de extorsión y afirman que han escogido esta profesión libremente. Después de probar otros trabajos, han decidido quedarse con este, simplemente, “porque se gana más”.


Algunas ejercen voluntariamente la prostitución porque son madres, carecen de papeles (como sus maridos, que no pueden trabajar) y deben mantener a la familia a toda costa.



Otras ejercen la prostitución porque están en paro y de esta manera pueden comer y vivir. Cobran 30 euros por servicio, se quedan 20 y los otros 10 son para los dueños de las habitaciones de las pensiones de mala muerte que utilizan en sus territorios.


Otro tipo de prostitución engloba a las cada vez más numerosas drogadictas que no tienen otra manera de poderse pagar la droga, si no es, trabajando con el sexo. Si no se les diera libertad para ese ejercicio (para ellas vital) intentarían hacerse con el dinero necesario para sus dosis diarias de droga a base de robos. Y caso de apretar “el mono” se convertirían en robos con violencia, con lo que vuestra sociedad saldría perdiendo.

Otro tipo de mujeres follan por dinero ante las cámaras para que vosotros os podáis masturbar viendo películas en las madrugadas de los viernes o los sábados en ciertos canales de pago…y, al parecer (y según el “share”) con una alta presencia de “mirones” a los que se les cae la baba (de arriba y de abajo).

Para esta semana tenéis dos “superproducciones cinematográficas” el viernes a las 00.40: “Un tesoro escondido debajo del ombligo” y para el sábado, “Treintañeras de cacería” (todo en Canal +).


Ni que decir tiene que los actores son prostitutas o prostitutos (ya que venden su cuerpo por dinero). Lo hacen por voluntad propia y, una vez más, SIN INTERVENCION DE PROXENETAS.

Lo mismo cabe decir de las prostitutas de élite que se anuncian en revistas especializadas o por Internet y que ejercen en sus propias casas o apartamentos.

O las que posan desnudas y en posturas sugerentes en las “Revistas para hombres” para que podáis alimentar al llamado “vicio solitario”.

O las que ejercen como masajistas en tantas y tantas salas de masaje. Los 20 euros del “masaje” (pésimo y doloroso) se los queda el jefe, y los 20 o 10 euros que cobran por “el final feliz” con masturbación (que casi todos los clientes solicitan) se los quedan ellas íntegramente.

Eso sin contar a las ninfómanas que aprovechan la ocasión para lucrarse. Disfrutan del sexo al que son adictas y cobran por ello.

Y que no se os pase por alto que algunas amas de casa (entre las que quizá hay alguna vecina vuestra) ofrecen favores sexuales remunerados de forma esporádica cuando no pueden pagar la hipoteca, la letra de algún electrodoméstico o, simplemente, la operación de algún familiar. ¿Os sorprende? Pues bajad de vuestra nube y admitid que, en los actuales tiempos de crisis y paro, cada vez son más las “amas de casa” que recurren a la prostitución para vivir mejor.


No es raro constatar que no son pocas las hembras que utilizan el sexo para escalar posiciones en el mundo del espectáculo, de la moda, de la publicidad… o en cualquiera de las empresas de vuestra ciudad. El sexo suele ser el camino más corto para alcanzar el título de “secretaria de dirección” en bastantes empresas.

Tampoco olvidéis que en vuestra sociedad de monos domésticos no son pocas las hembras que se casan con machos bien situados, con edad para poder ser sus padres para, a cambio de sexo, poder disfrutar de una vida acomodada bien surtida de restaurantes de lujo, abrigos de pieles y joyas. En Occidente hay miles de ellas. Esas son las prostitutas de la peor especie (no por prostitutas, sino por hipócritas y falsas).

Por otro lado, el hecho de ver en los supermercados a jóvenes cubanas veinte añeras acompañadas de señores de más de cincuenta años, que podrían ser sus padres… ciertamente da que pensar. En esos casos, lo que parece “sexo por amor” no deja de ser un simple “sexo comercial” … exactamente como el de cualquier prostituta. Residencia, papeles y herencia…a cambio de sexo.

Todas esas personas, libres de extorsiones, que han escogido esta profesión como podían haber escogido otra, deben ser libres para ejercer, como trabajadoras del sexo, sin que sufran intromisiones, insultos o prohibiciones por parte vuestra.

Por desgracia vuestra habitual intolerancia para con los demás no soporta a las mujeres que usan una determinada parte de su cuerpo para ganarse la vida.

Una zona que vosotros habéis calificado de vergonzosa, sucia y tabú, las condena socialmente.

En realidad, lo verdaderamente sucio y vergonzoso, es el criterio y la mente del que así califica o del que así opina.

Una vez más los bonobos nos vemos obligados a maldecir vuestra repugnante proximidad genética. Os tenemos demasiado cerca para sentirnos cómodos y libres de nauseas.

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