jueves, 30 de abril de 2009

FIESTAS POPULARES TEÑIDAS DE SANGRE


En estos momentos hay más de 1.300.000 especies de animales descritas para la ciencia. Entre todas ellas destaca una ciertamente maligna por su gran afán destructor, por su gran capacidad de odiar y por su afición a la tortura. Una especie que disfruta matando y que se proclama “Reina de la Creación”. A esta especie pertenecen los monos domésticos. A esta especie, perteneces tú.

Estos días me he entretenido indagando sobre vuestro curriculum de fechorías en lo que atañe al apartado de “Fiestas Populares”. Me he horrorizado al descubrir como os entretenéis y divertís en España a costa del dolor, martirio y muerte de una gran diversidad de animales. Vuestros antepasados os han domesticado para la diversión cruenta y os han legado incontables tradiciones teñidas de sangre que vosotros trasmitís a vuestros hijos.

En demasiadas ocasiones, el animal humano institucionali­za la tor­tu­ra, bajo la forma de "ritos culturales".
En España cada año más de 30.000 reses bravas son pú­bli­camente a­pa­leadas, pinchadas, taladradas con garfios, arrastra­das con una soga por el cuello, cegadas con la brea abrasadora que re­zuma del embolado, de­golladas y castradas, todo ello en medio de la burla y el jolgo­rio del animal hu­mano. A las vaquillas se las lidia en los luga­res más insos­pe­chados (durante el verano incluso son toreadas en piscinas).
Se repiten año tras año espeluznantes escenas de ma­los tratos a los toros en las fiestas populares, ya sea en los feste­jos del "Toro por los huevos" en Coria, del "Toro lanceado" en Tor­desi­llas, del "Jubileo del toro" en Medinaceli, del "Toro del aguardien­te" en Can­das, o de la "Corrida marinera" de Sitges.
En Cariñena (Zarago­za) se ejecuta el llamado "Toro de ronda", en donde al animal se le coloca también el clásico par de an­torchas sobre la cornamenta, que salpican gotas ardien­tes a cada movi­miento. Al mis­mo tiempo es objeto de todo tipo de vejacio­nes: se le golpea cruelmen­te, se le clavan pinchos y garrochas, se le perforan los ojos (de los que manan chorros de sangre), deján­dosele mo­rir poco a po­co en la más cruel agonía. Una vez desollado, la con­tem­plación de su piel llena de agujeros y quemaduras, es una visión ver­daderamente es­tremecedora.
En algunos pueblos los toros son heridos a navajazos. En Zamora se le cruje a puñe­tazos. En Colmenar (Madrid) se les persigue con trac­tores has­ta que se logra a­tropellarles. En Fuenlabrada les apunti­llan con una pala de excavado­ra.
En Igea, localidad riojana cerca de Calahorra, se mon­ta en la pla­za una especie de estrado hecho con troncos, que es por donde se encaraman los mozos para evitar la embestida del toro. Cuando la vaquilla les sigue, resbalando por los tron­cos, los mozos la aga­rran por los cuer­nos aupándola por la grada en pendiente. Entonces desde lo más alto la sueltan para que el animal se deslome, la idea es produ­cirle fractu­ras, de tal gravedad, que la inmovilicen.
En Cuacos de Yuste (Cáceres) se celebra en agosto la fiesta en ho­nor del Cristo del Amparo. A las seis de la tarde grupos de mozos es­pe­ran im­pacientes la salida del toro frente a los toriles. Cada uno de e­llos va armado con una banderilla. El divertimiento con­siste en cla­var las múltiples banderillas con fuerza y rabia sobre el lomo del maltrecho animal. El toro es acorralado con insistencia por los mozos, que poco a poco lo van convirtiendo en una masa sanguinolen­ta. Los bramidos de dolor del cornúpeta se mezclan con los de jolgorio de la multitud. A las tres horas de tortura continua, el pobre animal cae extenuado. Una vez inmolado se le echan encima los niños del lugar, los cuales inten­tarán hacerse con las banderillas ensangren­tadas, como trofeos. Aun­que tamaña salvajada fue prohibida en 1963 por Orden Mi­niste­rial del 28 de septiembre, continúa celebrándose con toda nor­mali­dad, todos los años agosto.
En Coria (Cáceres) se suelta un toro que inmediata­mente es acri­bi­llado con dardos hasta que su cuerpo aparece completa­mente agu­jerea­do. Estos dardos (fabricados por las monjas del convento de Co­ria) se le pueden clavar tanto en el lomo como en el morro, o­jos, o genita­les. Cuando se han terminado los dardos, se le sigue lanzando todo tipo de objetos. Cuando cae, aún vivo, se le arrancan los tes­tículos.

El calvario del "Toro de la Vega" (Tordesillas) tiene lugar duran­te el mes de septiembre. Al toro se le obliga a correr por las calles del pueblo para acabar en la vega del río Duero, donde ya le esperan sus verdugos (unos 100 lanceros), los cuales, montados a caballo, le irán aco­sando hasta que uno de ellos logre "la proeza" de matar al animal con su lanzada para luego cortarle los testículos. Dicho sujeto será premiado con una lanza de o­ro. Este festejo es subvencionado con fondos públicos y dedicado a la Virgencita de la Peña. Idén­tico trato sufre el toro en Hita (Guadalajara) cada 6 de julio.
También se persigue y acosa al toro hasta la muerte en Armuña de Ta­juña (Guadalajara). Otro tanto ocurre en Fuentelaenci­na, donde vale todo, excepto matar al toro durante las horas nocturnas, que es cuando se celebra la "fiesta". Hasta la salida del sol, el toro no puede mo­rir.
Al "bou embolat" se le suelta a las 12 de la noche en multitud de pueblos de Castellón. Al toro se le amarra a una soga y sobre su cornamenta se coloca una armadura metálica rematada en cada extremo por bolas de pez y estopa. Acto seguido se les prende fuego. El ani­mal con el fuego sobre su testa corre despavorido y poseído de un páni­co cerval a lo largo y ancho de una noche interminable, mien­tras sufre toda suerte de vejaciones. No sólo es víctima del miedo, sino que lo es también del dolor provocado por la ardiente brea que, rezumando de la estopa en llamas, le abrasa sus ojos, cara y mo­r­ro. También se celebra el mismo tipo de salvaje ritual en Amposta y en Ull­decona.
Quemar toros es muy “divertido” en Medinaceli (Soria), Daroca, Cariñena, Ricla, La Almunia de Doña Godina, Figuerolas y Villafranes (Zaragoza); Luzema del Cid (Castellón) y Játiva (Valencia) entre otras poblaciones.
En Illana (Guadalajara), en el mes de agosto, se emborra­cha a una va­quilla ("La Vaquilla del Aguardiente"), la cual es arrastrada por todo el pueblo entre las bur­las de la gente, hasta que muere agotada… o despeñada.
En Móstoles, lo “divertido” es lapidarlos, apalearlos y pincharlos con tenedores hasta su muerte en un pasillo cerrado de 300 metros de largo por 10 de ancho.
En Benavente (Zamora) en el mes de ju­lio, es tradición atar a una vaquilla a una larga cuerda y arrastrar­la por las calles del pueblo hasta que muere despellejada y ago­tada.
En Ciudad Rodrigo, en agosto, se coloca una barrera en mitad de la calle. Dicha barrera deberá ser saltada por el toro, si no lo con­si­gue, es castigado duramente y finalmente se le ejecuta de un tiro.
En Fuenla­brada (Madrid) se somete a un toro a las más crue­les torturas du­rante horas, a base de clavarle navajas y palos afilados, moliéndole a gol­pes...hasta la muerte. Posteriormente se le cortan los testículos (ri­tual de simbología marcadamente machista con el que ter­minan mu­chas de las inmolaciones en las que se involucra al toro). El mismo trato in­noble sufre el toro de Garciaz (Cáceres), cada 25 de ju­lio.
En Fuentesauco (Zamora), los toros son conducidos a la plaza clavándoles cuchillos y golpeándoles con palos, una vez en la plaza, el pueblo entero los mata a navajazos. Otros “acuchillamientos culturales” se repiten en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), Consuegra (Toledo), donde la vaquilla acuchillada por los mozos se filma y se pasa por video en la discoteca; Mondejar (Guadalajara), Fuentelaencina (Guadalajara), donde la vida de la vaquilla se va en los filos de los cuchillos, navajas y tijeras de los vecinos del pueblo, que las esgrimen por la calles y por las plazas.
Los toros son ensogados y enmaromados en: Benavente (Zamora), Amposta (Tarragona), Tomelloso (Ciudad Real) y en Grazalema (Cádiz). El acto consiste en arrastrar al toro por todo el pueblo, por lo que a menudo la parte de la cabeza queda totalmente desollada por los tirones.
Los mozos de Valdemorillo (Madrid) gozan reventando a una vaquilla. Para lograrlo se lanzan en masa sobre ella.
En Cebreros (A­vila) se estrangula a una va­quilla, que posterior­mente será arrastrada por todo el pueblo ante las burlas de la multi­tud. En Amposta (Tarragona) la "proeza" consiste en atar a un toro por los cuernos, para después tirar de los mismos. El pobre animal es paseado de esa guisa hasta que ya no puede más. Cuando llega este mo­mento se le sacrifica públicamente.
Los "corre-bous", "bou capllaçat" y "bou embolat", se celebran en 17 pobla­ciones del Baix Ebre y del Montsià.
Todo tipo de actos criminales perpetráis contra el noble toro en : Algeciras con "La Fiesta del Toro Embolao", Arcos de la Frontera con "El Toro del Aleluya", Los Barrios con "La Fiesta del Toro Embolao", Banacoaz con "La Fiesta del Toro de Cuerda", Chipiona con "El Toro del Moscatel", Grazalema con "El Toro del Domingo de Resurrección" y "Lunes del Toro", Puerto del Real con "La Feria del Toro", Puerto de Santa María con "El Toro del Aguardiente", San Roque con "El Toro Ensogao", Ubrique con "El Toro del Aguardiente", Vejer con "El Día del Toro Embolao" y "Los Toros de la Peá", Villamartín con "La Velada de Santa Ana ", etc. etc.
La lista sigue y sigue, hasta teñir con la sangre inocente de vuestras victimas a 97 pueblos de España.

Se da el caso paradójico de que, por una parte, se pro­mul­gan leyes para proteger a los animales de tales ritos y, por otra, son las mismas autoridades las que los promueven, asistiendo a algunas de estas cele­bra­ciones. El propio presidente de la Generali­tat de Catalunya, Jordi Pujol, a­sis­tió al "corre bou" de Cardona en 1983, mientras que al año siguiente fue el presidente de la Diputación de Barcelona, el que lo pre­sidió. En esta misma po­blación, su alcalde tuvo la desfachatez de decla­rar que: "...el toro ni sufre ni se lo pasa mal,...más bien se divier­te...". ¡¡ Canalla ¡¡

Además de torturar vaquillas durante las fiestas popula­res, en Es­pa­ña maltratáis también todo tipo de animales.
En las cucañas se suelen introducir en ollas peque­ñas crías de co­ne­jos o gatos, que caen al suelo desde una notable al­tura al ser parti­da la olla de barro a bastonazos.
En Málaga se cuelgan cone­jos y palomas de los árboles, para que los ciudadanos pue­dan ejercitar sus habilida­des de tiro al blanco. Las piedras utiliza­das como proyec­tiles se ven­den al precio de 20 céntimos de euro.
En La Rioja tie­ne lugar la tradicional ca­rre­ra de ga­llos. Los jinetes que partici­pan en ella deben arrancar la ca­beza a 11 gallos que cuelgan por las patas de una cuer­da, cual guir­na­lda viva.
En Gua­rrete (Zamora) en el mes de septiem­bre, mozos a ca­ballo armados con sables decapitan a gallos vivos col­gados boca aba­jo. En Cataluña se celebran las "cuca­lles", en las que se cu­elga de una cuerda a unos cuantos ánades, y lue­go les van dando tiro­nes, hasta a­rrancarles la cabeza.
En Vimbodí, en el mes de agosto, se libera un cerdo dentro de un círculo formado con balas de paja. Previamente ha sido cubierto de grasa. Los mozos de­ben cap­turarlo y, en menos de un minuto y medio, colocarle unas bragas y un sujetador.
En Cáceres un burro es arrastrado por las calles con el hombre más pesado del pueblo encima, hasta que cae reventado por el peso del indi­viduo ante el regocijo del populacho. Una vez en el sue­lo es rematado a golpes.
Los periódicos de media Europa y varios programas de tele­visión del Continente, se hacen eco cada año de la de­nuncia con­tra el pueblo cacereño de Villanueva de la Vera. El grito unánime es el de: "¡Salvad al burro!", y miles de telegramas, la mayo­ría firmados por ni­ños, llegan a esta localidad durante los días del "festejo". Las pro­testas no surten efecto y, año tras año, se esceni­fica el aprehen­di­mien­to, juicio y muerte de un muñeco que representa a un personaje lla­mado Pero-Palo que, según la tradición, fue un judío, un ladrón y un "pute­ro". El sábado de Quincuagésima, los mozos confec­cionan un mu­ñe­co en un extraño ritual sin la presencia de curiosos. El muñeco se monta sobre un pollino, el cual será maltratado a golpes, pa­tadas, etc.
Los reporteros extranjeros desplazados para cubrir el acto son in­sul­tados y golpeados por los lugareños, que tratan de impedir cual­quier tipo de información gráfica sobre el acontecimiento que pueda escandalizar a la Europa civilizada.


En Manganeses de la Polverosa, hasta hace poco, aun se cumplía cada año con el vergonzo­so ritual (en el que la Iglesia juega un papel muy destacado) de preci­pi­tar una cabra desde lo alto del campanario de la iglesia.
Tampoco los gallos escapan de la barbarie del animal hu­mano. En al­gunos pueblos se entierra el gallo o gallina, dejando sólo el cuello y la cabeza fuera del suelo. Acto seguido se venda los ojos a unos cuantos niños, a cada uno de los cuales se le da un palo a fin de que puedan reventarle la cabeza al gallo, de un trancazo. El pri­mero que lo logra es proclamado vencedor. Los padres y abuelos aplauden a rabiar el bastonazo certero.
A los gansos se les cuelga por las patas de una soga, y algunos concursantes a caballo llegan al galope para tratar de cor­tar­les la ca­beza de un solo tajo.
En Lequeitio (Vizcaya), el 5 de septiembre, se celebra la "Fiesta de los gan­sos". Los marineros avanzan en traine­ras hasta colocarse debajo de un ganso vivo, que cuel­ga boca abajo pen­diente de una soga. Uno de ellos salta hasta lograr aga­rrarse al cue­llo del desdichado ani­mal. Una vez asido el ganso, se ti­ra de la cuer­da, y el que logra aguan­tar mayor número de "alzadas" sin a­rrancar el cuello de cuajo, resulta vencedor.

Desde hace más de 70 años, en Roses (Cataluña), el 15 de agosto se lanzan 200 patos al mar, los cuales deberán ser captura­dos por nadado­res que par­ticipan en esta "competición" marítima. Mu­chos de los po­bres ani­males perecen ante la brutalidad de los partici­pantes, otros terminan con extre­mida­des rotas. Los trofeos vivos o a­gonizan­tes que­dan en poder de sus cap­tores para lo que gusten dispo­ner.


La Ley catalana de Protec­ción de los Animales no tolera malos tra­tos y prohíbe, específicamente, que estos sean entregados como trofeo (" Llei de Protecció dels Ani­mals ": Artícu­los 2.2.a, 2.2.f y 4.1. ). Los dos primeros artículos prohíben " mal­tratar, o agredir fí­si­camente a los animales o someterlos a cual­quier otra práctica que les produzca sufri­miento o daños injustifica­dos, y hacer donación como pre­mio, re­com­pensa, o regalo de compensa­ción, por adquisiciones de natura­leza distinta a la transacción onerosa de anima­les”. Por otra parte el Ar­tículo 4.1., prohíbe " el uso de animales en espectáculos, luchas y o­tras ac­tivida­des, si estas pue­den ocasionar sufrimiento, o pueden ser objeto de burlas o tratos an­tinatu­rales, o bien herir la sen­sibilidad de las personas que las con­templen”. A pesar de que el Ayunta­miento de Roses fue san­cionado por no cumplir estas leyes y de que el propio al­calde aconsejó la sus­pensión de la fies­ta, bas­tó una cam­pa­ña vecinal de reco­gida de fir­mas, y que se amenazara al Consisto­rio con retirarle los votos en las próxi­mas elec­ciones, para que la suspen­sión quedase sin efecto.
"L'em­paitada d'ànecs", tiene lugar también, en Lla­franc, Pala­mós y Cale­lla de Palafrugell.

Todo este tipo de canalladas forman parte de la "cul­tura popular es­pañola" legado de vuestros ancestros. Yo maldeciría mi suerte de haber nacido en un país donde ta­mañas brutali­dades tienen lugar.

Si triste es constatar, una y otra vez, como el pueblo llano dis­fru­ta con la tortura de los animales, más doloroso es compro­bar como algu­nos "filántropos" les apoyan en sus reivindicaciones de tortu­ra. El departamento de Antropología Cultural de la facultad de Geo­grafía e Historia de la Universi­dad de Barcelona (UB) interpuso en 1988 una de­manda ante el "Síndic de Greuges" (Defensor del Pueblo en Catalunya), solicitando la recti­fi­ca­ción del ar­tículo 4 de la ley de Protección de los Animales. Se­gún es­tos antropó­logos, “los "corre bous" son una parte irrenunciable del pa­trimo­nio cul­tural de nuestro pue­blo". Afirman que "su prohibición se­ría com­parable a la redacción de una ley que pro­hi­bie­ra la constitución de los grupos de "castellers". Sin co­menta­rios !.
...

Por lo que se ve, poco les importa a estos antropólogos la tortura que sufren los animales víctimas de los ritos ancestrales del primate humano. Justifican la tortura de un ser vivo en aras de una supuesta "cultura ancestral". Si los ritos de sangre deben ser man­teni­dos a toda costa por formar parte del acer­vo cultural de un pueblo, podría­is haber mantenido también, toda una serie de ritos violenta­mente cruen­tos, que el mono doméstico diluyó en la histo­ria de los tiem­pos. Si todo lo arcaico fuese digno de conser­var, ¿Por qué razón no seguís practicando las orgías y las autocas­traciones pro­pias de los ritos dio­nisíacos, o la venta de esclavos, o la quema de brujas, o los festejos religiosos con las consabidas víc­timas humanas, ofrecidas a los dioses?
El que una fiesta, o una costumbre, sea tradicional, no basta para justificar la violencia. Por otra parte no todo lo que se llama tradi­ción lo es en realidad. A menudo se pro­clama que algo es tradicional porque arranca de un pasado que se juzga remoto (aunque sea relativa­mente reciente). Cualquier tradición ha debido aparecer por primera vez en un momento dado de la historia. En el momento de apare­cer no era en absoluto tradicional, sino revolucionaria, por lo nueva.
Por desgracia, conociéndoos, se que muchos de vosotros al leer eso exclamareis: ¡¡ Qué bestias ¡¡ o ¡¡ Qué animales ¡¡.
Eso demuestra que sois unos monos a los que también os han domesticado vuestras expresiones junto con vuestras mentes.
¡¡ No seáis hipócritas y expresaros correctamente de una puñetera vez ¡¡.
¿Acaso conocéis a otro animal, aparte de vosotros, que se comporte así ? Ninguno ¿Verdad? Pues exclamaros con un ¡¡ QUÉ HUMANOS ¡¡ … Y haréis justicia a la realidad de vuestra horrible naturaleza humana.

El trato que dais a tantos animales en las fiestas populares de tantos y tantos pueblos de vuestro País, nos habla, bien a las claras, de la miseria de vuestra condición humana.. y de paso, de la de vuestros perversos dioses, los cuales, según vosotros os crearon a su imagen y semejanza.
Nosotros, los bonobos, visto vuestro comportamiento criminal, nos congratulamos de no pertenecer a vuestra especie. Pienso que, para bajar del árbol y evolucionar hasta convertirnos en lo que os habéis convertido,…mejor nos quedamos en nuestros árboles, disfrutando en paz de nuestros bosques y de la vida animal que nos rodea.

1 comentario:

Ferran dijo...

Cuánta razón. Gracias por el artículo.