miércoles, 21 de abril de 2010

LA AGRESIVIDAD EN EL DEPORTE ( I )




Últimamente, se está discutiendo mucho el papel del deporte en vuestra sociedad; mientras unos lo consideráis una valiosa válvula de escape (costumbre-válvula) que descarga la agresividad, otros lo consideráis peligroso porque creéis que produce justamente el efecto contrario, al igual que el caso del cine violento ya mencionado en mi anterior post. En este campo se confunden una vez más, los efectos a corto y largo plazo.

Sipes, en sus experimentos para refutar la teoría catártica de la agresión, parte del supuesto de que, en los pueblos belicosos, los deportes que implican lucha deberían ser menos frecuentes que en los pueblos pacíficos (si la hipótesis de catarsis es cierta). Por otra parte opina que, según esta hipótesis, la práctica de deportes agresivos debería disminuir en épocas de guerra. Pues bien, ninguno de estos supuestos se confirma. Las culturas belicosas se dedican incluso con más ahínco a los deportes de lucha que las culturas pacíficas, y en los EE.UU. no declinaron los deportes agonísticos durante la Segunda Guerra Mundial, durante el conflicto de Corea o durante la Guerra del Vietnam.

Ningún etólogo hubiera esperado otra cosa. Las sociedades belicosas del animal humano enseñan a sus miembros a ser agresivos, por ello cultivan los juegos de lucha. Su práctica significa un entrenamiento para la agresión a largo plazo, pero procura al mismo tiempo la catarsis interna del grupo como efecto a corto plazo.

Existen entre vuestra especie culturas pacíficas con costumbres-válvula en forma de juegos, concursos de canto, etc., pero Sipes, no les prestó atención. Los bosquimanos (que Sipes considera una cultura pacífica sin ningún tipo de juegos de lucha), tienen numerosas formas de juego como los lanzamientos de flechas y las danzas competitivas, además de practicar la caza.

La guerra y los deportes de lucha no funcionan como canales alternativos para descargar las tensiones agresivas acumuladas en el mono domestico.

En muchos de vuestros deportes la lucha aparece de manera disimulada formando parte del juego, en ellos el contacto corporal no se permite o se autoriza únicamente si es poco evidente. En otros deportes, sin embargo, la lucha es directa y el contacto físico puede llegar a ser violento. Entre estos deportes destacan el karate, "full contact", lucha libre, sumo, judo, esgrima, lucha grecorromana, boxeo, etc.

Analicemos, por ejemplo, el caso del boxeo. El boxeo es uno de los deportes más antiguos. Excavaciones arqueológicas realizadas en Creta demuestran que 1.500 años antes de vuestra era cristiana ya se practicaba en aquella isla una forma de pugilismo. La versión moderna se introdujo en 1886 en Inglaterra, haciéndose rápidamente popular.

Antiguamente no se fijaba el número de asaltos. Los combates duraban hasta la extenuación de alguno de los contendientes. El récord de duración de un combate, se dio en 1893, en una pelea entre J. Coger y T. Burnker. Dicho combate duró 110 asaltos (siete horas y 19 segundos). La confrontación tuvo que suspenderse por falta de luz y fue declarada nula. Para evitar las masacres que se producían, en el año 1900, se limitó el número de asaltos hasta un máximo de 15.

El objetivo de este “deporte” es hacer daño en el cerebro y en el hígado. Se busca especialmente la conmoción cerebral (KO). Algunos de vuestros deportes peligrosos pueden ocasionar daño cerebral accidentalmente, pero en el caso del boxeo se busca la conmoción cerebral a base de repetidos golpes en la cabeza. Se trata de un espectáculo en el que el público está deseando que uno de los púgiles sea derribado a puñetazos y quede en tal situación que sea incapaz de levantarse antes que el árbitro agote la cuenta de diez.
Si el adversario le parte la ceja al contrincante, el público le anima para que siga golpeándole en el mismo punto, a fin de provocarle una mayor hemorragia que mine sus fuerzas y le obligue a abandonar.

Hace unos años, en 1974, 165 neurólogos británicos investigaron los daños cerebrales causados en practicantes de diversos deportes. Encontraron a 12 jinetes, 5 futbolistas, 2 jugadores de rugby, 2 luchadores y un paracaidista con daños cerebrales…. APARTE DE 290 BOXEADORES ¡¡¡ … y ello pese que el número estudiado en otros deportes era mucho mayor que el de boxeadores. No es de extrañar pues que el boxeo se prohibiera en Suecia en 1969 y en Noruega en 1982.



Cuando la cabeza recibe un fuerte golpe, el cráneo se mueve, y el cerebro, que tiene libertad de movimientos dentro del cráneo le sigue con más lentitud. El movimiento a dos velocidades diferentes de cerebro y cráneo provoca un impacto de efectos catastróficos. El cortex cerebral se mueve mientras el cerebro va de un lado a otro de los afilados tabiques de hueso y de la membrana externa (duramadre). Alguna parte puede chocar contra salientes óseos provocando hemorragias cerebrales.
En el boxeo, muchos de los golpes son laterales, con lo que la cabeza se mueve en rotación asimétrica lo que produce daños más graves. Ciertas zonas críticas responsables del habla, memoria y movimiento son dañadas una y otra vez.
A consecuencia de ello se producen daños oculares gravísimos, como los desprendimientos de retina. Las hemorragias intercraneales agudas pueden causar la muerte (algunas veces en el mismo cuadrilátero) y la disfunción cerebral crónica y progresiva que es propia del boxeador que ha encajado demasiados golpes.
La gran perdida de neuronas en la zona de la memoria incapacita al boxeador. El llamado "punch drunk" en el argot pugilístico, que se traduce por "sonado". Se da especialmente, en hombres que han sufrido castigos reiterados en la cabeza a lo largo de su carrera deportiva. El carácter del boxeador va cambiando de manera progresiva, haciéndose con el tiempo más irritable, inestable y presentando una clara disminución de la memoria. 11 de cada 15 boxeadores estudiados tiene señales de la enfermedad de Parkinson.



Desde el punto de vista neurosiquiátrico y neurológico, está demostrado que a muchos boxeadores (un 70%) les quedan secuelas irreparables por lo irreversibles. La gran mayoría de los púgiles, ya antes de finalizar su carrera profesional, tienen algún problema en la articulación de palabras, manifestando también lesiones en el aparato locomotor. Muchos terminan en los psiquiátricos sus últimos días esperando una muerte prematura.
Aparte de lo antes mencionado, entre las lesiones más frecuentes destacan las fracturas de mano, nariz o mandíbula, roturas musculares, hemorragias renales, etc.

Últimamente se ha descubierto que incluso los golpes “normales” en un combate de boxeo causan contusiones cerebrales que provocan la perdida de neuronas que nunca serán reemplazadas. Para llegar a esa conclusión se estudiaron los casos de 20 boxeadores aficionados de la Marina inglesa que pasaron 40 controles. Se empleo un marcador radioactivo (tecnecio) en el flujo sanguíneo y, usando una cámara gamma se examinaron los vasos sanguíneos. Su imagen quedo interrumpida en las zonas dañadas. Eso, repito, considerando los golpes “normales”, pero algunos golpes son demoledores; el puñetazo de Frank Bruno (peso pesado británico ex campeón de Europa) fue medido por físicos dando una equivalencia del impacto de un peso de 500 Kg. A más de 32 kilómetros por hora.

La mayoría de los boxeadores provienen de una condición social pobre, de barrios deprimidos por el paro y el exceso de población. La explicación está en que a este "deporte" tan duro llega con más facilidad el que está acostumbrado a sufrir, a pasar hambre, etc... el más curtido por la dureza de la vida.
Los púgiles aceptan el riesgo a cambio de tener el dinero suficiente para alcanzar el nivel social de otros monos domésticos. Intentan salir de la miseria a puñetazos...

Durante los años veinte, se hicieron famosas las cenas de boxeo, donde los “caballeros” bebían, comían y apostaban, mientras a pocos metros de ellos un par de boxeadores se agredían sobre el ring. Las mesas más caras eran las más cercanas al cuadrilátero. Dicha cercanía les proporcionaba el "placer" de ser salpicados por la sangre de los contendientes mientras consumían un jugoso solomillo.
Han pasado los años, pero la tradición aún se conserva en el Grosvenor House Hotel de Londres, donde la temporada de boxeo se extiende de octubre a junio. En dicho local no se admite la presencia de mujeres y sólo se permite la entrada a los poseedores de invitación, que deben acudir vestidos de rigurosa etiqueta. En las noches de boxeo se congregan alrededor de mil comensales en el lujoso local.

Aunque los cinco factores básicos que los jueces aprecian para valorar la actuación de cada boxeador sean: la ciencia, la fortaleza, la combatividad, la defensa y la deportividad, lo cierto es que, la gran mayoría del público asiste a los combates buscando únicamente ver agresividad, impactos, heridas, sangre y el K.O. de uno de los púgiles, ya que, en honor a la verdad, el fin último que se persigue en el ring es el de producir la conmoción cerebral del rival, provocándole una pasajera "muerte fisiológica", que debe durar un mínimo de 10 segundos para poder contabilizarse como fuera de combate. Cuanto mayor sea el número de fueras de combate, más cobrará el púgil, puesto que atraerá a más monos domésticos a la velada. Según las encuestas las audiencias televisivas sólo están interesadas en el KO: un triunfo a los puntos es una decepción.

¿Qué se puede esperar de una especie de animales que cuenta entre sus particulares diversiones un “deporte” que consiste en agredirse de manera brutal? ¿Conocéis a otra especie animal, aparte de la vuestra, que disfrute mirando como dos de sus congéneres se golpean hasta partirse las cejas, la nariz, el hígado, etc. …Buscando provocarse mutuamente una conmoción cerebral? Estremecedor, por lo impresionante, es el grito de alegría que lanza la multitud de monos domésticos al descubrir los primeros rastros de sangre en la cara de los púgiles. Y estremece aún más, por lo desagradable, la explosión de alegría y los saltos de la muchedumbre enloquecida al comprobar que uno de los contendientes besa la lona al caer conmocionado.



A los bonobos siempre nos ha causado nauseas vuestra querencia por la agresividad y violencia. Nosotros vivimos en paz, mientras vosotros, los monos domésticos os distinguís por hacer de la violencia y la agresión, vuestra diversión.



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