En un reciente post os hablaba del clero.
Os razonaba como la tribu de brujos que vive en vuestra sociedad (Papas,
cardenales obispos y curas) se constituía en un grupo de monos domésticos
parásitos de vuestras creencias, ya que se valían de vuestra fe, para vivir a
costa vuestra.
Vosotros los alimentáis, les dais
cobijo, les reverenciáis, les dais poder, les libráis de cualquier impuesto y
ellos se limitan a rezar, a cantar, a comeros el coco y, de cuando en cuando, algunos, se dedican a
perseguir a vuestras crías para abusar de ellas.
Si sois capaces de leer algo más
que la Biblia y La Hoja Diocesana os quedará cada vez más claro que los
ciudadanos cada vez están más y más indignados con su comportamiento, con su inutilidad
y con su falta de solidaridad con los demás ciudadanos a la hora de afrontar la
crisis que os azota.
Muchos son, entre vosotros, los que cada vez se alejan más de la Iglesia católica por considerarla una secta inútil y corrupta.
Muchos son, entre vosotros, los que cada vez se alejan más de la Iglesia católica por considerarla una secta inútil y corrupta.
Algunos de vosotros intentáis
justificar su existencia basándoos en la supuesta bondad, santidad, utilidad y
sacrificio de los “misioneros”.
Estoy convencido que todos los
que pensáis así pertenecéis al abundante grupo de monos domésticos que se
esfuerzan en evitar la reflexión y que se limitan a repetir lo que tantas veces
oyeron a sus abuelos, a sus padres o a los propios brujos que se esmeran en
extender esta “leyenda blanca del misionero”.
Sucede que no es oro todo lo que
reluce y os puedo asegurar que, a los ojos de los bonobos, la labor del misionero es quizá una de las más innobles labores que les están encomendadas a los brujos de la Iglesia.
Veamos porque opino así:
Quizás lo mejor será empezar con
un poco de Historia.
Cuando los
españoles llegaron a México, se encontraron con una civilización que tenía una
religión muy diferente de la cristiana. Lo que más impactó a los
conquistadores fue la poderosa religión estatal que rendía culto a las
principales divinidades indígenas con diversos ritos.
De acuerdo con
su mentalidad de hombres europeos del siglo XVI, la entendieron como una
religión que rendía culto al demonio y a las fuerzas del mal y se propusieron
su completa destrucción.
La secta católica requería urgentemente recuperarse de la deserción de millares de fieles como resultado del movimiento religioso conocido como la Reforma, en la primera mitad del siglo XVI, que dio origen a las iglesias protestantes y sustrajo a la obediencia de los Papas a gran parte de Europa ante el relajamiento de la fe y de las costumbres, la corrupción del propio clero y la difusión de la Biblia como consecuencia de la invención de la imprenta. Por ello pensaron que lo más apropiado para sus propósitos era el adoctrinamiento de los millones de indígenas americanos. Para eso...y para otras cosas, enviaron a los misioneros a América.
La secta católica requería urgentemente recuperarse de la deserción de millares de fieles como resultado del movimiento religioso conocido como la Reforma, en la primera mitad del siglo XVI, que dio origen a las iglesias protestantes y sustrajo a la obediencia de los Papas a gran parte de Europa ante el relajamiento de la fe y de las costumbres, la corrupción del propio clero y la difusión de la Biblia como consecuencia de la invención de la imprenta. Por ello pensaron que lo más apropiado para sus propósitos era el adoctrinamiento de los millones de indígenas americanos. Para eso...y para otras cosas, enviaron a los misioneros a América.
Los sacerdotes y religiosos llegaron a América con la
misión de evangelizar, es decir, de enseñar a los indígenas los principios de
la que consideraban la verdadera fe: la religión cristiana...por supuesto la
suya.
Pensaron que una forma rápida de exterminar las religiones
de los indígenas pasaría por el asesinato de sus emperadores.
La muerte de los emperadores azteca e inca contribuyó a que
esas sociedades perdieran confianza en sus dioses: con la muerte de Moctezuma o
de Atahualpa, no sólo desaparecían los jefes del Estado sino también los hijos
del Sol, su protector.
Los misioneros pensaron que una manera de putear a los
indígenas a fondo y de asegurar la definitiva derrota de sus religiones sería
la edificación de iglesias, precisamente, en los lugares en los que antes
habían existido los templos o centros de culto de los indígenas...y es que eran
así de malnacidos ¡¡¡
Durante los primeros tiempos y terminada la etapa de la resistencia armada, los misioneros fueron optimistas porque los indígenas parecían aceptar a la nueva religión y recibían en masa los sacramentos del bautismo y del matrimonio.
Durante los primeros tiempos y terminada la etapa de la resistencia armada, los misioneros fueron optimistas porque los indígenas parecían aceptar a la nueva religión y recibían en masa los sacramentos del bautismo y del matrimonio.
Sin embargo,
al poco tiempo comenzaron a advertir que la aceptación del cristianismo era
sólo superficial ya que, a escondidas de los españoles, continuaban realizando
los ritos de su culto tradicional.
En 1608, el cura doctrinero de
Huarochirí (Francisco de Ávila) puso las autoridades coloniales en alerta al
denunciar a sus feligreses andinos por proseguir clandestinamente con los
cultos precolombinos.
Ávila afirmó que los indígenas de su
parroquia, pese a ser bautizados, eran idólatras y rendían culto a las deidades
andinas como antes de la conquista...chivato que era el brujo ¡¡.
Poco después de dar la alarma, en 1610, Ávila fue nombrado
el primer juez extirpador de idolatrías por el arzobispo de Lima. Ese era el
premio que recibía por traicionar a sus fieles.
Además de Ávila, otros extirpadores
fueron nombrados en los años siguientes y la eliminación de idolatrías pronto
quedó institucionalizada en el arzobispado de Lima.
Varias campañas de extirpación
siguieron en el transcurso del siglo XVII. Durante las mismas fueron condenadas, torturadas y asesinadas miles de personas y destruida gran cantidad de representaciones de deidades
andinas, llamados "ídolos" por los extirpadores.
La destrucción de los
"ídolos", tejidos finos y parafernalia diversa apuntaba a desarraigar
los cultos autóctonos, pero al mismo tiempo equivalió a una perdida sensible en
la herencia cultural de los pueblos andinos. Más aún, en las culturas autóctonas
se consideraba que el culto a los antepasados y a las deidades andinas era
esencial para asegurar, además del bienestar individual, la superveniencia de todo
el grupo social.
Por eso, la destrucción de las
representaciones de dioses y de las momias afectó sobremanera a las sociedades
andinas que la sufrieron.
Las campañas de
extirpación de idolatrías, por consiguiente, no sólo atentaron contra las
religiones andinas, sino también contra la identidad cultural de los pueblos
afectados, como sucedió con la destrucción de los códices aztecas en México y otras invaluables muestras de su cultura.
Destrozaron los ídolos de los
indígenas, quemaron las momias y los huesos de antepasados, reverenciados por
los indígenas porque se les consideraba responsables del bienestar del grupo
social y las cenizas fueron recogidas y echadas al río para evitar que se
prosiguiera su adoración.
...Espero que el lector valore la
"delicadeza" de los invasores cristianos en su trato con los nativos...
Varios objetos de plata
utilizados en los rituales andinos, fueron abollados y así se devolvieron a las
autoridades locales. Otros fueron secuestrados y entregados a la iglesia del
pueblo para añadirlos a los inmensos tesoros que requisaban a los nativos...y
que enriquecían cada vez más a la Iglesia católica.
Los misioneros, abusones y cobardes hasta la médula, se asociaron a los ejércitos coloniales españoles, para imponer, por la fuerza de las armas, la religión que vuestros brujos se traían de Europa.
Además de con Dios, los misioneros católicos contaban también con el apoyo de esos dos criminales genocidas que vuestra Historia bautizó con el nombre de “Reyes Católicos”. Nombre que sin duda encajaba como anillo al dedo a su condición moral.
En la historia reciente vuestros colegas de religión siguieron amparándose en la dictadura fascista de otro criminal genocida, Francisco Franco, para seguir haciendo de las suyas con toda impunidad mientras paseaban al déspota del bigotillo bajo el mismo palio que esos sinvergüenzas paseaban la custodia con la “Hostia divina“.
Naturalmente, y como suele suceder algunas veces, entre tanto misionero sin escrúpulos mezclado con las tropas de los Conquistadores apareció algún individuo con la suficiente dosis de bondad y vergüenza como para hacer de testigo y notario de la actuación de los españoles en Sudamérica.
Los misioneros, abusones y cobardes hasta la médula, se asociaron a los ejércitos coloniales españoles, para imponer, por la fuerza de las armas, la religión que vuestros brujos se traían de Europa.
Mientras les robaban
su religión y sus culturas ancestrales aprovechaban ¡¡ como no ¡¡ para robarles
su oro… en el nombre de Dios.
Además de con Dios, los misioneros católicos contaban también con el apoyo de esos dos criminales genocidas que vuestra Historia bautizó con el nombre de “Reyes Católicos”. Nombre que sin duda encajaba como anillo al dedo a su condición moral.
Si habéis leído un
poco de Historia española no os ha de extrañar que los sacerdotes y misioneros
españoles se asociaran a los conquistadores para obtener su propósito de
evangelización por la fuerza.
Durante los 603 años
que duró la Inquisición (los que van desde 1231 hasta 1834) vuestros sacerdotes
torturaron con extrema crueldad hasta la muerte a los infieles a los que no
convencía su religión cristiana con la ayuda y la bendición del poder reinante.
Abundante literatura
ilustra a quien quiera conocer la verdad de lo sucedido con la excusa de la evangelización.
En un futuro post os
explicaré con todo detalle las torturas ideadas por esos monstruos ensotanados que
pertenecían a la misma secta religiosa que muchos de vosotros aun seguís y os
describiré los complicados aparatos que inventaron para producir los más agudos
dolores que acompañaban hasta la muerte a los desdichados que rehusaban
“apuntarse” al cristianismo.
En la historia reciente vuestros colegas de religión siguieron amparándose en la dictadura fascista de otro criminal genocida, Francisco Franco, para seguir haciendo de las suyas con toda impunidad mientras paseaban al déspota del bigotillo bajo el mismo palio que esos sinvergüenzas paseaban la custodia con la “Hostia divina“.
Naturalmente, y como suele suceder algunas veces, entre tanto misionero sin escrúpulos mezclado con las tropas de los Conquistadores apareció algún individuo con la suficiente dosis de bondad y vergüenza como para hacer de testigo y notario de la actuación de los españoles en Sudamérica.
Fue fray Bartolomé de las Casas, quien habría de denunciar ante la Historia la brutalidad de los
conquistadores españoles hacia los indígenas para arrebatarles el oro, la
plata, su libertad y su cultura, al narrar en su "Brevísima relación de la
destrucción de las Indias" los crímenes cometidos por los invasores en la
isla de La
Española. En uno de cuyos pasajes señala lo siguiente:
«Entraban los
españoles en los poblados y no dejaban niños ni viejos ni mujeres preñadas que
no desbarrigaran e hicieran pedazos. Hacían apuestas sobre quién de una
cuchillada abría un indio por medio o le cortaban la cabeza de un tajo.
Arrancaban las criaturas del pecho de sus madres y las lanzaban contra las
piedras. A los hombres les cortaban las manos. A otros los amarraban con paja
seca y los quemaban vivos. Y les clavaban una estaca en la boca para que no se
oyeran los gritos. Para mantener a los perros amaestrados en matar traían
muchos indios en cadenas y los mordían y los destrozaban y tenían carnicería
pública de carne humana...Yo soy testigo de todo esto y de otras maneras de
crueldad nunca vistas ni oídas".»
Cuenta la Historia que
el cacique Hatuei, de
Santo Domingo, logró escapar de la carnicería española huyendo a la vecina isla
de Cuba donde organizó la resistencia indígena, pero lamentablemente fue
perseguido, hecho prisionero y condenado a morir en la hoguera. "Atado
fuertemente a un poste y cuando las llamas comenzaban a chamuscarlo, se le
acercó un sacerdote español para hacerlo cristiano antes de morir. Hatuei preguntó si haciéndose cristiano
iría al cielo de los cristianos, y como el sacerdote le contestó
afirmativamente, le dijo que prefería ir a un infierno antes de volver a ver un
cristiano".
Desde
1492 hasta avanzado el siglo XVIII, el genocidio se desató impunemente por
todas las tierras de América provocando la muerte de millones de aborígenes, de
sus reyes, sus caciques, sus guerreros y de mujeres, niños y ancianos, que a
pesar de haber recibido con los brazos abiertos y portando presentes a los
invasores "cristianos" españoles, fueron traicionados, hechos
prisioneros y exterminados utilizando los más crueles métodos de tortura para
esclavizarlos, arrebatarles sus tesoros e imponerles una religión… la cristiana…
¡¡ Por supuesto ¡¡
Donde antes había inocencia, ahora hay malicia.. y eso ¿por qué ?... pues porque por allí pasó un misionero.
Esos retazos de la Historia ligados a
la “misión de evangelización” encargada a los misioneros nos sirven para hacer
las primeras consideraciones de su labor a lo largo de los tiempos.
Un misionero puede actuar de dos
maneras:
1) Evangelizar
2) Evangelizar y ayudar a los nativos.
En ambos casos evangelizan.
Y...¿Cómo actúan los misioneros para
evangelizar?
El misionero se desplaza a los lugares
donde hay otras culturas y otras creencias para convencer a los nativos de que
sus dioses son falsos y que el único Dios verdadero es el Dios en el que cree
el misionero. Pura soberbia y puro
egoísmo..."Mi Dios es el único verdadero, el tuyo es falso", les
dice. "Si crees en el mío te
salvarás si te quedas con el tuyo arderás eternamente en el infierno"...
Naturalmente el misionero no se limita a eso. Intenta cambiar las costumbres culturales de
los pueblos que visita y procura inculcar a los indígenas costumbres propias de
culturas europeas que encajen con el gusto del misionero.
En otras palabras, el misionero es
responsable de interferir de manera descarada contra las creencias de los demás
seres humanos intentando sustituir sus dioses por el suyo.
Los misioneros han sido y son los
responsables de la destrucción de centenares de culturas que han desaparecido
para siempre.
En muchas ocasiones el misionero es el
directo responsable de contaminar la inocencia de los pueblos infectándola con
la malicia de sus creencias.
Un ejemplo evidente de lo que aquí
expongo lo tenéis en el sexo.
Muchos son los pueblos primitivos que
consideran su desnudez como un estado natural ya que desnudos están también los
demás seres que comparten su hábitat.
Llega el misionero con sus manías, sus
traumas y sus represiones y sus obsesiones sexuales y les hace ver que hay zonas de su cuerpo que deben
esconder (ya adivinareis todos que se trata de las zonas genitales porque esa
gente está permanentemente obsesionada con el sexo).
Lo que antes era una zona neutra contemplada sin malicia desde la inocencia, pasa a ser una zona asquerosa que hay que ocultar a toda costa porque puede provocar “malos pensamientos”.
Al misionero ni por un momento se le ocurre pensar que su Dios creó a los seres humanos desnudos y no vestidos.
Lo que antes era una zona neutra contemplada sin malicia desde la inocencia, pasa a ser una zona asquerosa que hay que ocultar a toda costa porque puede provocar “malos pensamientos”.
Al misionero ni por un momento se le ocurre pensar que su Dios creó a los seres humanos desnudos y no vestidos.
Donde antes había inocencia, ahora hay malicia.. y eso ¿por qué ?... pues porque por allí pasó un misionero.
El brujo lava-cocos empeorará aún más
las cosas al anunciarles que para hacer sexo.... es necesario firmar un contrato
(matrimonio). Si no lo hacen así les vuelve
a amenazar con el fuego eterno conforme anuncia su “Dios verdadero” cuando
habla del pecado.
Intentará prostituir sus voluntades
ofreciéndoles dádivas, collares, bolitas de papel de plata, espejos, tabletas
de chocolate…si siguen sus indicaciones.
Desgraciadamente para los misioneros
hoy en día sólo pueden usar la amenaza psíquica (pecado, condena eterna,
infierno, etc.). Ya no le están
permitidos los métodos de tortura que antaño usaron durante la Inquisición o
contra las culturas azteca e inca para forzar voluntades.
Recientemente me contaron el caso de un
misionero que trajo de su país una cierta cantidad de camisetas para que las
nativas cubrieran sus “pecaminosos pechos”.
Les indicó que para entrar en la capilla deberían entrar con las camisetas
puestas.
Al día siguiente se presentaron en la
capilla con las camisas ...y con las tetas al aire ya que habían recortado en
el frontal de la camisa dos agujeros para que asomaran los pechos.
¿Por qué?
Por dos razones:
A) Se sentían así más cómodas.
B) Su candidez e inocencia les impedía comprender
y acatar la suciedad mental del misionero.
La inocencia había derrotado al obseso
sexual de sotana blanca…
Y luego están los misioneros que
cambian Dioses y destruyen culturas (como los anteriores) pero que para
granjearse la confianza del nativo les enseñan a canalizar regadíos, a
construir puentes, etc.
Estos son los que llevan a muchos de
vosotros a enaltecer la labor del misionero…y esos son los peores.
Con determinadas tretas se hacen con la
voluntad y receptividad de los indígenas para luego despojarles de sus
creencias y sus culturas.
No os dejéis engañar por ellos, de
especial no tienen nada, esta misma labor de ayuda a los pueblos primitivos
la hace cualquier ONG laica o atea sin… segundas intenciones.
Es más, el misionero prepara el
"gran negocio" de su vida ya que sus creencias le llevan a pensar
que, al igual que hay un castigo eterno para el que peca, existe una recompensa
eterna para el que difunde la palabra de Dios.
La "ayuda" del misionero es
una ayuda interesada, la del ateo o agnóstico miembro de una ONG es una ayuda
desinteresada, puramente altruista y ausente de hipocresía.
Ni que decir tiene que para vuestras
crías los “misioneros” son sus profesores de religión.
Se lanzan sobre sus tiernas mentes para
inyectarles sus propios dioses, sus neuras, sus desviaciones, sus desvaríos, sus obsesiones sexuales y
sus amenazas.
Los sacerdotes que manejan en las
escuelas las tiernas mentes de vuestras crías saben que trabajan un terreno
abonado y receptivo, por eso insisten tanto vuestros brujos en que la clase de
religión católica sea obligatoria en las escuelas… de vuestro estado laico
¡¡…les va su futuro en ello.
Si logran hacerles socios adeptos de su
secta católica, más negocios harán los curas en el Tierra mientras vivan...y
más méritos harán para su "salvación" eterna, cuando mueran.
Me despido hoy con una frase de San
Agustín para que todos reflexionéis sobre lo que representa la evangelización
para la Iglesia católica.
"...Es mayor mal
que perezca un alma sin bautismo que el hecho que sean degollados innumerables
hombres aun inocentes..." (San Agustín)
Sólo un ser humano sin
escrúpulos puede pronunciar semejante frase.
Pues bien, a ese descerebrado de espíritu genocida, en lugar de meterle
en la cárcel...la Iglesia católica lo hace SANTO y lo considera uno de los
Padres de la Iglesia.
Esa es vuestra
religión...y así piensan y actúan sus protagonistas ¡¡¡
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