Cuando
llegué a vuestro país para estudiar el comportamiento del mono domestico
enseguida me percaté de que erais unos simios muy peculiares.
Observando
con atención vuestras idas y venidas, vuestras reacciones y vuestra relación con
los de vuestra especie y con los demás animales, uno llega a la conclusión de
que gran parte de vuestro comportamiento social es digno de estudio por lo
complicado, sorprendente, estúpido e hilarante...y las más de las veces
deprimente.
En vuestro país,
al igual que en otros países, cuando llega el fin de semana miles y miles de
monos domésticos se dirigen en masa hacia un enorme edificio. Muchos de los peregrinos llevan banderas y
bufandas de determinados colores y se comportan como autistas. Unos utilizan unos cables que conectan sus
orejas con un receptor de bolsillo mientras otros discuten sobre el extraño
espectáculo que están a punto de presenciar.
Durante
casi dos horas permanecen sentados alrededor de un rectángulo de pasto donde
observan entre gritos, silbidos, cánticos, insultos, risas y lagrimas...como
veintidós monos se disputan una esfera que deberán introducir con los pies
dentro de una "cueva" formada por redes.
Uno se
queda con la boca abierta cuando ve la inmensa alegría que les invade cuando
logran meter la bola dentro de las redes contrarias... todo son gritos, saltos,
besos y abrazos entre amigos o incluso entre desconocidos.
La masa se
limita a ejercer de voyeur mientras los del rectángulo juegan y practican
deporte. Lo curioso e insólito del
caso es que los que están sentados sin hacer nada pagan un dineral por
limitarse a mirar, mientras que los que gozan jugando reciben millones de euros
por divertirse.
Los bonobos
tenemos claro que ningún gorila, chimpancé, orangután o bonobo disfrutaría
ejerciendo de mirón en un espectáculo tan caro y absurdo.
Otra cosa que me llama la atención es que muchos de los monos domésticos que acudís a un estadio de fútbol os lleváis de casa todo tipo de banderas de cariz político.
Lo que es
sorprendente, por lo estúpido, es que sólo sacáis estas banderas cuando vais a
actuar como "figurantes mirones" del juego de pelota, en ningún caso
os lleváis las banderas cuando vais al
cine, al teatro, a misa, a cenar, a pasear, a la playa, a la piscina, a
comprar, etc.
Si me
argumentáis que algunos interpretan una confrontación deportiva como una
batalla entre dos ejércitos, aun podría entender que en un encuentro de primera
división de vuestro país fuerais con las banderas de vuestras comunidades respectivas,
pero que alguien me explique por qué en ocasiones veo a monos domésticos que
acuden con banderas españolas a presenciar un partido entre (pongamos por
ejemplo) Valencia y Sevilla, ya que me queda muy claro que no se trata de un
partido internacional.. Entonces ¿Qué hace allí una rojigualda?
Por lo que
a mi respecta, en estos casos extremos, este "detalle" me es de gran
utilidad, pues me ayuda a descubrir con exactitud (y con toda seguridad) en que
parte de la gradería se encuentra un "facha".
La
influencia de esta "actividad ajena" que llamáis fútbol os ha calado
tan profundamente que muchos de vosotros habéis quedado poseídos por el fútbol de
la misma manera que os han atrapado las religiones. De hecho, para gran parte de la masa de
simios domesticados, el fútbol ha pasado a ser religión.
Llega el
domingo y vais por la mañana al templo para ver a vuestro chaman practicar rito
y magia negra...y por la tarde cambiáis templo por estadio para ver a vuestro
equipo jugar a la pelota. Cierto que
cada domingo son minoría los que van al templo, pero en cambio, al estadio acudís
en masa para transformaros en posesos a los pocos minutos de sentaros en las
gradas.
Para muchos
de vosotros el fútbol es una "religión" que os transforma las vidas los
fines de semana y que os tiene aun más idiotizados que el propio cristianismo. No me cabe la menor duda de que, de hecho,
os interesa muchísimo más el fútbol que la religión que, por razones
geográficas os ha tocado practicar en vuestro país.
Para convenceros
de ello sólo tenéis que pensar en el espacio que al fútbol le dedican las
televisiones en los telediarios, debates y otros programas, y cuanto tiempo
dedican a la religión durante la semana.
Cada semana se retransmiten todos los partidos de Primera División por radio y
televisión....y, en algunos casos, se retransmiten en casi todas las radios a
la vez. Ni por asomo esperaríais el
mismo seguimiento de vuestras misas católicas.
Tenéis
varios periódicos y revistas dedicados al fútbol... y ningún diario o revista de
tirada apreciable dedicada a la religión.
En vuestro
fanatismo, sois capaces de hacer largos desplazamientos de miles de kilómetros
los fines de semana para seguir a vuestro equipo. Estas frecuentes "peregrinaciones"
nunca las haríais por vuestra religión.
En vuestro
dormitorio tenéis más posters de vuestros ídolos deportivos que estampas de
santos y en vuestras carpetas de estudiante destacan por su presencia las fotos
de las estrellas de vuestros equipos mientras no os queda espacio para colocar ningún
símbolo religioso.
El fútbol
es pues, sin la menor duda, vuestra
religión dominante.
Algunos
sois tan bobos que no os dais cuenta de que vuestro adorado equipo no es más
que una empresa (cuando no una multinacional) que manejan desde los despachos
unos directivos y desde el campo de juego un puñado de mercenarios que viven a
costa vuestra.
El colmo de
los colmos se da cuando algunos de vosotros disponéis ser
enterrados o incinerados con la camiseta de la empresa deportiva que os ha
comido el coco en vida y que vuestras cenizas sean dispersadas al viento en las
cercanías del campo de juego de vuestra multinacional preferida.
Estas mismas empresas, ávidas de vuestro
dinero, explotan vuestro fanatismo ofreciéndoos una zona de columbarios en el
propio estadio para que dejéis allí vuestras cenizas para siempre.
Para los
bonobos que os observamos, la situación es tan divertida como si ordenarais ser
incinerados con la camiseta de Correos o de la Compañía Telefónica, para
posteriormente arrojar vuestras cenizas dentro de un buzón de Correos o enterrarlas
junto a un poste de teléfonos.
Cuanto más os conocemos, más satisfechos estamos de no pertenecer a
vuestra especie.
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