domingo, 7 de septiembre de 2008

LA TORTURA


Todos los que me estáis leyendo tenéis la desgracia de pertenecer a la más destructora de las especies que pueblan la faz de la tierra.
El animal humano es el único ser vivo del planeta capaz de torturar. Por mucho que revisemos el com­porta­miento de cualquiera de las demás especies animales, jamás en­con­traremos un sólo caso de animal que disfrute ocasionando dolor a otro.
Cantidad de veces hemos tenido que oír la aseveración (muy arraigada entre el pueblo llano) de que “el gato disfruta tortu­rando al ratón”. El gato juega con el ratón de la misma manera que juega con cualquier pequeño objeto móvil o inmóvil. Ello le propor­ciona el entreno necesario para poder desa­rrollar sus reflejos y su elas­ticidad de manera efectiva. Es en extremo improbable que el gato “disfrute” al saber que el ratón está sufriendo. Por la misma regla de tres me podrías decir que cuando el gato clava sus garras a una pelota de papel está disfrutando pensando que la esta torturando. Si en este caso pensáis que esta jugando … ¿Por qué no pensar lo mismo en el caso del ratón?.

Sólo el hombre, con su enorme capaci­dad para el o­dio, es capaz de prolongar la agonía de los que tortura (a menudo por ideas que no coinciden con las suyas) y de disfrutar con el dolor ajeno.

Las torturas in­fligidas siguen la regla de aplicar el máximo do­lor posible durante un máximo de tiempo.

La crueldad en los demás animales es un mito, en el hombre, es una san­grante y ver­gonzosa realidad.

Uno de los horrores que más me preocupa de vuestra especie es el que obliguéis a contemplar a familiares de primer grado cómo son torturados sus seres que­ridos.
La mayoría de los supervivientes de esta “tortura sobre tortura” siente com­plejo de culpabilidad por haber sobrevivido a la víctima. Ya que la tortura no termina con el final del acto en sí mis­mo puesto que queda el recuerdo imborrable de la memoria.

Habéis re­finado, con el paso del tiempo, las técnicas de tor­tura. La tra­di­cional paliza ha dado paso a métodos sofisticados, que cuentan con la colaboración de cien­tíficos que a­portan sus conocimientos.

En Filipinas se introduce un clavo por la frente, con mu­cha preci­sión, hasta situarse entre los dos hemisferios cerebrales. Esta tor­tura no produce la muerte, pero la persona queda paralizada por com­pleto, sin ninguna posibilidad de volver a controlar sus reac­ciones sensoriales. Si el clavo fuera extraído moriría en pocos mi­nu­tos. Es evidente que para ello se ha requerido los servicios de un neuro­ciru­ja­no. Sólo un especialista lo puede colocar con tanta pre­ci­sión, en el lugar exacto para no causar la muerte.

Una de las torturas más comunes utilizadas en Argentina, durante la época de Videla, para torturar a las mujeres embarazadas. Consis­tía en hacer penetrar una cucharilla por la vagina hasta la en­tra­da del útero. La cucharilla estaba electrificada y, al dar la co­rrien­te, se electrocutaba al feto en el interior de la madre. Los brincos del feto, añadían el dolor psíquico al físico.
¿Conocéis, por ventura, algún otro animal, aparte de vosotros claro está, que pueda idear semejante aberración?

En el campo de exterminio de Toul Sleng, situado a dos kilómetros de Phnom Penh, se terminaba con los prisioneros torturados aplastándolos entre dos "bulldozers". Más de 20.000 fueron eliminados de esta manera. Nada más ingresar los prisioneros en el campo, les a­rranca­ban las uñas. Antes de morir eran torturados con instrumentos prima­rios de tor­tura: barras de hie­rro, alicates y tijeras.
A las mujeres les a­rran­ca­ban los pechos con ali­cates y luego colocaban ta­rántulas sobre las heri­das. Se ataba a los prisioneros a la cama por medio de gri­lletes, luego se les introducía agua por la nariz en tu­bos de goma hasta que el estó­mago se hin­chaba; después el guardián saltaba sobre el vientre desde la altura de una silla,..para reventarlos …. Como para sentiros orgullosos de vuestra especie ¿Verdad?.


En muchas comisarías de policía de los más diversos paí­ses del mundo se practica la tortura de manera habitual. Se aplica el "quirófano", colocando al torturado sobre una mesa con la cabeza colgando y dándole golpes en el estóma­go, o el "sub­mari­no", que consiste en sumergir la cabeza de la víctima en una bañe­ra de agua pútrida llena de excrementos, colillas y esputos, hasta llegar al pun­to de asfixia. La operación se repite de manera intermitente. Otros aplican la "pica­na"; consistente en colocar electrodos en lugares especial­mente sensibles como, ano, clítoris, pezones, labios o testí­culos. Otros prefieren la "rue­da", donde varios hombres van gol­peando a la victima que está desnu­da, mientras se la van pasando de uno a otro. A veces se envuelve al sujeto con una man­ta húmeda azotándole con un cable grue­so en cabeza y espal­da. Se co­loca a la víctima de cuatro patas y se la golpea en las plantas de los pies y en los testículos con porras, de cuando en cuando apagan sus ciga­rrillos en las nalgas.
En otras oca­siones a­nun­cian con anterio­ridad el tipo de castigo que le van a dar para au­men­tar la tortura psíqui­ca. También se aplica la "falanga", la cual consiste en provocar que­maduras en la planta de los pies.
La priva­ción de sueño es prác­tica común, así como los simu­lacros de ejecu­ción, amena­zas sexuales, amena­zas contra la familia, y el "cerro­ja­zo" (conti­nuo abrir y cerrar cerro­jos de la celda para mante­ner a los prisioneros en perpetuo te­rror al pensar que han vuelto los tortura­do­res).
Otro tipo de tortura muy extendida es el "baile", el cual consiste en poner a la víc­tima de pie y darle dos fuertes palmetazos sobre am­bos oídos a la vez, de manera reiterada. Otras ve­ces, los torturadores, colocan bajo los codos y las rodi­llas una ba­rra me­tálica (tortura de la "barra") de largas dimen­siones, con una curva­tura en el centro, colgán­doseles por espacio de unas tres horas con la cabeza para abajo impi­diéndoles tocar el suelo. Duran­te este tiempo se les balancea para aumentar el dolor, se les golpea, y se les arranca el pelo a mechones.
A veces se les deja atados en una silla durante días sin que puedan comer beber o hacer sus necesida­des fisiológicas. Las sesiones de interrogatorio suelen durar unas ocho horas.

Un ejemplo de tortura sofisticada es el de la inocu­la­ción de cáncer a los detenidos. Se espera con ello producirles una muerte lenta en medio de te­rribles dolo­res, ya que a estos pri­sioneros se les negará la asistencia médica, tanto para curar el cán­cer inocu­la­do, como para mitigar sus dolores.
Para inocular un cáncer es necesario antes resolver el efecto del re­chazo. La introducción de células cancerosas ajenas a un de­termi­nado organismo sano, provoca la movilización de defensas con­tra el cuerpo extraño. La célula cancerosa será rechazada y expul­sada o en­quistada para inutilizarla y hacerla inofensiva.
Para que la implantación tenga éxito se utiliza la si­gui­ente téc­nica:
1.- Se toma una muestra de tejido sano de la víctima, con la excusa de un supuesto chequeo. Se deposita la muestra en una placa de Petri provista de una solución nutriente para el cultivo de célu­las.
2.- Se disocia la muestra en pequeños cubos de un milí­me­tro de lado. Se aíslan en otras cápsulas cada uno de los cubitos.
3.- Se trasladan las cápsulas a una estufa de cultivo. Con­tro­lando los factores abióticos a su nivel óptimo. Se ambienta el cul­tivo con anhídrido carbónico.
4.- Se cancerifican las muestras, a base de inocular­les vi­rus (las probabilidades de cancerificación son del or­den del 85 %). Esta gran probabilidad se puede incrementar aún más al dispo­ner de vari­as muestras y de diversas líneas de trabajo.
5.- Al terminar el proceso, se dispone ya de células can­cero­sas del sujeto prefijado.
6.- Se prepara al sujeto para recibir sus propias cé­lu­las cancerosas. Para ello se busca una excusa para ingresarle en un hospital, donde se le someterá a un tratamiento de inmunosupresión con dro­gas inyectables, al estilo del que se practica con los recep­tores de trasplantes para evitar el rechazo del organismo.
7.- Se inyectan las células cancerificadas, por vía in­tra­venosa con la excusa de una inyección tópica. Las células irán a parar al corazón que las distribuirá a los pulmones, hígado, riñón, bazo y a otros lechos vasculares. Con ello la víctima podrá sufrir varios cánceres, que a la larga producirán una "muerte natu­ral" que resultará im­posible de investigar, caso de haber posterio­res averi­gua­ciones.
¡¡ Vergüenza y asco os debería dar el hecho de pertenecer a vuestra especie ¡¡ ¿Qué opinaríais de una especie que actuase de esta manera?

Como ya hemos dicho, para vejar al que se tortura, se le introduce a veces en el ano una serie de objetos, mientras se obli­ga a los familiares a presen­ciar las tor­turas humillantes del ser querido. En otras oca­siones se fuerza a los propios compañeros o familiares del dete­nido a que tor­turen a su amigo o pariente.

Mientras en los demás animales la figura del de­rro­ta­do de­sarma la agresividad del vencedor, en el hombre, las pautas de su­mi­sión del vencido apenas son tomadas en consideración y, en muchos ca­sos, el vencedor se ceba con los vencidos sometiéndoles a una tira­nía despótica, salpicada con las más diversas represalias.

Cuando una animal se pelea con otro y presiente que va perdiendo la pelea, por regla general, opta por acurrucarse y “hacerse más pequeño” encogiendo su cuerpo. Este hecho “desarma” la agresividad del contendiente que va venciendo, el cual, ante esta muestra de sumisión, suele frenar la acometida, dando la pelea por terminada ante las muestras de sumisión.
El torturador de vuestra especie, lejos de seguir estas pautas naturales, coloca en primer lugar a su víctima en pauta de sumisión. Le venda los ojos, le ata las manos, la mantiene de rodillas, etc. Y una vez colocado el mártir en postura de sumisión, procede a torturarlo. Si se da el caso de que la víctima pierde la conciencia… el verdugo se apresurará a “resucitarla” con un poco de agua para que se entere de la crudeza del dolor.


Como veis, vuestro comportamiento es diametralmente opuesto al de los demás animales. Vuestro cruel comportamiento os distingue de los demás seres vivos de manera concluyente.
La cruel­dad con la que el primate humano trata al enemigo vencido, puede únicamente inter­pre­tar­se en términos de la más absoluta venganza.

Torturáis a los demás animales y a vuestros congéneres, en tiempos de guerra y en tiempos de paz… en las comisarías, en las cárceles, en los internados, en los institutos… y en casa maltratáis a vuestras propias mujeres, o a vuestros ancianos…llegáis hasta el disparate de torturar y matar por vuestras ideas políticas o religiosas… ¡¡ sois una especie maldita ¡¡


Como ya os he comentado muchas veces, habéis creado a Dios a vuestra imagen y semejanza, por ello no os ha de extrañar que vuestro Dios lleve a cuestas todas vuestras miserias. Y como una de vuestras “taras” es la práctica de la tortura os habéis inventado también un Dios torturador para que se os parezca aún más. Y así, nos habláis de un Dios que mandó a su hijo a la Tierra para que sufriera tormento con la excusa de “salvaros” del pecado .. ¡¡ Como si un Dios todopoderoso no tuviese otra manera de salvar a la humanidad ¡¡
O nos explicáis que Dios pidió a a Abraham que sacrificara a su único hijo en su honor para probar si le era fiel...
También contáis que ese Dios vengativo condena a morir a todas sus propias criaturas … y no de cualquier forma, sino sufriendo hasta el suspiro final, en la gran mayoría de los casos … ¡¡ Como si un Dios todopoderoso no tuviese otra forma de dar muerte a sus criaturas ¡¡¡ … y lo que es peor, no contento con daros muerte y procurar que esta sea dolorosa después de soportar la tortura de la enfermedad, se encarga de castigar a los que no le siguieron a las más terribles torturas del infierno POR TODA LA ETERNIDAD.
Luego nos venís con las milongas de que Dios es todo amor.
Los demás primates os preguntamos ¿Dónde veis ese amor?
Nosotros, los bonobos, todavía lo estamos buscando…


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