Hace unas semanas, paseando por las calles de Barcelona,
reflexionaba sobre como el mono domestico ha llegado a trasformar lo que antes
eran parajes llenos de verdor, de flores, de árboles sobre los que cantaban
todo tipo de pájaros en una apestosa jungla de asfalto.
Habéis sustituido los gorjeos alegres de las aves por el
ruido de los motores de infinidad de vehículos. Os habéis cargado el antiguo perfume floral
y lo habéis sustituido por los gases pestilentes de vuestros coches. Habéis cambiado la tranquilidad de la campiña
por el estrés del tráfico rodado.
Entre tanto color gris es difícil hallar algún punto
verde. Elevando la vista se puede
encontrar alguna maceta en algún bacón aislado donde, entre los barrotes,
alguna flor se atreve a asomar sus escasos y sucios pétalos. La mayoría de los balcones aparecen
huérfanos de clorofila cobijando en su
lugar bombonas de butano o los antiestéticos aparatos del aire condicionado.
Vuestras antiguas plazas, otrora oasis verdes para
descansar en medio de la ciudad han sido sustituidas por “Plazas duras” de cemento y asfalto.
En estas horribles ciudades desprovistas de todo tipo de
vida es donde vivís y criáis como las ratas, vosotros, los monos
domésticos. Aquí os sentís bien,
entre semáforos y contenedores de basura.
Hace ya años que lograsteis exterminar del centro de
vuestras urbes a los gorriones; las cotorras argentinas han logrado,
temporalmente, escapar de vuestro afán destructivo porque viven en las palmeras
muy por encima de vuestras cabezas.
Ahora vuestros esfuerzos y vuestra mala leche se vuelcan en
el exterminio de de la última ave que os hacía compañía por la calle en vuestro
día a día, la paloma.
Para algunos de vosotros, la paloma, es el símbolo de la
paz; para el católico de “libro único” la paloma fue el “padre no humano” de
Jesucristo (¡¡Cuánto delirio¡¡); para los que sabéis algo de historia, la
paloma es un animal que ayudó a decidir batallas al transportar mensajes en
clave sobrevolando al enemigo; para muchos niños es una pelota con plumas (si
acudís a la Plaza de Cataluña podréis ver con vuestros propios ojos como los
niños persiguen y “chutan” a las palomas, mientras están comiendo, ante la
divertida mirada de sus padres que incluso inmortalizan las escenas con sus
cámaras).
Por desgracia, para la mayoría de los monos domésticos la
paloma es un animal más a exterminar.
Y cual es la principal razón que esgrimís para
exterminarlas…pues… que se caga en vuestro territorio, en vuestras calles
¡¡¡…las cuales, por supuesto, son también parte de su territorio.
Si todavía os queda alguna neurona funcional os invito a
que intentéis buscar y rebuscar hasta encontrar alguna caca de paloma. Os costará, pero con el tiempo la
encontrareis porque, efectivamente, ellas cagan como cagáis vosotros. Pero lo que ciertamente no os costará nada es
encontrar vuestra propia mierda porque está en todas partes. La sacáis de vuestras casas para depositarla
en la calle, en multitud de contenedores situados estratégicamente por doquier.
En lugar de cagadas de paloma lo más probable es que
encontréis meadas de perros o humanos en las esquinas y entradas de portales o
millares de chicles usados y escupidos por vosotros en plena calle…todas las
calles están tapizadas con ellos.
El que seáis el único animal que mastica goma no os excusa
el hecho de escupir la goma por las calles.
¡¡ Apuesto a que en el pasillo de vuestra casa no
encontraría ninguna pegatina de caucho en el suelo o en el parqué.
Para exterminar a las palomas empleáis la mentira a fin de
mentalizar al pueblo de que son vuestras enemigas. Les colocáis agudas espinas de metal en las
fachadas para herirlas y para impedirles la posibilidad de que puedan posarse o
criar.
Las envenenáis o las capturáis a primera hora de la mañana
con redes para luego sumergirlas en contenedores llenos de agua mientras los
pobres animales, muchos con las alas rotas, aletean en vano para intentar
escapar de morir ahogadas.
En pleno barrio de Gracia, en la Rambla del Prat, los vecinos
de la citada calle han organizado un movimiento encaminado a exterminar a las
pobres palomas de la susodicha calle.
Durante semanas han colocado carteles por las calles
conminando a los vecinos a que no den de comer a las palomas.
En los panfletos se intenta enardecer a la ciudadanía
presentando a las palomas como enemigos de los humanos a los que “contaminan,
infectan con parásitos, les provocan diarreas, dolores de cabeza, alergias y
hepatitis”
Según los panfletos les transmiten también pulgas, ácaros,
y chinches.
Amenazan a las almas caritativas que les alimenten con
sanciones de hasta 20.000 euros (¡¡ tres millones trescientas mil de las
antiguas pesetas ¡¡).
Repasando la lista, incluso el más corto de los lectores
llegará a la conclusión de que cualquiera de los humanos puede transmitir a
cualquier otro, pulgas, ácaros, chinches, diarrea y hepatitis. En cuanto al dolor de cabeza, que según la
nota transmiten las palomas, debo decir que es mucho más probable que lo
adquieran los que lean este infecto panfleto.
Se seleccionaron nueve comercios de la mencionada calle
para recoger un número convincente de firmas.
Se hicieron sendas reuniones del vecindario en un bar de la mencionada
calle.
En plena movida llegaron a traer a una "Regidora" para que se
reuniera con un grupo de monos domésticos del vecindario indignados por la
natural presencia de aves en las calles.
Durante algunas semanas se vivieron momentos tensos entre
los vecinos que querían la muerte de las palomas y los vecinos que defendían la
vida de las aves.
Coincidí con una mujer que reñía a un vagabundo porque
alimentaba a las palomas argumentando que estas mataban a los hombres con las
enfermedades que les transmitían y que se lo había dicho su marido que era médico. Le indiqué a la dama que todo lo que la
rodeaba y tocaba la podría infectar, desde los billetes que circulaban de mano
en mano y que guardaba en su billetero a cualquier humano cercano que la
tocara.
Que nadie tocaba palomas pero que la gente se toca al darse
la mano, abrazarse, etc. y por lo tanto tiene mucho mayor poder de infección
que la paloma.
Le hice ver a esa mujer que su marido se ponía guantes para
manejar a sus pacientes ya que era plenamente consciente que tanto él como sus
clientes eran transmisores potenciales de enfermedades. Para terminar le dije que dejase en paz a las
palomas y se duchase a fondo cada vez que tratara con los simios humanos…por si
acaso.
Desde entonces, he podido comprobar como se ha multiplicado
la gente que a partir de la movida se ha apiadado de las palomas (especialmente
gente mayor) y son muchos los que regularmente han pasado a alimentarlas a
diferentes horas del día.
Ayer pasé por la misma calle… y esta vez encontré un nuevo
cartel dando las gracias al vecindario, en él se descubría cual era la
verdadera finalidad de la movida.
La idea fue promovida por los comerciantes de esta calle
que buscaban, sin género de dudas, la eliminación de las palomas para evitarse
el sacar de cuando en cuando la escoba para barrer su portal.
Faltos de escrúpulos utilizaron a los ciudadanos para sus
propósitos.
Un ejemplo más de cómo actúa el simio humano y un ejemplo
más del vergonzante especismo de los animales de vuestra especie.
Hoy, he visitado de nuevo la Rambla del Prat, los mensajes
que los vecinos han dejado sobre el cartel que agradece la exterminación de las
palomas demuestra que la incitación al exterminio ha actuado como efecto
boomerang contra el propósito de los comerciantes.
Yo, por mi parte, seguiré con mi particular lucha contra el
hambre. Jamás consentiré que un animal
al que pueda ayudar pase hambre por mucho que lo intenten un puñado de simios
humanos mal nacidos.
Mientras tanto vuestras tristes, grises, ruidosas y
pestilentes calles seguirán perdiendo más y más vida para convertirse poco a
poco en territorio exclusivo del animal más destructor que jamás haya habitado
el planeta Tierra.
1 comentario:
Gracias, por su articulo, me alegra que aun exista gente con sentido comun, respeto y compasion hacia cualquier ser vivo...
Aun tengo esperanza!...un saludo
Clara
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