Cuantas veces al encontraros entre humanos ignorantes habéis oído la frase… “¡¡ Nosotros no somos animales ¡¡”.
Si os queréis divertir un rato observando como la cara de estos sujetos cambia de color, les preguntáis de inmediato,…“Entonces… ¿Qué somos?… ¿vegetales, virus, bacterias?”... Los dejareis atónitos, ya que nunca se habrán planteado otra posibilidad.
Frecuentemente omitís al hombre de los textos de Zoología, olvidándoos de su condición de mamífero primate. Nadie que estudie la conducta animal puede evitar hacer comparaciones con su propia especie, aún cuando por miedo a las presiones sociales no las publique. Muchos son los autores que se autocensuran para evitar males mayores en una actitud cobarde ante los intolerantes.
Os ofende a muchos el que el animal humano sea tratado dentro de la Zoología en su taxon de primate, pues intentáis que el hombre se desmarque de la servidumbre corporal de raíces biológicas, pretendiendo ignorar sus impulsos lógicos, por lo biológicos, y que en algunas filosofías que os son cercanas han llegado incluso, a ser considerados pecaminosos y dignos de castigos eternos.
Eibesfeldt opina que la resistencia que existe a la consideración biológica del hombre se debe sobre todo a la manipulación de los pedagogos de filiaciones ideológicas determinadas, y también a la necesidad que tiene el propio mono domestico, de liberarse de imperativos internos y externos. Contra los autores que tienen la osadía de tratar esta temática se levantan las plumas airadas de críticos inmovilistas que intentan verter sobre ellos gran variedad de improperios y basura; munición a todas luces inofensiva, por inoperante, frente al potente argumento científico.
Hasta los años sesenta, creíais que mientras el bonobo, el chimpancé, el gorila y el orangután se hallaban estrechamente emparentados entre sí, estaban separados de vosotros por una considerable distancia evolutiva. Gracias a la Bioquímica de las proteínas y a las últimas investigaciones sobre el ADN, os enteráis hoy en día de que el bonobo, el chimpancé y el gorila son parientes muy próximos del primate humano.
Como dijo Lewin en 1984, "En muchos aspectos, el Homo sapiens no es más que un antropoide africano bastante singular".
Hasta hace poco se decía que una de las características diferenciales entre “los hombres y los animales” era la posibilidad por parte vuestra de confeccionar y utilizar herramientas así como la de transmitir tradiciones culturales, además de la facultad de comunicaros mediante lenguaje. Hoy os veis forzados a admitir que los chimpancés usan determinadas tecnologías, las cuales aprenden de otros congéneres y que transmiten de generación en generación. Por lo tanto, y según la definición, son poseedores de una cultura.
Sabemos que algunos animales utilizan herramientas, entre los que se encuentran no sólo el chimpancé y el bonobo sino también otros mamíferos, aves, peces, e incluso insectos, y que tampoco sois el único animal capaz de utilizar lenguaje, pues podéis comprobar que ante vuestra incapacidad para comprender el lenguaje del chimpancé y el de cualquier otro animal, es el propio chimpancé el que utiliza lenguajes humanos, como el "Ameslan" (lenguaje de los sordomudos norteamericanos) para poder comunicarse con vosotros.
A pesar de que los chimpancés, los bonobos y los monos domésticos (es decir, vosotros), compartimos aproximadamente el 99,5 % de nuestra historia evolutiva y a pesar de que existen menos diferencias genéticas entre un humano y un chimpancé que entre una rata y un ratón, os cuesta admitir vuestra condición animal… y es que sois así de chauvinistas y soberbios.
Si por un momento rechazáis la idea de haber sido creados a imagen de Dios, y pensáis que en realidad no sois más que monos modificados por la evolución, y domesticados por vuestras propias leyes, sin duda veréis bajo otro prisma la moralidad y el comportamiento del animal humano.
La auténtica y cruda realidad, es que las células del hombre, del resto de animales y de las plantas, una vez analizadas, muestran una estructura y una composición química parecida, en todos los casos. Todas las moléculas se componen de los mismos átomos de que están formados la Tierra y los cuerpos siderales celestes.
En resumen, todos los seres vivos, vosotros los humanos, nosotros los bonobos, y todos los demás, somos…. ¡polvo de estrellas!
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