lunes, 31 de octubre de 2011

LA INSEGURIDAD CIUDADANA (I)


Como es habitual en vuestra especie, no os dais cuenta que ciertos aparatos del poder actúan de manera encubierta para dominar la opinión pública y crear miedo en la sociedad. Como siempre, os manejan sin que os deis cuenta.

Precisamente, esta es una de las sucias estrategias que utiliza la Iglesia católica (y TODAS las religiones en general) para haceros adictos a ellas y, de paso, asegurar el modus vivendi de sus brujos (a los que llamáis sacerdotes).

Os sueltan una sarta de sandeces sin sentido que vosotros no llegáis a entender. Os conminan a creerlo todo amparándose en “la fe”. Y os amenazan con la condena eterna si no les hacéis caso.

El hecho de tener esta espada de Damocles pendiente sobre vuestras cabezas os crea una situación de inseguridad que os esclaviza a la obediencia de las normas que os dictan los brujos católicos, musulmanes, etc.

También influye en el éxito de las religiones vuestra innata predisposición a obedecer… no en vano sois monos domésticos.

La vida eterna, es la recompensa a los fieles que siguen los preceptos divinos.

Para ganarse la vida eterna, hay que cumplir las leyes de Dios, no queda otra. Por narices, debéis acatar la voluntad de los dioses.

Os habéis pasado vuestras vidas a lo largo de la historia brindando ofrendas a los dioses para apaciguarlos con sacrificios humanos o de otra índole.

El mensaje a Dios era: “Te ofrezco esta muerte en lugar de la mía”.

Actuasteis así por ignorancia y por la necesidad de obtener la protección de los dioses para sentiros seguros.

La misma cristiandad está basada en la violencia y el sacrificio, explícitamente, Jesucristo, la víctima propiciatoria, muere por vosotros (según vuestras tradiciones).

Los ritos cristianos de la eucaristía se basan en recordar el sacrificio (beber la sangre y comer la carne de Cristo) y la violencia de la cruz.

El lavado de cerebro al que os someten los brujos tribales ha conseguido que muchos de vosotros consideréis que vuestra vida en este mundo debe tomarse como una antesala al Paraíso.

Los terroristas suicidas islámicos se inmolan matando, porque les han adoctrinado para que crean que si abandonan el mundo de esta manera, su acción les va a llevar directos al Paraíso.

Algunos de vuestros brujos son tan miserables que llegan incluso a convencer a los más bobos de vosotros (que, por cierto, son multitud) de que los terremotos, tornados, volcanes e inundaciones… se deben a la ira de un Dios decepcionado con vuestro comportamiento (Véase el esperpéntico ejemplo del Diluvio Universal).

Naturalmente los Gobernantes están encantados con las religiones que os encadenan al “buen comportamiento” (no mataras, no robaras, etc.) Porque de esta manera se evitan problemas de orden público.

La mayoría de los Gobiernos consideran a los brujos religiosos como peones útiles a sus propósitos de control del ciudadano.

No os extrañe, pues, que Zapatero haya roto algunas de sus promesas electorales (revisión del Concordato de la Santa Sede, Igualdad de culto, etc.) y que además haya protegido, aún más, a la Iglesia Católica al mantener sus prebendas y dotándola de más fuentes de ingresos.

Con la falsa promesa de mantener a la Iglesia bajo control, obtenía vuestro voto de izquierdas.

Con el incumplimiento de la promesa, apaciguaba a la Iglesia. Y con los nuevos favores que le concedía…se la metía en el bolsillo.

Tenía muy claro que si mantenía contentos a los brujos de la tribu tendría menos problemas con uno de los poderes fácticos que le ayudan a dominar al pueblo.

Como veis, el miedo ha sido siempre un instrumento que tienta fácilmente a quienes detentan el poder político, económico o religioso.


La historia de vuestra especie esta jalonada de miedos, inseguridades y violencia. La violencia es consustancial a la naturaleza humana.

Las guerras entre vosotros por motivos religiosos, políticos o sociales se cuentan por millares y los muertos en ellas se cuentan por millones.

En el último siglo, vuestro continente se ha visto involucrado en dos guerras mundiales y, en vuestro país, habéis sufrido una cruel guerra fraticida. Y para colmo, vuestra Guerra Civil fue seguida por décadas de cruel represión y de inseguridad ciudadana, hasta el punto de que teníais que vigilar con quien hablabais.

Luego tuvisteis un sin fin de atentados terroristas durante años y años (ETA, GRAPO, etc.). Por último, habéis estrenado nuevo siglo con una nueva amenaza, la del terrorismo religioso de Al-Qaeda y del creciente número de bandas organizadas.

Las guerras fueron reemplazadas por la llamada “Guerra fría” y hoy en día lucháis en la guerra contra la inseguridad, lucháis contra un enemigo invisible.

Los miedos os atenazan en vuestro día a día.

Hoy, la mujer tiene miedo a la violencia del hombre y el hombre teme a la mujer sin miedo. Hay miedo a los ladrones y miedo a la policía. Miedo al cáncer, al Alzheimer y miedo a morir o miedo a vivir… Los curas ya se encargan de que tengáis miedo al infierno.

Tenéis miedo a perder el trabajo o miedo a no volverlo a encontrar, miedo al embarazo o a no poder tener hijos, miedo a la soledad o miedo a la multitud, miedo a una noche sin pastillas para dormir o a que no suene el despertador para despertaros, miedo a las notas del colegio o miedo a perder el piso por impago de hipoteca… y así, miedo tras miedo, año tras año.

INSEGURIDAD CIUDADANA

En todas las campañas electorales los candidatos prometen hacer frente a la inseguridad ciudadana.

Sin embargo, las estadísticas muestran, año tras año, cierto incremento de acontecimientos que crean un clima de inseguridad ciudadana.

En cierta ocasión fui invitado a dar una conferencia en la Universidad de Barcelona sobre la agresividad en el animal humano y la incidencia de la misma en la inseguridad ciudadana.

Antes de empezar rogué a los asistentes que levantaran el brazo derecho los que habían sido robados en la calle o en un transporte público en los últimos tres años. Muchos levantaron su brazo. Luego les pedí que levantaran el brazo los que habían sufrido sustracciones en el interior de sus coches. De nuevo les pedí lo mismo a los que les habían robado en sus casas. A continuación pedí que alzaran el brazo los que habían sufrido algún tipo de agresión física durante los últimos tres años. Para terminar pedí que se pusieran en pie TODOS los que habían levantado sus brazos a mis requerimientos.

Fueron muy pocos los que se quedaron sentados en el Aula Magna de la Facultad.

Les pedí a los asistentes que, antes de volverse a sentar, miraran a su alrededor para comprobar el número de víctimas que les circundaban….ciertamente eran multitud.

Esta comprobación preliminar entre la audiencia dejó el terreno bien preparado para lo que iban a oír después…

La inseguridad ciudadana es una mezcla de tres inseguridades: las propias del individuo (sus miedos, el chantaje religioso, sus complejos, su salud y la de los suyos, su situación familiar, etc.), las externas (el paro, la crisis, hipotecas impagadas, impotencia ante las injusticias, etc.) y las victimizadoras (ser víctima de amenazas, de robos y atracos, abusos, violaciones, etc.).

La tensión entre lo que se desea y lo que se consigue, genera estrés y a medida que aumenta la frustración puede generarse violencia.

Uno no puede dejar de notar como se va incrementando cada vez más la ansiedad colectiva en vuestra sociedad.

Os afanáis en patentar inventos que refuercen vuestra seguridad (frenos ABS, cinturón de seguridad, pinturas y sistemas antiincendios, normas de seguridad, control de calidad de alimentos, puertas blindadas, sistemas de alarma, cámaras ocultas, detectores de metales, escáneres en aeropuertos, etc.).

A pesar de todo ello, os es imposible controlar por completo a los principales causantes de vuestra inseguridad, los elementos de vuestra propia especie.

Entre ellos, entre la masa, se camuflan los ladrones y atracadores, los maltratadores, los causantes de vuestros celos, los terroristas, los psicópatas, etc.

Pero aunque toméis precauciones y logréis salvar vuestra cartera y vuestra documentación, vuestra integridad física, vuestra pareja y vuestra salud, el mundo se os puede venir abajo si perdéis vuestro puesto de trabajo.

Ello puede redundar en una enorme pérdida de dinero y de autoestima, lo que puede llevaros a una pérdida de salud y a una rápida desestructuración familiar.

Aunque personalmente aún no hayáis sido víctimas de la inseguridad ciudadana, las estadísticas os dicen que esta, ha aumentado mucho en los últimos 20 años. Lo notáis por el clima de inseguridad que os rodea.

Casi todos lo habéis comprobado en vuestra propia carne cuando debéis depositar vuestro bolso o cartera en las maquinas situadas en las entradas de edificios públicos, cuando os escanean en los aeropuertos, cuando notáis la multitud de cámaras que os apuntan por doquier o cuando debéis pulsar timbres para entrar en los bancos.

Si vais a comprar os encontrareis en las salidas paneles con alarma antirrobo, aparte de las cámaras de los circuitos cerrados de TV y de los seguratas que vigilan sin parar. Sin olvidar que, en el momento de pagar, la empleada deberá desactivar el chip antirrobo que llevan la mayoría de los artículos.

Si vais en tren o en metro, la megafonía os avisará repetidamente de la posibilidad de ser robados y os insta a que toméis precauciones.

Si vais al fútbol los vigilantes os miraran el bolso, la mochila o incluso los bolsillos.

Y si vivís en Barcelona seréis testigos de diversos destrozos en el mobiliario urbano, en algunos almacenes (especialmente en la zona de Canaletas) cada vez que el F.C. Barcelona gana algo. Los propios ciudadanos causan destrozos en su propia ciudad…. ¡¡ porque están contentos ¡¡.

Por ello, aunque no seáis víctimas directas de la inseguridad ciudadana, sois perfectamente conscientes que os rodea por doquier.

Me llama poderosamente la atención el constatar que la inseguridad se expande como una epidemia biológica.

Los tres factores esenciales para que una epidemia se expanda son:

1º) Que parta de unos cuantos agentes difusores.

2º) Que tenga gran poder de contagio (especialmente por vía oral).

3º) Que encuentre circunstancias favorables para la expansión.

Las tres condiciones se dan en el caso de la expansión de la inseguridad ciudadana. Veamos:

1º) El agente difusor suele ser simple y directo (Ejemplo:” los inmigrantes rumanos son todos unos ladrones”).

2º) Se pega fácilmente:

Una vez os ha llegado el mensaje más de tres veces, ya se os queda pegado. Y mucho más si se da el caso de que los periódicos se hagan eco de algún caso de delito perpetrado por un rumano. Todo ello os condiciona al formarnos el concepto de “rumano”. Se os despierta en instinto de protección contra la amenaza externa de… “los rumanos

3º) Contexto favorable: Vuestra sociedad adopta muy fácilmente actitudes fóbicas o paranoicas, en especial contra el extraño y el emigrante.

Algunos políticos han sacado buenos réditos electorales en las pasadas elecciones al equiparar emigración a delincuencia.

La seguridad es una condición necesaria para el funcionamiento de la sociedad y uno de los criterios principales para asegurar una buena calidad de vida.

Cuando veo lo que para vosotros es tener una “buena calidad de vida” me entra una profunda compasión por los de vuestra especie. ¡¡ Qué pena nos dais al resto de los primates de vuestra familia ¡¡

BUENA CALIDAD DE VIDA, es la que teníamos los bonobos antes de que vuestra destructora especie apareciera por nuestros territorios.

La venganza del destino os está haciendo pagar por todas vuestras fechorías. ¡¡ Y que nosotros lo veamos ¡¡

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