lunes, 30 de junio de 2008

COMPORTAMIENTO INNATO

La supuesta libertad del animal humano para poder esco­ger entre diferentes pautas de comportamiento ante una situa­ción da­da, queda en entredicho cuando un arrebato de cólera se presenta en un momento ino­portuno manifestándose un comportamiento visceralmente a­gresivo en circunstancias en las que debería haber imperado la cal­ma.
¿Cuántas y cuántas ve­ces os dejáis llevar por nuestro tempe­ramento en contra de vuestra voluntad?
El comporta­miento innato es más importan­te en vues­tras vidas de lo que os imaginá­is.
Los animales tenemos la capacidad de aprender, y el aprendizaje pue­de ser autodidacta o copiado del com­porta­mi­ento obser­vado a sus con­géneres.


Analizando el comportamiento de mamíferos recién naci­dos, se apre­cia que la inmensa mayoría son perfectamente capaces de percibir pro­fundidades espaciales, tan pronto como empiezan a moverse, inclu­so en los casos en los que la lo­comoción se da inmediatamente después del par­to.

El animal humano no es una excepción, y también posee un gran nú­mero de otras pautas motoras innatas. Cualquier cría del primate huma­no, nace sabiendo mamar, llorar, reír, sonreír, asirse a su ma­dre, etc. Aunque, en realidad, viene al mundo mucho menos pre­pa­rado que una ra­ta, una ternera o un gato, para enfrentarse a los cam­bios de su medio.

Aún hoy, algunos autores antropocentristas y especistas niegan que en el hombre se den compor­ta­mien­tos innatos. En realidad es muy fácil contradecirlos y ridiculizarlos con un gran número de ejemplos.
Los niños ciegos y sordos de nacimien­to, cre­cen en un mun­do sin luz y silencioso. Por ello les es total­mente impo­si­ble ver a alguien sonreír o ni siquiera oír el sonido de la risa hu­ma­na. Sin embargo ríen y sonríen al igual que cualquier niño normal en estado de felicidad.
Naturalmente, también lloran de manera sono­ra y patean al igual que los otros niños "nor­males". Este comporta­miento no lo apren­den a base de pal­par la cara de sus pa­dres, puesto que también son­ríen los niños cie­gos, sordos y que han nacido con mu­ñones en lu­gar de brazos. Lo ha­cen in­cluso los niños a los que no les es posi­ble a­pren­der al tener el ce­rebro gravemente daña­do.

La sonrisa de un bebé de mono domestico tiene un enorme poder de atrac­ción, mien­tras que su llanto es uno de los sonidos que más perturban al ser hu­mano.
Considerando estas premisas uno no puede menos que sorpren­der­se por la gran cantidad de bebés que el animal humano mal­trata y la e­norme cantidad de infanticidios que comete.
Los bonobos nunca actuaríamos así ya que nuestras mentes no están diseñadas para el crimen, como las vuestras.

Al bebé, la sonrisa le sirve de desencadenante social. La ma­dre no puede resistirse ante su encanto y ello la hace esmerarse en el cuidado de su bebé. El resultado es un claro ejemplo de inte­rac­ción, puesto que la cría, al sonreír, retiene a la madre a su lado. Po­dría­­mos decir que, hasta cierto punto, la madre es "es­clava" de la son­risa de su bebé.

El llanto es también una forma de llamar la atención. En rea­li­dad, hay varios tipos de llanto y cada uno de ellos se carac­te­riza por poseer un tono que le es propio. Como propios le son el pa­trón, los estímulos que lo causan, los que lo finalizan y los efec­tos que causa sobre los presentes.
El llanto de dolor es arrítmico y empieza de manera sú­bi­ta, mien­tras que el de hambre, es rítmico y comienza de forma gra­dual.
El bebé se vale del llanto para atraer a los adultos hacia su persona y bien pronto aprende a manejarlo para tener cons­tantemente compañía a su lado. Se ha demostrado de manera diáfa­na que los llantos de los re­cién na­cidos son tan personales como sus huellas di­gitales. Por ello las madres son capaces de distinguir por el llanto, si es su pro­pio hijo el que está llorando o se trata de otro bebé.

El rechazo a los extraños es otro de los comportamien­tos inna­tos de los bebés. Se da tanto en niños normales como en sordos y ciegos. Es­tos últimos distinguen a los conocidos (y los diferencian de los ex­tra­ños) por el olor, como hace cualquier otro mamífero. Los desconocidos son rechazados, a pe­sar de que nunca nin­gún extraño los haya tratado mal.
El niño se siente seguro entre lo que le es familiar y desconfía de lo que le parece extraño.
En este comportamiento innato podría estar el origen de vuestro racismo y xenofobia.

El patrón fijo de conducta más evidente en los recién nacidos de vuestra especie es el giro de la cabeza y la succión. El giro de cabeza es de tipo al­ter­na­nte en los bebés prematuros. Dicho movimiento se efectúa, en estos bebés, de lado a lado y puede ser desencadenado por estímu­los tác­tiles aplicados a zonas próximas a la boca. Este mo­vi­miento puede variar en amplitud y frecuencia y posee una for­ma este­reotipada que se mani­fiesta tan pronto como el bebé, deseo­so de mamar, contacta con el pecho de su madre.
En los recién naci­dos normales, este mo­vi­miento es mucho más complejo. Al tocarles una zona próxima a los la­bios, el giro de cabeza se dirige hacia el estí­mulo y lo va si­guiendo si se continúan esti­mulando zonas próximas.
Con ello se demuestra que el movi­miento de la cabeza es provocado por estímulos tác­tiles y que la di­rección se va corrigiendo de manera continua para poder se­guir es­tos estí­mulos.
Una vez contactado el pezón de la madre, el estímulo tác­til en la zona la­bial hace que el bebé abra la boca y a­pri­sione el pe­zón. De esta manera se produce un nuevo estí­mulo (esta vez en el in­te­rior de la boca) que provoca la succión. Finalmente, la pre­sen­cia de la le­che en la boca, provoca un nuevo estímulo, el de de­glu­ción.
Una vez más os debo hacer notar, para vuestra desesperación, que vuestros bebes se comportan a la hora de mamar de la misma manera que los bebes de las ratas, perros, cerdos o chimpancés.



Las crías de mamífero, y entre ellas las del animal huma­no, nece­sitan succionar durante unas dos horas y media cada día. En otras palabras, necesitan succionar mucho más tiempo del que nece­sitan ma­mar.
Eibesfeldt y Bridger, comprobaron en 1967 y 1962, res­pectiva­mente, que las crías humanas succionan más cuando están sacia­das y activadas de manera experimental que cuando se hallan privadas de ali­men­to.

Tanto la erección del pene como los movimientos rítmicos de pelvis (en am­bos sexos) y la eyaculación, deben considerarse como comportamiento innato.
Los bebés humanos presentan fases regulares de erec­ción pe­neal. E­rección que en algunos casos se hace rítmica.
Por otra par­te, como apunta Lewis, los movimientos rítmicos de pelvis se inician entre los ocho y los diez meses de edad. En momentos de placer, tanto los niños como las niñas, abrazan a sus madres y proceden a efectuar una serie de rápi­dos movimientos oscilantes de pelvis, a razón de dos por se­gun­do, como si estuviesen copulando.
Se ha observado que en el comportamiento de juego de los ni­ños y ni­ñas de dos a tres años se adoptan las postu­ras típicas del coito en­tre adultos. En reali­dad están practicando (sin ser cons­cientes) parte de las secuencias de cópula.
Otro tanto cabe decir de las con­ductas maternales, que las niñas y, en algunos casos los ni­ños, pro­yectan sobre muñecas o sobre sus hermanitos más pequeños.

El animal humano tiende a aislarse en subgrupos pequeños, incluso dentro de un mismo grupo étnico, al igual que sus más próxi­mos compa­ñeros en la escala evolutiva, los chimpan­cés; pero a pesar de que en algunos lugares como Nueva Guinea se lle­guen a hablar más de cien dia­lectos, existen una se­rie de pau­tas que se repiten de manera idén­tica en las variadas ét­nias que se re­par­ten por todos los rincones del mundo. Se trata, evi­den­temente de pautas innatas.

Eibesfeldt filmó las formas de saludo de diferentes pue­blos loca­liza­dos en los más recónditos parajes del mundo. Descu­brió que para saludarse, to­dos ellos sin excepción, alzaban y baja­ban rá­pida­men­te las cejas al tiempo que sonreían. Muchas veces añadían a ta­les mo­vi­mientos una leve cabezada de asentimiento.

Muchas de las pautas motoras de carácter innato exhibi­das por el pri­mate humano son claramente una herencia filogenética, puesto que también las poseen los primates más cercanos a vosotros. Los chim­pancés y los humanos muestran unos comportamientos de ame­naza ex­tra­ordina­riamente parecidos. La única diferencia evidente reside en que los chimpancés pueden erizar el pelo en determinadas zonas del cuerpo, como los hombros, lo que ciertamente les da un aspecto amena­zador. El animal humano ha perdido el pelo en esta zona, pero sin embargo intenta enfa­ti­zar la cuadratura de hombros a base de añadir apósitos sobre los mismos. Esta sería la idea de usar charreteras, tan comu­nes en los uniformes militares, especialmente en las casacas de los superiores en rango, ya que estos deben mostrarse podero­sos e impactan­tes. También los gue­rreros de al­gunos pueblos primitivos se colocan alrede­dor de los hom­bros ostentosas plumas para que produzcan el mismo efecto.



También el hecho de patear el suelo y de enseñar los di­en­tes cuan­do estamos especialmente encolerizados, es otra de las carac­terís­ti­cas comportamentales que os hermana con los otros prima­tes. Tanto los monos papiones, por ejemplo, como los primates humanos bajan el labio in­fe­rior para mostrar el "armamento" de la dentadura...aún cuando en el ani­mal humano ya hayan desaparecido los largos colmi­llos.





La facultad de poder reaccionar a determinados estímu­los clave ("es­tímulos señal") de una manera determinada, es también co­mún a mu­chos animales. Los mecanismos desencadenadores activan unas de­ter­minadas pautas de comportamiento como respuesta a estos estímulos.

La señal que de­sencadena la agresividad del petirrojo es la mancha roja que ostenta el rival sobre su pecho. Cualquier bola de plumas con una mancha roja que sea puesta dentro de su territorio, de­senca­denará su comporta­miento agresivo.


Los humanos estáis también dota­dos de un sinnúmero de me­ca­nismos desencadenadores innatos. Las for­mas juveniles de los bebés desencadenan una necesidad de acu­narlos y acari­ciarlos. Lo mismo sucede con las for­mas juve­niles de otras es­pecies.
Veo que en vuestro país habéis tenido que prohibir la mendicidad que usaba bebes como reclamo. La presencia del bebe en brazos de la pedigüeña desencadenaba vuestro sentido de protección. Gracias a este desencadenante innato la desaprensiva os sacaba buenas cantidades de dinero para su provecho.
Hecha la ley, hecha la trampa, ahora estos delincuentes utilizan formas juveniles de otras especies (especialmente perros) para poder hacerse con vuestro dinero.

Cualquier imagen de animal joven con grandes ojos, frente abom­ba­da, anchos mofletes y boquita pequeña, despertará en vosotros pareci­dos sentimientos a los provocados por las crías humanas. Invito al lec­tor a que en alguno de sus pa­seos por las calles de su ciudad, se detenga cerca de alguien que este paseando a un cachorrito de perro y, disimulada­mente, tome nota de las excla­ma­cio­nes tier­nas, de cariz mater­nal, que emiten las hembras de la es­pecie humana cuando descubren al perrito.
Lo mismo ocurrirá si les mostráis una cría de gato, un patito, un pollito, un pajarito, un corderito, etc.

El director de cine S. Spielberg, conocedor de estas ape­tencias del animal humano, creó el monstruo galáctico ET, cuidando de que en él destacaran determinados rasgos infantiles, tales como: ca­beza grande (desproporcionada con respecto al cuerpo), inseguridad al an­dar, nariz respin­gona, ojos grandes, etc.
El éxito y la acep­tación de su mons­truo fue tal, que la película ET se convirtió en récord de taquilla, y su cri­atura se comercializó en todo el mundo. Todo ello le llevó a repetir la experiencia con nuevos monstruos de aspecto infan­til, los "Grem­lins", los cuales cosecharon parecido éxi­to.
El cine­asta Walt Dis­ney, ya había levantado un imperio a base de dotar con formas juveniles a to­dos sus personajes, desde el pato Donald a Bam­bi. Dis­ney, exageró no sólo estas formas en sus dibujos animados, sino que tam­bién lo hizo con la descoordinación de movimientos propia de los ani­males muy jóve­nes.


Es­tas exageraciones crearon el efecto de su­perestímulo desenca­denante que vino muy bien a sus propósitos comerciales.

En vuestro país, cada año, por Navidad, las papelerías se inundan con tarjetas de felicita­ción ilustradas por el dibujante Fe­rrándiz, el cual (al igual que los anteriores) da formas juveniles a todos sus personajes, desde la Virgen hasta la mula.

La necesidad de calmar el deseo maternal de las hembras humanas de cierta edad (sin hijos ni nietos), ha llevado a comerciali­zar los pe­rros falderos, los cuales pesan lo que un bebé, (frecuente­mente se les lleva en brazos) tienen grandes ojos, se mueven con un movimiento in­seguro de balanceo, poseen un ladrido atiplado, y algunos ostentan un fle­quillo que les cae sobre los ojos, y una nariz pequeña y acha­ta­da.
Lo más positivo, para la propietaria, es que estas for­mas ju­veniles son permanentes, con lo cual su sen­tido maternal se verá sa­tisfactoriamente colmado durante años. Es un ejemplo de perfec­to de­sencadenante.


Para convencernos, nos basta com­probar como les ha­blan sus dueñas (con frecuencia emplean un tono de voz mucho más tierno que el que uti­lizan para dirigirse a sus ma­ridos), como los sos­tie­nen, como los abri­gan con diminutas mantas al llegar el in­vierno y como les adornan la cabeza con pequeños lazos de los más va­riados colores.


El animal se mueve inducido por impulsos internos y si se le presentan experimentalmente diversos objetos o situacio­nes, po­dremos averiguar cual es su verdadera disposición. Si tiene sed, bus­cará insistentemente algo que beber; si tiene hambre, buscará comi­da; si tiene una necesidad sexual, buscará aparearse, etc. Si no ha­lla nin­guna ocasión para satisfacer sus impulsos, pueden producirse las ac­ciones de vacío, en las que el animal simula efectuar la ac­ción.

Obviamente, el animal humano también se mueve por im­pul­sos in­ter­nos. A lo largo del día se alternan las necesidades de beber, co­mer, dormir o moverse y, periódicamente aprecia una clara disposi­ción se­xual, cuya intensidad varía.
Todas estas necesidades son con­se­cuen­cia de la dictadura de los procesos fisiológicos que se produ­cen en voso­tros al igual que en cualquier otro animal. Algunas de estas pul­siones, es­pecialmente la sexual y la agresiva, se con­vierten en obstá­culos para la convivencia social "civilizada". Por ello la so­ciedad dicta unas normas represoras de los instintos que forman par­te de lo que llamaremos "doma social" la que, precisamente, os ha convertido en monos domésticos.
Las pautas innatas de comportamiento no siempre están to­tal­men­te desarrolladas en el momento de nacer. Bastantes de ellas irán madu­rando poco a poco a lo largo de la primera fase de la vida. Ello está facilitado por la clara predis­posi­ción al a­prendizaje que se da en los mamíferos.

En otro orden de cosas y antes de terminar mi post semanal quisiera comentar que esta semana se han reunido en Madrid unos cuantos monos domésticos de la especie Homo sapiens, que en su día fueron votados por millones de vosotros para gobernar el país.
Se supone que escogisteis a los que os parecerían mejores, pues bien, del resultado de la reunión que incluía debate y votación, se puede concluir que incluso “lo mejor” de vosotros invita, primero a la náusea y luego al vómito.
Resulta que los monos reunidos se citaban para decidir si los otros monos de su familia (me refiero evidentemente a los chimpancés, orangutanes, gorilas y bonobos) podrían tener ALGUNOS Y SÓLO ALGUNOS, de los derechos que ya tenían los monos humanos.
Y yo os pregunto.. ¿Qué méritos habéis hecho para decidir sobre los derechos de los demás? ¿A santo de qué tenéis que tener vosotros más derechos que los otros monos de vuestra misma familia? ¿Qué os habéis creído?



La Comisión de Medio Ambiente del Congreso se reunió el miércoles 25 de junio, para ver si, finalmente, España se decidía a sumarse al Proyecto Gran Simio de iniciativa internacional.
El Proyecto sugiere que los otros simios también tienen derecho a la vida, a la libertad y a no ser maltratados…¡¡ y vosotros en España aún os lo tenéis que pensar ¡¡.
Sois tan miserables, que aun os estáis planteando si es conveniente otorgar a los otros monos algunos de los derechos básicos de los que disfrutáis vosotros, los monos domésticos.


Hace dos años el diputado verde adscrito al PSOE, Francisco Garrido propuso algo similar, pero todo quedó en nada al recibir escarnio, mofa y todo tipo de burla por parte de los monos encorbatados que sentaban sus posaderas en el hemiciclo de las Cortes por la zona “conservadora”. Una cosa queda clara, el coeficiente intelectual de estos individuos es inversamente proporcional a la intensidad de sus burlas.
Como ya os podréis imaginar, el partido puritano (PP) dio la nota al negarse a apoyar la moción en aquella ocasión.
Como partido de base católica les debió parecer intolerable que los demás animales tengan algunos derechos que consideran privativos del primate humano.
Pero es que en esta ocasión los “peperos” han ido aún más lejos, ya que han votado en contra del proyecto Simio.
La popular Raquel Arias hizo gala de su nivel cultural al decir que le producía “rubor” el simple hecho de “tratar” la equiparación legal entre simios y humanos… TRAS LOS PROBLEMAS DEL SECTOR PESQUERO ¡¡¡
¡¡Que alguien me diga que tienen que ver los problemas de la pesca con el maltrato de los monos no humanos.
o es que …”como los monos domésticos tienen problemas pesqueros no importa que en los laboratorios se siga torturando a los otros monos”.
La intervención de esta hembra del animal humano es para que nos ruboricemos todos. Y vosotros en especial, por haberla votado. Como veis, su cultura no le llega al nivel de conocer que ella misma es una hembra de primate.
Y el día que los científicos aprueben el género Homo para el chimpancé y el bonobo (cosa que está al caer) ¿dónde se nos va a esconder esta señora?

Por otra parte, el PSOE apoyó la iniciativa pero se apresuró a insistir que “para nada” supone darles “derechos humanos”… ¡ Serán cagones ¡

Visto lo visto, os aseguro que si alguna vez los primates no humanos llegásemos a gobernar en vuestro país, lo primero que deberíamos hacer sería aprobar una ley por medio de la cual libraríamos a los del PSOE de que pudieran ser utilizados sus afiliados en experimentos de laboratorio (caso de que fuesen muy lesivos).
Legislaríamos que sólo pudieran estar internados en centros dedicados a la conservación del mono domestico, variedad sociata.
Prohibiríamos que se pudiera manejar a los socialistas con fines comerciales o en espectáculos. Pero eso sí, nos encargaríamos de que los socialistas “para nada” tuvieran “derechos humanos”.

En cuanto a los del PP, a parte de negarles cualquier “derecho humano”, lo primero que haríamos sería dejar que nuestros laboratorios los machacasen con todo tipo de experimentos cruentos a fin de investigar fármacos para nuestro bien.
A otros peperos los encerraríamos entre barrotes en los zoos, para poderles tirar algún cacahuete de cuando en cuando y, a los que les pareciese mal esta medida, los meteríamos en el circo para que actuaran de payasos (algunos entreno ya tienen) para así poder reírnos un buen rato a su costa. …o ¿No es eso lo que hacen con nosotros?

En fin, en las próximas elecciones, los amantes de la Naturaleza y de los simios, ya sabéis a que grupo político de monos no debéis votar.


viernes, 20 de junio de 2008

LA INTELIGENCIA DEL CHIMPANCÉ



Como ya os comenté en mi último post del lunes pasado, los chimpancés utilizan perfectamente los símbolos. Pueden ser premiados con fichas en lugar de con fruta; ellos mismos se encarga­rán poste­riormente de co­locar estas fichas en ranu­ras de maquinas que les pro­porcionarán la fruta.
La noción de que una ficha es convertible en comida es fácilmente asimilable por los chimpancés. Viéndoles, uno tiene la impresión de que se encuentra ob­servando al primate hu­mano frente a las máquinas traga­perras.

A los chimpancés se les puede enseñar a traer una fruta deter­mina­da mostrándoles únicamente una parte de la misma, como la semi­lla o el ta­llo (Premack 1976). Si se les deja palpar un objeto, lo pue­den escoger después de contemplar dos fotos, una de las cuales lo representa. No importa que la foto sea muy pe­queña o que se trate de un dibujo.

Si a un chimpancé se le dan fragmentos de un dibujo, como si se tra­tara de un puzz­le, puede crear la representación de la figura. Sarah (ver último post), recons­truía el puzzle de la cara de un chimpancé, al que había que añadir ojos, nariz, y boca, colocando las respectivas partes en la debida posición (Premack 1975). En una ocasión incluso uti­lizó un pedazo de plátano para representar un sombrero, después de haberse mirado al espejo poco antes del test.

Tenemos evidencia de que pueden apreciar la similari­tud entre fi­gu­ras y las cosas que representan, pero ¿Pueden aprender a utilizar las fi­guras para substituir un objeto real?.
La chimpancé Vicki en una ocasión trajo una revista en la que se re­presentaba una taza de te, señalando la foto de la taza como método para pedir bebida, más tar­de aprendió a utilizar fotos de coches para pedir paseos en coche.(Hayes y Nissen 1971).
Por su parte Tinklepaugh (1928,1932), enseñó a un chimpancé un plátano mien­tras lo escondía en una caja; unos segundos más tarde se le per­mitió res­catar el plátano de donde recordaba que estaba es­condido. Luego se repitió el experimento con otra comida que no le gus­taba tanto (le­chuga o zanahoria), y de nuevo encontró la comida y la comió. Más tarde se le engañó: un plátano fue escon­dido en la caja mientras mi­raba, pero le fue sustituido por le­chuga en un mo­mento de distrac­ción. Al encontrar lo que no esperaba, montó en cólera y rehusó comerla mientras se dedicaba a buscar la banana.
Ello demues­tra que el animal puede representar la banana mentalmente. Tal afirmación es lo mismo que decir que podéis suponer que al oír el rugido de un depredador, el chimpancé es capaz de evocar mentalmente la represen­tación del enemigo an­tes de que este comparezca ante él.

Como vosotros, los demás animales deben clasificar la infor­mación que les llega constantemente a través de los sentidos. Necesitan clasificar cada cosa que ven como formando parte de un miem­bro de la clase de cosas similares que les son fami­liares por conocidas. Ha­biendo comprobado que un miembro de una es­pecie determinada de depre­dador es pe­li­groso, les será ventajo­so evitar a otros miem­bros de la misma especie en el futuro, aunque estos se diferencien del modelo en al­gunos aspectos.
Para probar en los demás animales tal capacidad, podemos coleccionar una serie de fotografías y dibu­jos que re­pre­sen­ten un mismo objeto (por ejemplo un árbol) del que representaremos distintas versiones que pueden variar de las otras en medida, especie, o en el ángulo desde el cual son representados o fotografiados. Necesitamos también un conjunto de gra­ba­dos que se parezcan sólo en el hecho de que no son un árbol. Al animal se le enseña que se le proporcionará co­mida úni­camente si coge el graba­do que contenga un árbol.
Si es capaz de hacer esto, sabemos que trata a diferentes árboles como si fuesen similares en algún as­pecto, es decir, es capaz de clasificarlos de alguna manera.

De esta manera a las palomas se les ha enseñado a colabo­rar en guerras como espías, una vez se han aprendido un conjunto de blancos que se desea bombardear. Para ello se les proyectan durante su entrenamiento una serie de diapositivas (en vista aérea) de objetivos dignos de ser bombardea­dos, como oleoductos, campamentos, tanques, cañones, etc., junto con otras vis­tas irrelevantes. Al animal se la recompensa con comida cada vez que aparece una diapositiva que represente un objetivo béli­co. Volando posteriormente sobre la zona a batir man­dará seña­les e­léctricas a través de su cerebro monitorizado a distancia, al sobre­volar el supues­to objetivo. Calculando la dirección, velocidad de vuelo etc., se sabe su exacta ubicación y se puede proceder al bom­bar­deo por sorpresa.

Los chimpancés son capaces de apilar objetos o fotos en mon­tones (Garcha y Ettlinger 1979). La chimpancé Viki pudo separar cucharas y tenedores, botones y torni­llos, y colo­car fotos de humanos en un montón y de otros animales en otro. Podía incluso clasi­ficar objetos de diferente forma, medida y color basándose en es­tas propiedades.
Si en una ocasión clasificaba los objetos, por ejemplo, atendiendo a su medida, la próxima vez los reclasificaba de nuevo basándose en otra pro­piedad, como por ejemplo el color.

Cuando los chimpancés se encuentran ante un animal o un objeto que no figura en su "vocabulario" de símbolos, lo definen usando para ello los símbolos de los que disponen. Así, si se les enseña una sandía y se les pregunta ¿qué es?, ante la imposibilidad de representarla por un símbolo que no existe entre los que le hemos dado para que pueda escoger, buscan la ficha correspondiente a fruta y a agua, colocando en la pizarra magnética como respuesta a la pregunta..."fruta de agua". La picante guindilla será..."comida de dolor", "comida de llorar", o "comida de fuego", mientras que un pato será un...¡"pájaro de agua"!.
Como veis, y por mucho que os duela, los chimpancés son capaces de crear vocabulario. Eso destroza y descoloca a los lingüistas especistas que, en vuestra especie son una plaga.

Estos ejemplos nos sirven para demostrar en los animales la facul­tad de la abstracción que hasta hace bien poco os creíais que era una de las grandes capacidades privativas del ser humano.

Los chimpancés no sólo son capaces de aparejar un modelo determi­na­do con una copia del mismo que les es mostrada a posteriori (como hacen otros animales) sino que además pueden aparejar un ob­jeto con una foto del mismo objeto. Pueden también determinar cual de dos fo­tos re­pre­senta el ob­jeto, o cual de dos objetos les ha sido mostra­do con ante­rioridad bajo la forma de foto o de dibujo (Davenport y Rogers 1971).

Al igual que otros mamíferos, los primates son capaces de recono­cer la imagen en un espejo como la imagen de un animal; los monos siempre reaccionan como si la imagen fuese otro animal al que había que some­terse o atacar (Gallup 1975). Pero los chimpancés, orangutanes y gorilas pueden recono­cer su propia imagen (Gallup y Suarez 1981). Ello quie­re de­cir, ni más ni menos, que son capaces de tener conciencia de sí mismos (otro “detalle” que os saca de vuestras casillas).

Si se les pinta una mancha de pintura en la frente mien­tras están bajo los efectos de la anestesia, al despertarse y mirarse al espe­jo in­tenta­rán sacársela frotando su propia frente en lugar de frotar el espejo don­de se refleja su figura.

Utilizando la técnica de aparejamiento de objetos antes descrita se pue­de demostrar que los animales son capa­ces de reconocer un ob­jeto por el tacto. Para ello se les muestra un modelo, y se les re­quiere que es­cojan entre otros objetos el equiva­lente, pero uti­li­zan­do única­mente el sentido del tacto. Chimpancés y orangutanes pueden escoger por el tacto el objeto que encaja con el modelo que han visto con anterioridad (Davenport y Rogrers 1970).
Con ello nos es posible demostrar que la posibilidad de recono­cer objetos vistos o palpados no tiene nada que ver con la posesión de lenguaje.

Los chimpancés que viven con el hombre, muestran una amplia gama de habilidades al manejar objetos case­ros como tazas, cucharas, ­inte­rruptores de la luz, pomos de puerta, etc. Aprenden a hacer (y a servir) una taza de té, o a jugar con cons­truc­ciones de arquitectura (Kellog y Kellog 1933, Hayes 1951, Kellog 1968, Fleming 1974).
En realidad, de sus inmensas posibilidades de aprendizaje nos hablan las múltiples exhibiciones que nos es dado contemplar en cualquier circo.

Menzel estudió, en 1973, un grupo de chimpancés encerra­dos en un pati­o. Dichos animales aprendieron espontáneamente a colocar ramas sueltas de pie, luego a trepar rápidamente por ellas o a utilizarlas como útil de salto de pértiga. Todo ello les llevó más tarde al descubri­miento de que la rama podía apoyarse contra la pared del recinto y gracias a ella escapar.

Los chimpancés resuelven estos problemas no sólo por­que pue­den utilizar experiencias pasadas, sino también porque intentan gran va­riedad de aproximaciones.

Köhler, en 1925, ya había tenido ocasión de comprobar la inteli­gencia del chimpancé con una serie de experimentos. Les colo­caba comida a la vista, pero fuera de su alcance. Para obtenerla el animal debía utilizar palos, si es­ta se encontraba más allá de los barrotes, o apilar cajas si la comida se encontraba col­gan­do del techo. En cualquier caso las he­rramientas servían para incrementar el alcance de los animales. Los chimpancés resolvieron todos los problemas, e in­cluso uno de el­los, Sultán, aprendió a empalmar palos para alcanzar más lej­os.

Sultán fue también el primero en apilar cajas para llegar a la comi­da, pero los demás pronto aprendieron de él viéndole trabajar. Los chimpancés más hábiles en manejar las cajas po­dían llegar a hacer torres de tres y cuatro elementos.

Los individuos sin ningún tipo de experiencia en estos casos, unían palos y api­la­ban cajas aún sin el premio de la obtención de comida (Schiller 1952), pero en cambio, los chimpancés criados en el laborato­rio (Birch 1945) no sabían utilizar los palos para recupe­rar la com­ida, aunque podían hacerlo si antes se les permitía ex­perime­ntar con los pa­los para aprender sus propiedades.

Este comportamiento se explica al considerar que los chimpancés nacidos en libertad utili­zan los ob­jetos de ma­nera más variada que los que han sido cria­dos en el labo­ratorio, con lo que apren­den más rápida­men­te la utilid­ad de los palos.
El animal efectúa una serie de movimientos secuen­ciales que le van aportando distintas soluciones; primero intentará llegar al ali­men­to a través de los barrotes, después intentará separarlos, lue­go buscará un palo para llegar a él, y si no llega, empal­mará un palo con otro hasta resolver el problema.
Ello prueba que razonan y si razonan …son animales racionales ¿Os enteráis?.
Que ¡¡ ya está bien ¡¡ de que siempre dividais a los animales en dos columnas, la de los RACIONALES y la de los IRRACIONALES para, acto seguido colocaros, con todo el "morro" del mundo, en la primera columna y EN SOLITARIO.
Las dudas sobre vuestra supuesta " racionalidad" desaparecen al mirar vuestros comportamientos. Leed los periódicos de hoy, o los de mañana, o los de pasado mañana y veréis que vosotros de “racionales”...tenéis más bien poco ¡¡¡

Si a un chimpancé se le muestra un víd­eo en el cua­l una per­sona trata de lle­gar a unos plátanos que cuelgan del techo, (Premack 1978), y más tarde se le muestran al animal las fotografías del equipo que pued­e ser utili­zado para resol­ver el problema (una ca­ja, un palo, una llave, etc.), con sólo ver una sola vez la película, el chimpan­cé es capaz de coger el instru­mento correcto en siete de cada ocho casos planteados. Es decir, saben la utilidad de los ob­jetos que le ser­virán para resolver los problemas habiendo visto una sola vez aplic­ar sus propiedades. Ello nos proporciona la evidencia necesaria para pode afirmar que los chimpancés pueden comparar las situaciones presentes con las pasadas y seleccionar las acciones más apropiadas para cada ocasión. Pueden transferir su conocimiento de una situac­ión a otra que tiene ciertos puntos de similaritud. Los chim­pancés de Köhler, de no encontrar cajas para resolver el problema, escogían pie­dras, bloques de madera, parrillas de hierro y una variedad de ob­jetos para utilizarlos como peldaños de escalera. Hacían esto sin dificultad por­que sabían que las propie­dades de estos objetos eran rela­tiva­mente similares a las de una ca­ja. Es necesario hacer cons­tar que la habilidad para apr­eciar la seme­janza entre las propiedades de las cosas, es una de las pruebas clási­cas que se utilizan para de­terminar el co­ciente de inteligencia en el hom­bre.


En muchas universidades se demuestra una y otra vez que los chimpancés superan en tests de memoria a los propios estudiantes universitarios de vuestra especie.


En este link podréis ver tres videoclips de los experimentos y podréis someteros vosotros mismos a los tests en los quedáis por debajo del chimpancé.

Lo verdaderamente triste, es que en la mayoría de vuestras Facultades de Biología, Psicología, Medicina, y Veterina­ria, se le oculten todos estos datos al alumnado. Se mantiene el silencio a pesar de estos descubrimientos (o precisamente por la mag­nitud e importancia de los mismos).
Se siguen poniendo dificultades en desarrollar los programas libres en Etología, se atenta contra la libertad de expresión (la secta del Opus Dei cada vez está más extendida entre los profesores de vuestras Facultades), se procura canalizar esa asignatura hacia la especialidad de la Eto­lo­gía Mate­má­tica salpicada de conceptos, definiciones y generalidades "aliñadas" con montañas de números, evitándose casi siempre tratar del primate huma­no y de la Etología aplicada. Con ello se pretende, sin duda, que el alumno no entre en consi­deraciones que pudieran hacer tambalear los principios en los que se basa gran parte de la doma social judeocristiana a la que se somete a los jóvenes ciudadanos en muchas escuelas privadas, antes de entrar en la Universidad.



Que la inteligencia del bonobo os sirva de lección para curar vuestra soberbia.

lunes, 16 de junio de 2008

LA COMUNICACIÓN ENTRE EL CHIMPANCÉ Y EL HOMBRE

Hace poco más de un siglo, uno de vuestros congéneres, soltó la siguiente “perla”:
"La gran barrera entre el animal y el hombre es el lengua­je...y jamás será cruzada por ningún animal" (Miller 1871). Un ejemplo más de especismo y de soberbia humana.
Cien años más tarde, el “clarividente” mono humano, caía en el más espantoso de los ridículos, ya que tres chimpancés: Washoe, Sarah y Lana, ridiculizaban esta fra­se.
Washoe hacia co­menta­rios con ges­tos de su mano, Sarah escribía en una pizarra mag­nética con símbolos de plástico y Lana escribía a máquina.

Os creíais los únicos en poseer un lenguaje, y ahora os encon­trá­is con que los chimpancés pueden utilizar el lenguaje de otra es­pecie (la vuestra). Utilizan el Ameslan de los humanos, para comunicarse con el pro­pio hom­bre, que aún no ha sido capaz de comprender el "lenguaje" del chimpancé. …Y luego alardeáis de vuestra supuesta inteligencia ¡¡.

El lenguaje es un sistema de comunica­ción que sirve para describir el mundo exterior. Debe tener símbolos que puedan ser utilizados como nombres para referirse a cosas y acontecimientos, en el lenguaje humano estos símbolos son sustantivos, verbos y adjetivos.

El lenguaje humano posee una serie de reglas que per­miten infinitas combinaciones, y que al hacerlo ba­rroco y variado según las geografías, lo hacen incomprensible a los propios hombres. Paradójicamente, la "perfección" del lenguaje huma­no os ha llevado a la "imperfección" de la no comprensión.
En efec­to, el pri­mate humano, por culpa de la complejidad de sus lenguajes, se erige en el único animal que no puede comunicarse con la inmensa mayoría de los individuos de su propia es­pecie.
El chino, ruso, jap­onés, árabe, vasco, catalán, alemán, inglés, francés, sueco, holandé­s,...etc., son incomprensibles para la gran mayoría de los españoles­...y algunos de estos idiomas se hablan dentro de la propia península ibérica.

El lenguaje humano no es la única forma de lenguaje que se pue­da concebir. Von Frisch, en 1950, fue el primero en asegurar (y demostrar) que las abejas que vol­vían a la colmena después de visitar una fuente de néctar, podían comu­nicar a sus compañeras la dirección, calidad y distancia de la fuente de alimen­to.

Distintas especies producen diferentes llamadas de alarma de a­cuer­do con el depredador o peligro que se cierna sobre ellos.

El mono Cercopithecus aethiops da diferentes llamadas de alarma depen­diendo del tipo de depredador divisado.



Según Marler (1977), emiten una llamada determi­nada para la serpiente pitón (Python sabae), otra para el águila mar­cial (Polemaetus bellicosus), y aún otra para el leopardo (Panthe­ra pardus).
Los experimentos demuestran que cuando escu­chan una de las llamadas, los monos saben que acción deben tomar como más apropiada según la circunstancia (Seyfarth 1980).
Si se reproducen cassettes de cada una de las lla­madas, los adultos situados en el sue­lo res­ponden a la llamada de aviso para serpientes mirando al suelo, a la del águila mi­rando hacia arriba, y a la del leopardo corriendo hacia los árboles.

Menzel (1979) preparó tests para seis chimpancés que es­taban en cautividad. Habitualmente se iba de paseo con un chim­pancé y en cualquier lugar del campo escondía comida, luego per­mitía a ese mismo chimpancé salir de expedición con sus otros compañeros. En cada ocasión el grupo se dirigía en la dirección del alimento y lo encon­traba muy rápidamente, incluso cuando el in­dividuo que había visto el lugar del escondite no conducía necesaria­mente la expedición.
Si a un chimpancé se le enseñaba un montón de comida, y a otro, otro mon­tón, el grupo de chimpancés escogía el camino que llevaba al lugar donde se encontraba el mejor montón, ya fuese mejor por cantidad o por ca­lidad, y en cualquier caso preferían la fruta a la verdura.

Si se les escondían objetos que les producían miedo (como ser­pien­tes), el grupo se aproximaba cautelosamente y con evidentes seña­les de temor.

Todo ello nos permite afirmar que un chimpancé puede dedu­cir he­chos del mundo exterior a partir del comportamiento de un com­pañero informado. También es revelador saber que si una per­sona señala la dirección en la que ha sido escondida la co­mida, el chim­pancé pue­de utilizar esta indicación para encontrarla (Menzel, 1979).
En cau­tivi­dad también se observa que los chimpancés pueden llamar la atención sobre objetos señalándolos (Terrace, 1979; Woodruff y Premack, 1979).

La imposibilidad de los primates para aprender a ha­blar se con­si­deró durante mucho tiempo como una prueba convincente de que care­cían de la capacidad de utilizar un lenguaje. El an­tropo­centris­mo del hombre les llevó a no medir a los chimpancés con los mismos paráme­tros con los que mide a los humanos que son mudos, y que por esta razón utilizan también el lenguaje de los signos.

Dentro de los signos existen diferentes lenguajes; además e­xiste también la posibilidad de comunicarse mediante la escritura.

A principios de los años 30, Winthrop y Luella Kellog, criaron un chimpancé hembra (a la que llamaron Gua), con su joven hijo. Pasados 16 meses, Gua comprendía ya unas 100 pala­bras.

Allen y Beatrice Gardner enseñaron a otro chimpancé, Washoe, a comunicarse con ellos utilizando sus manos y dedos para expresarse en "Ameslan". El "Ameslan" constituye un lenguaje, y es un sistema de comu­nica­ción uti­lizado por una comunidad de seres humanos (los sor­dos de Amé­rica del Norte) para toda clase de comunicación cara a cara.



Washoe tenía 11 meses cuando empezó su entrenamiento, y en 51 meses dominaba un vocabulario de 132 signos.

Pero Washoe dio un paso más: espontáneamente aprendió a combi­nar señales en cadenas de dos a cinco palabras. Las primeras combinaciones fueron "giveme sweet" (dame un dulce) y "come open" (ven y abre), efectuadas a los diez meses del inicio del aprendizaje del len­guaje (Gardner y Gardner, 197­1); otras combinaciones fueron "black comb" (peine negro), "baby mine­" (mi bebé), "Roger tick­le me" (Roger hazme cosquillas) y "more fruit" (más fruta). Washoe utilizó el sistema gestual para comunicar sus dese­os y ne­cesidades en su vida diaria, y se la veía señalándose a si misma cuando jugaba sola.

Desde el momento en que Washoe poseyó un lenguaje de sig­nos, lo utilizó con todo el mundo. Lo utilizaba con los pe­rros y gatos, ac­tuando exacta­mente igual que lo hacen los ni­ños. Fue nece­sario que aprendiese (como los niños) que algu­nas cria­turas no cono­cían su len­guaje. Cuando se la colocó con los otros chim­pan­cés, se co­municó directamente con ellos por medio de sig­nos. Los que de ellos cono­cían algo del lenguaje de los signos le respon­dieron por el mismo método.
Quiere ello decir, que los chimpancés en ese momento se estaban comunicando en un lenguaje que no era el suyo, ya que se expresaban en lenguaje humano.

Otros dos chimpancés, Moja y Pili, fueron entrenados por los Gardner desde que nacieron; ambos hicieron un progreso aún más rápido que el que hizo Wash­oe en su primer año de entrenamiento (Gardner y Gardner, 1978).

Patterson trabajó con un gorila, Koko, el cual dominó 112 se­ñales después de 36 meses de entre­namiento, mientras Wash­oe sólo logró aprender 85 se­ña­les en el mismo tiempo.



El estudio más sistemático hecho sobre el lenguaje de seña­les de los prim­ates fue llevado a cabo por Terrace en 1979, quien super­visó a un chimpancé llamado Nim durante cuatro años. Con su equipo mantuvo un control estricto de todas las señales efectuadas por el animal y muchas de las sesiones fueron grabadas en vídeo.

A pesar de que las condiciones de entreno de Nim fueron muy malas, (puesto que tuvo más de 60 maestros diferentes, la mayoría de los cua­les no te­nían expe­rien­cia), Nim adquir­ió un voca­bula­rio de 125 seña­les en los primeros 44 meses, y podía compren­der 200 señales más, e­fectuadas por los humanos.

Los primates pueden aplicar el símbo­lo a cualquier repre­senta­ción o manifestación propia del objeto. Así, Nim hacía el gesto para pe­rro al ver a un pe­rro, al mirar al dibujo o foto de un perro en un libro, o inc­luso al oír el ladrido de un can (Terrace 1979).

A otro chimpancé, Ally, se le enseñaron gestos manuales que correspon­dían en "Ames­lan" a diez palabras en inglés hablado, que ella en­ten­día (Fouts 1976). Al enseñarle los objetos dio la señal co­rrecta para todos ellos. Ello demuestra la capacidad de re­presen­ta­ción men­tal de objetos al oírlos en inglés.

Como al animal se le da una recompensa cada vez que su respuesta es e­xac­ta, cabe hacerse la siguiente pregunta, ¿Utiliza el chimpancé el lenguaje por el placer de comuni­carse o simplemente para recibir la recompensa?.

Si observamos a vuestras crías, vemos que en muchas ocasiones se valen del lenguaje cuando no tienen auditorio; muchos niños se entregan a interminables mo­nól­ogos antes de con­ciliar el sueño. Cuando un niño balbucea palabras para sí mismo, se le llama a este hecho "utiliza­ción del len­guaje como instrumento de reflexión". Se dice que el niño ex­plora las es­tructuras del lenguaje. Sin embargo, al des­cribir el mismo fenó­meno en el chim­pan­cé, los psicolingüístas nos lo definen como "charla inútil". Sirva este detalle como un ejemplo más de la estupidez del animal humano capaz de valorarse positivamente únicamente a sí mismo, mientras quita importancia a cualquier muestra de inteligencia que provenga de otra especie distinta a la suya.

Desde 1966, en el laboratorio de la Universidad de California en San­ta Bárbara, se enseñó a otro chimpancé, Sarah, a leer y escribir con piezas de plástico de diversas formas y colores, de modo que cada pieza representase una palabra. La organización jerár­quica de las frases se expresaba colocando las piezas de plástico magnetizadas en dis­posición vertical sobre una pizarra metálica.

Después de un corto período de aprendizaje construía las frases sin faltas. No sólo elegía la frase buena de un conjunto de ellas, sino que componía frases por sí misma, eligiendo y ordenando las pa­labras según la pregunta que se le hacía. Ello nos acerca a las es­tructuras sintácticas por las que se interesan los lingüistas de vuestra especie.

Para aplicar, por ejemplo, el verbo "dar", el chimpancé debe reco­nocer la diferencia entre individuos así como la que se da entre el que da y el que recibe. Si el chimpancé "escribe": "Pedro da a Juan una manzana", significa que distingue entre Juan y Pedro, y en­tre quien da y quien recibe. En resumen, el animal debe distinguir los objetos de los agentes, un agente de otro agente, un objeto de otro objeto, y debe distinguirse a si mismo de otro.

Se les enseño a utilizar el plu­ral. Así se enseñó al animal a es­cri­bir "manzana + plátano = fru­ta "(plural)". El animal comprendía que la partícula del plu­ral no se emplea en función del número de pala­bras que apare­cen en la frase sino en función del número de cosas a las que remiten las pala­bras.

En otros experimentos se le hacía describir una man­zana, enumerando sus propiedades y características, lo cual hacía sin du­dar. Ello demostraba que el chim­pancé es capaz de analizar un ob­jeto complejo según los rasgos que lo componen.

Los mismos análisis fueron hechos en ausencia de la manzana, uti­lizando en su lugar su símbolo correspondiente (un triángulo de plástico azul). Con ello se demostró el do­minio de la suplencia en el chimpancé, así como la posibilidad de referirse a un objeto que no está presente. El aprendizaje fue rápido, los errores esca­sos, y aún no se conoce el límite de las capaci­dades del chimpancé.

Rumbaugh, en 1977, utilizó una modificación radical del proce­di­mien­to con una chimpancé llamada Lana. Por primera vez se situaba a un chimpancé frente a un teclado, para que hiciese preguntas o con­testase a los científicos apretando las teclas. Sobre las teclas se encontraban los lexigramas (al igual que se encuentran letras en los teclados usados por el primate humano).

Lana trabajó con el teclado de una computadora y con su ayuda pe­día comida o bebida, así como también pedía que se le abriese una ventana, o suplicaba la compañía de su entrenador, etc. (Rumbaugh y Gill 1977).

Respondía con toda presteza a los lexigramas que aparecían en la pantalla tecleteando rápidamente la respuesta mientras miraba a la pantalla del monitor de la computadora. Llegó incluso a corregir los errores introducidos por su en­trena­dor, al descubrirlos en pantalla. Más tarde se entrenó a otros dos chim­pancés, Aus­tin y Sher­man, a utilizar el teclado del ordenador para pedirse cosas uno a otro (Savege-Rumbaugh 1978).

Todos los animales con los que se experimento aprendieron sin dificultades a ordenar frases largas como "Mary give Sarah grape" (María dale uva a Sara) (Premack 1976) y Lana po­día escribir en su te­clado "Please Roger tickle Lana" (Por favor Roger, haz cosquillas a Lana) (Rumbaugh 1977).
Los experimentos demostraron que a los chimpancés se les puede enseñar el orden co­rrecto de las palabras, aplicando vuestras reglas.

Para evitar suspicacias, debe decirse que todos los controles efectuados lo fueron bajo normas muy estrictas. Por ejemplo, Washoe tenía que mi­rar diapositivas y hacer la señal correspondiente a una persona que se hallaba a su lado. Una segunda per­sona estaba fuera de su vista pero podía observar las señales del ani­mal. Por otra parte ninguna per­sona podía ver que diapositiva se estaba pasando, y ambos experimentadores debían es­cribir el nombre que creían interpre­tar con la señal de Washoe. Lo mismo cabe decir del gorila Koko, de la chimpancé Sarah...etc. De mi querida Kanzi, os hablaré otro día.



No debe sorprenderos la facilidad que tiene el chimpancé para aprender vuestros gestos ya que en estado salvaje los chimpan­cés utilizan ges­tos para pe­dir co­mida (extienden la mano como vosotros cuando pedís limosna), o para con­solar a otro chimpancé (dándole peque­ños golpecitos como hacéis vosotros cuando pretendéis consolar a al­guien).
Para saludarse (se a­bra­zan, se besan, y se dan la mano, como hacéis los monos humanos en las mismas circunstancias).
Os sorprende que los bonobos que tenéis prisioneros en vuestros laboratorios de experimentación hayan sido vistos indicándose la posición en la que les gustaría copu­lar a base de hacer movimientos de mano no icónicos. (Rumbough, 1977). Y nosotros nos sorprendemos de que tal cosa os sorprenda.

Esta facilidad natural puede explicar el porque los niños mudos aprenden a usar el len­guaje gestual antes que los niños normales aprenden el lenguaje hablado (Gardner y Gardner 197­5).
¿Cómo pudieron los chimpancés y gorilas haber evolu­cionado la habilidad para aprender una forma de lenguaje en el labo­ratorio, cuan­do esta habilidad permanece oculta en estado salvaje?.

La respuesta es evidente. La evolución no da a un animal unas facultades mentales o físicas que no necesita, ya que no existe pre­sión de selec­ción si estas facultades no tienen ningún valor para facilitar la supervivencia.
Es precisamente al poner a estos animales bajo presión, cuando se manifiestan sus posibilidades ocultas.
En estado salvaje es normal que los animales no muestren habilidades que sobrepa­sen sus necesidades naturales. Está claro, pues, que si el chimpancé o el bonobo en estado salvaje no uti­lizan el lenguaje, no es por que carezca de las cualidades necesa­rias sino por­que las condiciones de moti­vación no se han impuesto sufi­ciente­mente como para impulsarle a utilizar el lenguaje en su hábitat, aunque sí en los experi­mentos de laboratorio o en el circo. En cauti­vidad lo hace, porque el hombre lo motiva y lo presiona, frecuentemente con torturas.

Kortlandt y Kooij, en 1963, llegaron a proponer la teoría de que los chimpan­cés se habían "deshumanizado", que las habilidades que una vez habí­an necesitado, cayeron posteriormente en desu­so. Ello pudie­ra haber sucedido de ha­ber vivido en un hábi­tat con una mayor demanda de capacidades que en los bosques en los que actualmente viven.
Sugirieron que los chimpancés vivieron por un tiempo en la sa­bana, y que fueron obligados a volverse al bosque (Kortlant y Van Zon 1969) por algunos elementos de la fauna.

Humphrey, (1976), argumenta que para ellos es más importan­te relacionar­se con sus compañeros antes que con su ambiente físico, y nadie de vosotros debería poner en duda la inteligencia y el acierto con que los chimpancés con­ducen sus pro­blemas sociales...especialmente si los comparamos con el primate humano.

La próxima semana vuelvo a mi querida África, pero desde allí os seguiré escribiendo de mono a mono, semana a semana. Volveré a instalarme entre vosotros para continuar mi estudio del mono domestico en Septiembre.
La próxima semana trataremos sobre la inteligencia del chimpancé.

domingo, 8 de junio de 2008

VUESTRAS ESTRATEGIAS SEXUALES

Las hembras de los bonobos y de los chimpancés nos indican su estado de receptividad sexual a través del olfato la vista y el gusto.
Nos bombardean con feromonas de atracción sexual, como vuestras hembras humanas y nos indican su disponibilidad sexual con el color y el tamaño de sus traseros.
El trasero de nuestras hembras, como ocurre con las del chimpancé tiene cuatro fases fácilmente identificables a simple vista que nos indican sin posibilidad de error la evolución del estado de su ciclo reproductor.
La primera fase es la de tumescencia (crece la hinchazón del trasero) y dura seis días.
La segunda, es la de máxima tumescencia (hinchazón a tope) y dura diez días.
La tercera, es la de la detumescencia (la zona anogenital se deshincha) dura de cinco a seis días.
Y la cuarta, es la fase sexual plana, de catorce días de duración.
La menstruación dura tres días y ocurre nueve días después del inicio de la detumescencia (en periodo plano).

Cuando el trasero esta en fase plana, su atracción sexual es prácticamente nula. Nuestro interés por el sexo va aumentando a medida que aumenta la hinchazón de su culo, llegando al máximo con su máximo volumen. En este momento.. nos volvemos locos.
A pesar de que durante el mes tenemos fases de mayor actividad sexual que propician los cambios antes indicados, no por ello dejamos de copular en los períodos menos favorables.
Al igual que otros animales (delfines, humanos, chimpancés, etc.) practicamos el sexo por pura diversión, fuera del período fértil. Pero lo cierto es que cuando nuestras hembras están en período de máxima hinchazón nos corremos antes y con menos movimientos pélvicos ya que estamos más excitados por el sugerente volumen de su culo.

Al no estar domesticados con leyes sociales y religiosas como lo estáis vosotros, los bonobos podemos sentirnos libres para disfrutar.
Aparte de ello, el sexo nos sirve también para transmitir buen rollo social y para terminar con episodios de agresividad. Nuestra filosofía es la siguiente: si estamos cabreados con alguien, en lugar de pelearnos “echamos un polvo” de esta manera actuamos inteligentemente y aparte de sustituir el mal rollo por el bueno, nos lo pasamos bien.

Como a pesar de tener la desgracia de ser humanos aún os queda algo de bonobo, vosotros muchas veces y sin saber porque, os veis frecuentemente impulsados a follar después de una pelea con vuestra pareja.
Nosotros, al ser más inteligentes que vosotros, follamos antes y así nos ahorramos, disgustos, insultos y agresiones.

Si queremos tener hijos (cada vez lo deseamos menos con el mundo que nos estáis dejando) esperamos al momento de máxima hinchazón y, para poder dar exactamente en el clavo, introducimos el dedo en la vagina de nuestras hembras, lo mojamos en sus abundantes secreciones nos lo llevamos a la boca y lo lamemos para poder confirmar si todo está en su justo punto.

Como vosotros también sois monos, no os extrañará que al igual que a nosotros, las feromonas os pongan en “sintonía fina”.
Es la “química entre personas” a lo que vosotros os referís tantas y tantas veces. (Ver post publicado el martes 1 de abril del 2008, “Vuestras feromonas”).

Al haber abandonado el desplazamiento a cuatro patas y haber optado por andar con las patas traseras, vuestras hembras se encuentran con que cuando se encaran con los machos de su especie queda oculta la importante señal sexual de sus traseros que tan sugerente es en los primates.
La naturaleza, que es muy sabia, soluciona el problema dando a vuestras tetas una forma muy parecida a la de vuestro culo.
Exhibís dos hemisferios por delante y dos hemisferios por detrás. De esta manera emitís potentes señales sexuales por delante y seductivas señales sexuales por detrás.
Esto es un fenómeno que se repite muchas veces en la Naturaleza y que se denomina “mímica genital”. A esta temática prometo dedicar un próximo post con varios ejemplos.

El caso es que los machos de vuestra especie miran indisimuladamente vuestros pechos y vuestras posadareras, los más lanzados (acostumbran a ser monos del sur del país) os espetan el conocido “¡¡ Nena, vaya tetas ¡¡ o ¡¡ Vaya culo ¡¡.
Les miro las caras y… cosa curiosa, su cara no es amable o alegre; la expresión de su cara es seria, adusta y se expresan con pasión.
Lo curioso del caso es que hay ciertos estudios que demuestran que ante un requiebro sexual, un 30% de vuestras hembras se alejan incrementando el balanceo de su culo.

Naturalmente que vosotras, hembras humanas, sois perfectamente conscientes del interés que estas zonas de vuestro cuerpo despiertan en vuestros machos. Sois tan conscientes… como cualquier hembra de cualquier mono.

Y como queréis tener éxito entre la población masculina os encargáis de potenciar y exhibir estas zonas al máximo. Actuáis justamente de la misma manera que actúan TODAS las hembras de vuestra familia zoológica… aunque yo diría aun más, ostentáis vuestros pechos y culos muchísimo más que cualquier hembra de chimpancé.

La ostentación de estas zonas genitales empieza tan pronto como entráis en la adolescencia, en bastantes casos incluso antes, en la preadolescencia.
De hecho deseáis que os “salgan las tetas” al descubrir que a la compañera de clase a la que ya le han salido, se la miran los chicos con más insistencia y tiene muchísimo más éxito con ellos que las que aun estan “planas”.
Tan pronto como se desarrollan los incipientes montículos, se repite la rutina de colocarse de perfil ante un espejo para constatar como vuestra orografía pectoral crece algunos milímetros por semana.

Naturalmente algunas de vosotras reaccionáis en sentido contrario, con vergüenza, la doma social y religiosa, es responsable de ello.
Algunas, tan pronto como notan que los chicos empiezan a fijar su mirada en su zona pectoral, se acomplejan. Andan encorvadas por la vergüenza, vergüenza que se incrementa si algún hombre mayor les suelta algún piropo. La timidez las embarga, se lo pasan mal de verdad y son las primeras en solicitar a mamá su primer top, en especial si además practican deporte.

Como sois animales domésticos, vuestras leyes tienen largas listas de prohibiciones y penalizaciones.
Una de las prohibiciones es la de enseñar el trasero, al igual que al macho se le prohíbe enseñar y ostentar su pene.
No hará falta que os diga que los demás machos y hembras de otras especies de vuestra familia no tienen esos problemas.
De todas formas por muy domesticadas que estéis no dejáis de ser primates y las leyes de la Naturaleza escritas en vuestros genes os pueden y os vencen.

Como no podéis enseñar el culo desnudo como hacen las demás hembras no domésticas, optáis por insinuarlo o enseñarlo parcialmente.
¿Cómo hacéis para insinuarlo?
Muy fácil, lo embutís en unos tejanos muy apretados y elásticos.
Es divertido ver como intentáis encajar vuestras extremidades posteriores (que no inferiores) dentro de unos tejanos apretados. Algunas os tendéis en la cama y estiráis, estiráis y estiráis, sudando la “gota gorda”… hasta que os entran. Mientras, al veros, los bonobos nos partimos de risa.
Y es que sois “tan inteligentes” (de hecho lo sois muchísimo más que vuestros machos) que preferís estar incómodas y sufrir una rato… si creéis que eso os hace más atractivas.

Si utilizáis faldas, recurrís a la licra. Este tejido se ajusta tanto al cuerpo que dejáis poco a la imaginación.
Por si eso fuera poco, habéis descubierto y puesto de moda, el tanga.
¡¡ Fuera las antiguas bragas ¡¡ Con el tanga, se marcan más los dos hemisferios del culo (vosotras lo sabéis muy bien) y por eso lo usáis.
Bien, ya tenemos pues el culo apretado, marcado, resaltado y ostentado… ¿Podéis potenciarlo aun más ?
Sí, ¡¡ Usando tacones ¡¡
Con ello añadís incomodidad a la incomodidad. Os provocais problemas de tobillo, de cansancio, de inestabilidad y de varices al modificar vuestro centro de gravedad con esas plataformas que, por otra parte, os hacen parecer más altas.
Como veis, vuestra domesticación no tiene límites y ciertamente desencadenáis en nosotros un profundo sentimiento de piedad.

Albert Einstein decía: “El universo es tan infinito, como infinita es la estupidez humana”.
Sin embargo, en este caso, no vais tan desencaminadas. Si no os importa sufrir de los pies, si a cambio de ello lográis ostentar un poco más el culo, vais por buen camino.
En efecto, los tacones enfatizarán el “efecto flash” de los dos hemisferios traseros mientras vais andando, con lo que los haréis más evidentes e insinuantes para el que os observe.
El efecto es demoledor en el macho. Pocos pueden resistirse a girarse y a seguir con la mirada vuestro trasero, hipnotizados con su alegre baile. ¡¡ Y VOSOTRAS LO SABEIS ¡¡.

Algunas dais un paso más…y os decidís a enseñar, cueste lo que cueste, un buen pedazo de vuestro culo. Ya no pensáis en insinuar, directamente os decidís por ENSEÑAR.
¡¡Bien hecho¡¡ con esta decisión recuperáis vuestro lugar en la Naturaleza. Ya estáis al nivel de la hembra del chimpancé.


Y… ¿Cómo os lo montáis para enseñar el culo?
¡¡Muy fácil¡¡ Os compráis unos tejanos de tiro bajo y un tanga. Una vez metidas dentro de estas prendas sólo deberéis tirar del pantalón hacia abajo y del tanga para arriba y… ¡¡ Ya está ¡¡
Al agacharos tendréis el gusto de enseñar vuestro tanga y un buen sector de vuestras nalgas.
A vuestros machos les es muy difícil no acariciar o tocar el culo en pompa que se les ofrece. La domesticación y la legislación vigente les obliga a frenar, una vez más, sus impulsos lógicos, por lo biológicos.
Y no me vengáis con las hipocresías propias de vuestra especie. Sabéis muy bien lo que hacéis …NO ES NINGUN ACCIDENTEPrecisamente por ello repetís constantemente la acción de tirar del tanga para arriba y del pantalón para abajo.

No hace mucho una madre me comentaba:
- “No se adonde iremos a parar, estoy muy preocupada con mi hija, con los pantalones que lleva cada vez que se agacha enseña el culo”
- “No se preocupe señora”, le dije, “de hecho es un comportamiento muy natural… todas las hembras de chimpancé hacen lo mismo ¡¡¡”
Debo reconocer que la mujer se quedó a cuadros rojos y violetas…y a mí, me inundó la risa por dentro.

Un par de reflexiones para terminar este apartado:
¿Os habéis preguntado alguna vez por qué los tocamientos del trasero son considerados abusos sexuales, y no los tocamientos en manos, pies, cabeza, espalda o brazos?
El culo no es un órgano sexual (ni primario, ni secundario, ni terciario, ni cuaternario) y en ningún caso está relacionado con la reproducción… ¿O SÍ ?
Para nosotros, los bonobos,..¡¡POR SUPUESTO¡¡.
Y para vuestro legislador (un domesticador más) evidentemente también, aunque el pobre no sabe por qué, al fin y al cabo es un pobre humano.
Nosotros sí lo sabemos. Actúa así porque es un primatey tiene muy claro lo que siente en su interior cuando mira el culo de sus hembras.
Debo decir que vosotras también miráis y admiráis el culo de alguno de vuestros machos. Sólo que en este caso vibráis con un culo pequeño, fuerte y musculoso bien encajado en unos tejanos que permitan adivinar su forma y consistencia. Buscáis la fuerza y la potencia muscular como símbolo de masculinidad animal.

También cuidáis, ostentáis y enseñáis vuestras otras protuberancias (las frontales).
Enfatizáis vuestros pechos con el sujetador… la trampa textil capaz de levantar a los caídos para dar el pego.
Algunos sujetadores incluso llevan un par de agujeros para que puedan asomar los pezones y así intentáis hacer creer a vuestros machos un par de cosas:
1) Los pechos desafían a la gravedad por si mismos.
2) No lleváis sujetador.
Sabéis que ambas cosas excitan a vuestros machos, por que
sabéis muy bien donde miran los machos que os vais encontrando cuando algún día salís sin sujetador marcando “pitones” o jugando con transparencias. ¿Verdad que sí?

Naturalmente como la ostentación pectoral es tan importante para vosotras, algunas incluso os colocáis en la lista de espera para obtener un implante de silicona y mientras esperáis, os "ayudais" con rellenos o postizos.
Y cada vez sois más las que optáis por no alimentar a vuestras crías con leche materna ..¡¡ NO FUERA QUE SE OS ESTROPEARAN LOS PECHOS ¡¡¡

Al igual que algunas de vosotras nos enseñan un buen sector de sus nalgas, casi todas enseñáis, a quien quiera mirar, un generoso sector de vuestros pechos…que para eso está el escote.

Los machos del chimpancé hacen exhibiciones de fuerza: gritan, se muestran airados, destrozan y arrastran ramas, bracean y maltratan a sus hembras…. ¿os suena lo del maltrato a la hembra?
Al igual que los chimpancés, que les son tan cercanos evolutivamente, vuestros machos, se dedican a exhibiciones de estatus o de fuerza chulesca para impresionar a sus hembras.
En la naturaleza un macho fuerte y ganador tiene más territorio, ya que se lo ha ganado a sus rivales y como es fuerte, lo puede defender con éxito. A las hembras les interesa mezclar sus genes con ese macho ganador. Si así lo hacen, ellas y sus crías tendrán más comida al ser el territorio mayor y el macho las defenderá de posibles peligros con lo que ganarán en seguridad.

Obsérvese las exhibiciones de fuerza y los brotes de chulería que os ofrecen vuestros machos adolescentes tan pronto les despuntan cuatro pelitos en el bigote y se sienten “machitos”.
En seguida interpretan el rol social de macho “castigador”… preguntad a los profesores de instituto.
Usan lenguaje duro, agresivo, salpicado con abundantes tacos, se pelean, luchan entre sí (miradles en las playas, sobretodo si hay hembras jóvenes delante), destrozan mobiliario urbano y algunos se organizan en bandas agresivas.
Por otra parte, les encanta exhibir posesiones para impresionar a las hembras, por ello es frecuente verles presumir de móvil (que cambian, tan pronto como pueden, por otro, para estar a “la última”, y si es con GPS, mejor), presumen de calzado deportivo de marca cara y de nueva moto o coche tuneado.

Cuando crecen y el machito se hace machote, entonces cambian de droga, y pasan de la droga del pobre (marihuana) a la droga del rico (cocaína), el viejo coche tuneado se cambia por “un buen coche” (pagado a plazos, eso sí) y la moto puede llegar a convertirse en una Harley Davidson.
Es curioso y patético ver como machos de más de cincuenta años prefieren una buena moto de gran cilindrada, antes que un buen coche, de esta manera aparentan ser más jóvenes y de paso llevan buenas hembras abrazadas a su espalda.

Parte de la ostentación de estatus y de superioridad del macho sobre la hembra queda reflejada en la costumbre, eminentemente machista de, al salir de copas, a cenar, al baile o al cine acompañado, pagar siempre la consumición de la hembra acompañante.

En vuestra sociedad, como ocurre con la de los chimpancés, el estatus es muy importante. Igual que las hembras de los primates buscan desesperadamente los favores sexuales de un macho alfa, las hembras del mono domestico, en su interior, desean lo mismo.
Un macho de estatus superior es garantía de mayor calidad genética en el mundo salvaje y en vuestro mundo domestico es garantía de mejor alimentación, mejores médicos, mayor confort, etc., para vosotras y para vuestras crías.
¿Habéis visto cuantas y cuantas niñas adolescentes de vuestra especie se vuelven literalmente “locas” ante un cantante joven, guapo y famoso? Su entusiasmo llega a la histeria, chillan, lloran, corean su nombre y la repetida frase...”¡¡Queremos un hijo tuyo¡¡”.
¿Habéis visto cuantas y cuantas niñas adolescentes se saltan sus clases de instituto para acudir a los entrenamientos de los jugadores de fútbol famosos para representar ante ellos nuevos actos de histeria? ¡¡Preguntad a Cristiano Ronaldo o a David Beckham¡¡.







Son estrellas de la canción y del deporte, son machos alfa, están en la cima del ranking de su especialidad… son los de máximo estatus, y ellas desean tocarles, hacerse fotos con ellos, besarles y…. si pueden…. ¿Habéis oído hablar de las Groupies?.

La estrategia reproductiva del macho salvaje en la naturaleza es tratar de inseminar a cuantas más hembras mejor, busca más la cantidad que la calidad. Puede permitírselo, ya que tiene suficiente munición, al fabricar cada día millones de espermatozoides.
Si algunas de estas hembras inseminadas mueren, no importa, otras llevaran sus genes.

Como en vuestra sociedad os habéis convertido en monos domésticos, os habéis visto obligados a domesticar vuestra sexualidad.
Según las leyes religiosas del mono domestico, vuestros machos sólo podrán copular con una única hembra y siempre que haya firmado un contrato con ella.
Para el estado, la “infidelidad” es causa de divorcio y para la Iglesia, causa de condena eterna en las penas del infierno.
De esta manera, un animal que es polígamo por naturaleza (como los demás primates) se convierte en monógamo y frustrado, por imperativo legal.
Eso explica, sin duda, el floreciente negocio de la prostitución.

¿Y cual es vuestra estrategia reproductiva de vuestras hembras?
Las hembras tenéis un solo óvulo disponible, por ello deberéis optimizarlo al máximo. Y aún más, considerando que ese será el único óvulo que tendréis en los próximos tres años (entre gestación y amamantamiento), porque debe quedar claro que dos años debería ser el tiempo que vuestras crías tendrían que recibir leche materna, según el patrón animal.
Esta claro pues, que necesitáis unos cuantos machos a vuestro alrededor para tener donde escoger.
¿Cómo lo lograreis? Muy sencillo… haciéndoos atractivas.
¿Y como os hacéis atractivas? Pues lo acabamos de ver, haciendo ostentación de vuestros “encantos” naturales.
Y así, a diferencia del macho que exhibe status, vosotras, exhibís vuestro cuerpo.

La exhibición física del macho suele circunscribirse a enseñar los brazos (los que los tienen musculados) usando T-shirts sin mangas, al más puro estilo “Rafa Nadal”.
Los más horteras se exhiben con la clásica camiseta “Imperio”.

Vosotras, en cambio, para ser atractivas: trabajáis y teñís vuestro cabello, os depiláis las cejas y usáis colorete, os pintáis (algunas) los labios y los ojos, os colocáis pestañas postizas, lucís pendientes, collares, anillos y brazaletes, enseñáis las piernas al máximo usando minifaldas o si usáis pantalones los lleváis adaptables al cuerpo, para poder marcar la figura al máximo, enseñáis hombros y brazos desnudos (lo que impide que podáis entrar en las iglesias), mostráis la espalda y buena zona del vientre en donde destacáis el ombligo, si es posible, con un piercing y, por supuesto, como ya hemos visto, hacéis ostentación de las nalgas y, gracias al escote, dejáis asomar vuestras tetas a la vista pública.
Ser “atractiva” implica “traer hacia si”.
Vosotras lo hacéis utilizando el sentido de la vista (sois primates) mientras las perras lo hacen utilizando el sentido del olfato (son cánidos).
Si la cosa funciona, tanto en el caso de las perras, como en el vuestro, tendréis machos donde escoger, porque debe quedar claro que las que escogéis sois vosotras, no en vano sois mucho más inteligentes que los machos, como es norma general en el mundo de los primates.

Cuando vuestros ovarios empiezan a funcionar, actúan las hormonas y, poco a poco, van cambiando la carrocería de vuestro cuerpo llenándolo de curvas para mayor atracción de machos. ¡¡ Sois una trampa diseñada por vuestras hormonas que obedecen el dictado de vuestros óvulos ¡¡.
Lo mismo hacen las plantas entomófilas, producen flores que, de hecho, son también las trampas de las que se valen esas plantas para atraer a los insectos. Los atraen a base de brillantes colores, sutiles perfumes y delicioso néctar, para así poder ser polinizadas.

Es curioso como varían los adjetivos calificativos que hacen referencia a vuestra persona al variar vuestra condición sexual. Cuando sois niñas oís con frecuencia a vuestro alrededor “¡Qué niña más mona ¡” (me encanta lo de “mona”), luego cuando llegáis a la adolescencia y os transformáis en hembras fértiles y atractivas, la expresión cambia y ya no oís la frase “niña mona” sino “¡ Tía buena¡” (especialmente si contáis con un buen súper estímulo pectoral y “nalgal”).
Convendréis conmigo que no tiene nada que ver “Chica guapa” con “Tía buena”.
La primera expresión, determina admiración estética y, la segunda, deseo sexual
. De la misma manera que cuando vosotras habláis de un “chico guapo” y de un “tío bueno”…. se os entiende perfectamente.
Luego cuando con la edad desaparecen vuestros encantos sexuales y las protuberancias cuelgan vencidas por la gravedad, ya no os requiebran al grito de “tía buena” sino que pasáis a oír expresiones tales como “dulce abuelita ” o “abuelita elegante”. En fin, es ley de vida ¡¡

El cambio de denominaciones con el paso del tiempo siempre me ha fascinado. Por ejemplo, cuando un chico deja de llamar a su pene “pito” para pasar a llamarlo “polla”, podremos deducir sin temor a equivocarnos que definitivamente ha entrado en la adolescencia.

Y para terminar con el post de esta semana, una reflexión, nosotros somos animales libres, cuando nuestras hembras se nos insinúan o nos exhiben sus genitales en la clásica “presentación genital”, no nos cortamos, las montamos y disfrutamos los dos del sexo, sea reproductivo o no.
Vosotros, que como animales domésticos no sois libres, cuando sois atraídos por hembras que os enseñan piernas, espalda, vientre, tetas y culo, os debéis contener, frenar y por ende frustrar, no podéis actuar con lógica biológica y… ¡¡ ni se os ocurra tocar o rozar, que la que os atrae, os puede denunciar ¡¡.
¿A qué tipo de juego sádico jugáis?
¿Dónde puede caber tanta hipocresía?
Ciertamente sois el paradigma de la frustración.

En verdad, en verdad os digo… que nunca nos cambiaríamos por vosotros.

¡¡Que la libertad del bonobo os inspire ¡¡




lunes, 2 de junio de 2008

VUESTROS CUERPOS

Os estudio en vuestro hábitat y cada vez me sorprendo más con vuestro “look”.
Estéticamente hablando sois unos animales verdaderamente feos.
Si una bella estética es la armonía entre la curva y la recta, lo vuestro no tiene solución.
Se que os “picareis” ante mi observación. Es normal, ya que vuestra soberbia no puede soportar que un animal de otra especie os cante las verdades, pero en realidad, me da igual.

Si por una vez fueseis capaces de ser honestos al analizaros a vosotros mismos, os propondría un ejercicio que os demostraría, bien a las claras, lo que os digo.
Claro que para que funcionara tendríais que aportar vuestra mejor predisposición para un análisis objetivo e imparcial, cosa harto difícil por no decir imposible, tratándose de vosotros.
De todas maneras, por si algún día os atrevéis a ser honestos con vuestra estética de especie, voy a sugeriros un experimento:
Primero deberéis sentaros ante el televisor y observar un documental que trate sobre cualquier tipo de fauna.
Luego intentad observar con ojo crítico un determinado grupo de animales de la misma especie de los que aparecen en el documental, mientras mentalmente valoráis la media estética del grupo escogido.
Repetid esto con los peces, mamíferos, aves, etc. que hayan salido en el film. Seguro que acabareis fascinados por su belleza y elegancia.
A continuación salid a la calle y mientras os paseáis por una vía transitada id haciendo la media estética de vuestra especie a medida que vayáis encarando individuo tras individuo.
Veréis como el mundo se os cae a los pies ¡¡.


Mirad que los bonobos, chimpancés y gorilas somos bastante feos… ¡¡ Pero vosotros llegáis a despertar nuestra compasión ¡¡….
¡¡ Que barrigas, que piernas, que culos, que “caretos”… y que expresiones de hastío y aburrimiento ¡¡¡ Añadidle a vuestra imagen de pena, vuestro olor a “humanidad” y la cosa se agrava hasta límites insospechados.

Cierto que habrá algunos elementos que os llamaran la atención por su belleza y elegancia, pero os recuerdo que en todos los análisis debemos fijarnos en la media para valorar el conjunto.

También os debo decir que nuestra pena por vosotros se trasforma en hilaridad cuando nos decís que estáis hechos a imagen y semejanza de Dios ¡¡¡
Yo, una vez más os digo que, visto lo visto, si fuera de vosotros, me buscaría a otro a quien adorar y venerar.

Como me he propuesto analizar a fondo tanto vuestro comportamiento como vuestra morfología, empezaremos con el cometido de análisis físico hoy mismo, aunque en el futuro siempre lo relacionaremos con vuestro comportamiento.

Vuestro cuerpo, como el de cualquier otro animal, se inicia como un diminuto huevo del tamaño de uno de estos puntos… Este huevo es 2000 veces más grande que el espermatozoide que lo ha fertilizado. El punto empieza a crecer y a dividirse y, después de 266 días, sale del útero moviéndose y boqueando. El bebé seguirá creciendo hasta llegar a la madurez física, al cabo de 25 años. Pasarán 25 años más y vuestro cuerpo empezará a envejecer. Otros 25 años os llevarán a las puertas de la muerte y, finalmente, abandonareis esta vida boqueando como el día en que nacisteis. Pasareis a ser polvo que servirá para construir a otros seres animales o vegetales.

Observando vuestro cuerpo quedo más impactado por vuestras carencias que por vuestras presencias, destaca más lo que os falta que lo que tenéis.
No tenéis garras o colmillos con los que poderos defender y, puestos a “no tener” os faltan incluso las glándulas venenosas que protegen a tantos y tantos invertebrados.

Habéis perdido vuestro pelaje natural y vuestra piel se ha debilitado. Al haberos convertido en bichos pelados y débiles, os dañáis vuestra piel fácilmente con espinas o superficies duras, y si bajan un poco las temperaturas debéis cubriros con pieles de otros animales o con “cortezas” sintéticas o de origen vegetal. Como no tenéis armadura natural, no tenéis más remedio que buscarla artificial.

Lo triste de vuestra condición de humanos es que, al ser monos domésticos, os veis obligados a cubrir vuestros cuerpos aunque os estéis asando de calor en pleno verano, por razones sociales o religiosas. Vuestra autodomesticación os ha traído vuestra frustración. Valga ello como un ejemplo más que nos sirve para ilustrar vuestra nula inteligencia.

Os desplazáis sobre vuestras patas traseras, mientras tocáis el piano con los dedos de las delanteras y eso os hace peculiarmente divertidos a nuestros ojos.
Nosotros, los bonobos, practicamos el bipedismo a menudo, pero siempre que tal postura nos sea de utilidad como, por ejemplo, cuando transportamos ramas o grandes cantidades de fruta…. Vosotros, en cambio, adoptáis esta postura permanentemente. Por culpa del bipedismo permanente reducís a la mitad la posibilidad de manipular objetos, nosotros la mantenemos entera en nuestras cuatro patas.

Vuestra postura es incómoda, poco eficaz y reduce a la mitad vuestra velocidad en comparación a la de cualquier otro mono.
Cierto es que el bipedismo os permitió esgrimir armas, pero ello inició una escalada armamentística que terminará con vuestra extinción y la de gran parte del planeta Tierra.

El resultado de vuestro bipedismo, es que vosotros, a diferencia de nosotros, tenéis hemorroides, problemas de columna, varices, etc.
Vuestra postura bípeda provoca gran presión sanguínea sobre el recto y eso os genera las hemorroides. El tener que soportar todo el peso de vuestro cuerpo sobre dos columnas en lugar de las cuatro que utilizamos los demás primates os provoca un aumento de la presión sanguínea en vuestras piernas, lo que provoca las varices y la presión del peso sobre la columna vertebral os castiga las vértebras. Sólo hace falta ver el perfil de vuestros ancianos para que uno se de cuenta de cómo os ha castigado vuestra evolución.

Ah ¡¡ Y si no creéis en la evolución porque sois creacionistas.. lo tenéis aun más claro, ya que entonces deberéis admitir que vuestro creador era un auténtico chapuzas ¡¡.

Pero sigamos, las rodillas también las tenéis mal diseñadas para la carga que deben soportar por culpa del bipedismo, esta es la razón por la que tantos y tantos de vuestros mayores deban pasar por el quirófano (consultad las listas de espera).

Vuestro codo es otra chapuza de diseño ya que deja nervios sin proteger, lo que propicia intensos dolores cada vez que os dais un golpe en esta zona. Y vuestro cráneo es demasiado frágil para proteger vuestro “disco duro” de cualquier impacto de mediana intensidad.

A la hora de parir vuestras hembras las pasan canutas. Las nuestras se manejan sin problemas a la hora de parir, no necesitan ayuda y se sacan la cría con sus propias manos. En cambio vuestras hembras, por culpa del bipedismo, tienen el canal del parto en curva, ello os obliga primero empujar la cabeza en una dirección y luego en otra para que pueda salir vuestra cría. El resultado es un parto doloroso, lento y en ocasiones lesivo e incluso mortal para madre y niño. Muchas debéis recurrir a la anestesia epidural o a la cesárea y en todo caso vuestros gritos son desgarradores.

Claro que aquí, a parte del mal diseño de vuestro cuerpo, topamos con el castigo de vuestro supuesto creador al condenaros a “parir con dolor” como venganza por haberle comido una manzana de su huerto en el Paraíso Terrenal, detalle que, por otra parte, nos habla de su inmensa justicia y bondad.

Vuestro sistema inmunológico es de pena, debéis lavaros las manos antes de comer, mirar fechas de caducidad de productos, lavar la fruta y la ropa, ducharos o bañaros y desinfectar a diestro y siniestro para alejar todo tipo de infecciones, mientras, cualquier otro animal puede sobrevivir sin problemas saltándose todos esos pasos.

En vuestros machos el canal urinario pasa por dentro de la próstata…otra chapuza. La próstata es una glándula que se infecta fácilmente y que con el tiempo puede convertirse en uno de los cánceres más frecuentes en vuestros machos. Si se produce una hiperplasia benigna de la próstata, lo que suele ocurrir a vuestros mayores de 50 años, esta comprime la blanda tubería urinaria y la bloquea, lo que dificulta la micción. Cualquier fontanero novato diseñaría mejores cañerías para vuestra orina.

Hay otras chapuzas en el diseño corporal que compartimos, así, mientras los ovarios de nuestras hembras funcionan bien dentro de nuestro cuerpo, vuestros (y nuestros testículos) deben colgar fuera del cuerpo para que funcionen bien ya que el exceso de temperatura provocaría infertilidad y, precisamente, al colgar fuera del cuerpo órganos tan sensibles dentro de un saquito sin protección, son propensos a recibir dolorosas sensaciones al menor golpe.
Como veis, vuestro “diseñador”, a parte de ser un pésimo arquitecto, ingeniero y fontanero adolecía de toda falta de previsión.

Por otra parte como los testículos se forman en el vientre y deben bajar hasta el saco escrotal, dejan dos trayectos vulnerables en esta pared. Este punto, llamado canal inguinal, puede acabar en una hernia que deja que salgan los intestinos y queden atrapados sin remisión debajo de la piel, cortando el flujo de sangre a los testículos y a los propios intestinos. En algunos casos los testículos no llegan ni a bajar.

Vuestras hembras pueden quedar preñadas a los 10 años, con la primera regla, pero su cuerpo no esta aún preparado para la maternidad con lo que las pobres padecen graves secuelas.

Durante la gestación vuestro cuerpo intenta cargarse a vuestro propio feto en una lucha inmunológica. El cuerpo de la madre considera al futuro bebé un cuerpo extraño, y si el bebé tiene un RH diferente, muere.
Al nacer vuestras crías, al poco tiempo, sois víctimas de la “depresión posparto” como si os arrepintierais de lo que habéis traído al mundo. ¡¡ En realidad deberíamos ser los bonobos los que nos tendríamos que deprimir con cada humano traído al mundo ¡¡.

La menstruación también tiene tela. Empezando con el síndrome premenstrual que hace a vuestras hembras más agresivas, para a continuación preparar al cuerpo para un embarazo que casi nunca ocurre. Durante este período debéis y debemos soportar dolores (en algunos casos incapacitantes) sangre, manchas, malos olores, retención de agua, etc. todo de manera inútil, ya que terminamos por tirar el “forro natalicio” cada mes a la basura o al inodoro. ¡¡ Pobres hembras ¡¡, en vuestro caso deberéis pasar a lo largo de vuestra vida unas 552 veces por esta tortura inútil.

Mientras los machos producen esperma fresco cada día, las hembras nacen ya con toda la dotación de óvulos, con lo que al cabo del tiempo, los que quedan, están envejecidos, no son funcionales o propician taras en el feto.

Tenéis un coxis que ya no os sirve para nada. Algunos niños aun nacen con una cola, lo que pone en el más absoluto de los ridículos a los creacionistas.



Tenéis el dedo pequeño del pie que no os aporta nada y un apéndice y unas muelas del juicio que sí sirven…. Aunque sólo para daros problemas. Sólo un 5% de humanos tiene los terceros molares sanos y funcionales, mientras que a millones de monos domésticos os deben operar de apendicitis si no queréis morir antes de tiempo.

Los machos tienen pezones…aunque no pueden dar de mamar y las hembras diminutos vestigios de conductos seminales escondidos detrás de los ovarios….aunque no pueden inseminar. ¡¡ Chapuza tras chapuza ¡¡.

Vuestro sentido del olfato roza lo ridículo y no puede competir con el de la inmensa mayoría de mamíferos.

Tenéis un trío de músculos intrínsecos del pabellón auricular que aparentemente os permitían mover las orejas como los conejos, pero ahora ya no os sirven para nada, ya que os habéis quedado con las orejas quietas.

En el 1% de los humanos aparecen costillas cervicales que son restos de vuestra época reptiliana y que ahora sólo os sirve para provocar problemas nerviosos y arteriales.

Tenéis un tercer párpado atrofiado en un rinconcito del ojo que no os sirve para nada. Sólo sirve para recordaros la evolución de vuestros cuerpos pues lo poseen aun aves y reptiles a los que les es de gran utilidad para proteger y limpiar el ojo.

Algunos presentáis el llamado “Tubérculo de Darwin” en vuestras orejas, que tampoco os sirve para nada, aunque antiguamente os ayudaba a centraros en ruidos distantes.

Algunos poseéis el músculo subclavio, un pequeño músculo situado bajo el hombro, que va desde la primera costilla hasta la clavícula, os podría ser útil si los humanos aún caminaseis a cuatro patas. Algunos tenéis uno, otros ninguno, y unos pocos tienen dos, en todo caso ahora ya os son inútiles.

El músculo palmar (largo y estrecho) os recorre el codo hasta la muñeca y está ausente en el 11% de los humanos modernos. Antes os era importante cuando vivíais en los árboles, os era útil para colgaros y trepar. De todas maneras hoy en día vuestros cirujanos lo aprovechan para emplearlo en cirugía reconstructiva.

Otra cosa que ya no os sirve para nada es el músculo erector del pelo. Ciertos haces de fibras musculares lisas permiten a los animales erizar su pelaje para mejorar su capacidad de aislamiento o para intimidar a otros animales. A los humanos al haber perdido el pelo sólo os sirve para tener “piel de gallina”.

También os es inútil el músculo plantar que antes usabais como aun hacemos nosotros y los demás primates para poder agarrar objetos con los pies. Vosotros ya habéis perdido esta virtud de vuestras extremidades inferiores, mientras que nosotros conservamos las de nuestras cuatro extremidades. A un 9% de vuestra población humana ya les ha desaparecido pero los demás aun lo lleváis encima como testigo de vuestro pasado evolutivo. ¡¡ Pobres creacionistas, que crudo lo tienen con tanta evidencia ¡¡
Chimpancés, gorilas y bonobos contamos con 14 costillas, los humanos al ser más imperfectos sólo tenéis 12, únicamente un 8% de vosotros nos iguala en número de costillas.

Los restos de un órgano sexual femenino parecido a un útero no desarrollado cuelgan del órgano de la próstata masculina. Mientras que el escroto de vuestros machos no es más que una vulva soldada. Si os levantáis el pene y os miráis el escroto por debajo veréis perfectamente la línea de soldadura.

Otra enorme chapuza es vuestro imperfecto ojo. En la retina, las células nerviosas se sitúan por delante de las fotorreceptoras, las capas de células de la retina tienen una disposición inadecuada que provoca desprendimientos y el nervio óptico tiene que atravesar esta capa interna, lo que crea el punto ciego. Como veis un auténtico desastre de diseño.
Y vuestro oído es tan simple e imperfecto que se le escapa la captación de los ultrasonidos, cosa que no sucede con otros muchos animales.

Los sistemas de defensa en vuestros cuerpos a veces se vuelven contra vosotros mismos provocando ciertas enfermedades auto inmunes, como ciertas formas de reuma o el lupus.

Ante tantas y tantas imperfecciones, taras y chapuzas ¿Cómo os atrevéis a insistir en que vuestros cuerpos son la obra más perfecta de la Creación?

Muchos animales cuando escasea la comida o cuando los factores abióticos hacen difícil la vida hibernan o estivan, de esta manera pueden sobrevivir durante meses hasta que las condiciones les vuelven a ser favorables, en cambio vosotros, ante esta tesitura, sólo tenéis la alternativa de LA MUERTE.

Algunos antropocentristas me diréis que vuestro cerebro es vuestro tesoro “ya que sois los seres más inteligentes de la Tierra”, pero seguro que empalidecéis cuando os enseñe fotos de bosques quemados o talados, de naturaleza destrozada por vuestra polución, de imágenes de guerras o de masacres terroristas, o cuando os haga leer declaraciones de políticos o de obispos; o cuando os muestre los gráficos del cambio climático, de la extinción de especies animales y vegetales, o simplemente, cuando os lleve de la mano a beber agua de vuestro grifo.

Viendo los resultados obtenidos con la explotación de vuestros cerebros quizá cambiéis de opinión y penséis que vuestro cerebro probablemente es la parte más abominable y prescindible de vuestro cuerpo.
Os recuerdo que no necesitáis libros de normas religiosas ni códigos morales para ser individuos afectuosos, tiernos, pacíficos y respetuosos con la Naturaleza. Eso ya está en vuestra naturaleza animal, lo que os pierde es, precisamente, vuestra naturaleza humana.

En fin, considerando vuestras carencias, vuestros órganos inútiles, vuestro abominable comportamiento, vuestro olor y lo feos que sois… ¿Quién se atreve a hablar de “diseño inteligente”?.


Que vuestra fealdad no os oculte la belleza de la Naturaleza